domingo, 15 de febrero de 2009

El plan de estímulo de EEUU recuerda a Japón su experiencia y sus errores

WASHINGTON.- Una economía en recesión, los bancos a la deriva, un gobierno dispuesto a desembolsar una fortuna para sacar al país de la crisis: la situación en Estados Unidos recuerda a Japón su propia experiencia de los años 1990, así como sus errores, ricos en lecciones.

La inyección pública de miles de millones de dólares en la enferma economía estadounidense para evitar una larga y dolorosa recesión hace pensar a los analistas en el precedente japonés, advirtiendo de que si bien estos gastos pueden aliviar el sufrimiento inmediato, los problemas de fondo persistirán mientras no se sanee el sistema financiero.

El Congreso estadounidense aprobó el viernes el plan de casi 790.000 millones de dólares, destinado a rebajas fiscales, pero sobre todo a gastos en infraestructuras, salud, ciencia y tecnología, educación y energías renovables.

"En general, la movilización presupuestaria tiene un efecto positivo inmediato", dice Richard Jerram, economista para Japón de Macquarie Securities. Pero también da lugar a abundantes derroches y, en el caso de Japón, se tardó demasiado en afrontar los problemas del sector bancario, apunta Jerram.

Cuando la economía repunta mediante obras públicas, los bancos también parecen recuperarse, pero pensar que se han curado sería un error, advierte. "En el momento en que las medidas de reactivación empiezan a agotarse, los bancos vuelven a caer en el agujero", dice este experto.

El archipiélago nipón está plagado de puentes y autopistas que "no llevan a ninguna parte", de presas de utilidad dudosa, centros de conferencias que no se alquilan y otras obras públicas prodigio construidas con la esperanza de estimular la segunda economía mundial.

A principios de los años 1990, el Estado gastaba tanto dinero en infraestructuras que uno de cada diez trabajadores japonés era empleado en el sector de la construcción.

La eficacia de esta política, que dio a Japón el título del país desarrollado más endeudado del mundo, es controvertida. Según Masaaki Kanno, economista de JP Morgan, los grandes trabajos no constituyeron ningún remedio milagroso, pero de alguna forma amortiguaron el choque de la recesión. "Fueron uno de los factores de la recuperación", sostiene.

"La primera lección que se puede sacar de la experiencia japonesa en los años 1990 es que la inversión pública da un primer impulso a la economía. Pero la segunda es que esta recuperación basada en la movilización presupuestaria es muy volátil", señala Kanno.

Ahogado por una deuda pública cada vez más gigantesca, el gobierno nipón optó por elevar en 1997 el Impuesto del Valor Añadido (IVA) del 3 al 5%, hundiendo de nuevo a la economía en la recesión.

De forma similar que en Estados Unidos, la crisis económica en Japón se inició con el estallido de una burbuja especulativa inmobiliaria. Bajo el peso de las deudas impagables, el sistema bancario rozó el hundimiento y el país vivió una década de estancamiento.

El Banco de Japón redujo las tasas de interés a cero -al igual que hizo recientemente la Reserva Federal estadounidense (Fed)- y el Estado acabó por inyectar masivamente fondos públicos en los bancos -de la misma manera que procedió el ex presidente estadounidense George W. Bush a finales de 2008-.

Pero, al menos en el caso de Japón, estos esfuerzos llegaron tarde y fueron mal planificados. "Japón fue muy lento a la hora de reaccionar. Tardó en reducir las tasas de interés. Tardó en ocuparse de los problemas del sistema financiero. Durante una década, se vio sobrepasado por los acontecimientos", señala Jerram.

Cuando al fin llegó la recuperación, a mediados de los años 2000, el gobierno trató de reducir al máximo los inmensos presupuestos para infraestructuras. Pero chocó con la resistencia de numerosas regiones rurales, cuyas economías dependían en gran medida de esos gastos públicos.

"Es muy difícil parar los trabajos públicos cuando los grupos de presión empiezan a emerger. Espero que Estados Unidos lo tenga presente", previene Kanno.

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