lunes, 9 de febrero de 2009

¿En qué estabais pensando en las escuelas de dirección? / Antonio Argandoña *

En qué estabais pensando en las escuelas de dirección cuando formabais a todos esos directivos que han causado esta crisis? La pregunta, que me han hecho con frecuencia, no está bien planteada. Esta crisis no ha sido provocada sólo por directivos desaprensivos e irresponsables, todos hemos contribuido: las familias que se endeudaron por encima de sus posibilidades, los gobiernos que miraron hacia otro lado mientras se formó la burbuja inmobiliaria, los reguladores que sabían que se estaban creando incentivos perversos y no hicieron nada para impedirlo.

Pero la pregunta sigue siendo válida: ¿qué parte de culpa corresponde a las escuelas de dirección? Bastante. Pero en nuestro descargo hemos de decir que la hemos heredado de los economistas -otro mea culpa, también soy economista-. Durante décadas enseñamos a los empresarios a dirigir equipos humanos con sentido común y prudencia, prestando un servicio y tratando de vivir en armonía con el medio ambiente y la sociedad. Pero la economía nos ofreció un modelo dirigido a la maximización del beneficio sin condiciones, sin equipo humano, ni servicio, ni armonía con nadie (al principio no era así de extremo, pero poco a poco acabó siéndolo). Y lo aceptamos como el paradigma de la buena dirección.

En defensa de las escuelas he de decir que ésta fue la tentación de toda una sociedad individualista y egoísta. No pervertimos a inocentes candidatos que venían llenos de ideales, sino que muchos de ellos -no todos, claro- ya venían con el virus dentro, buscando las elevadas remuneraciones de los bancos de inversiones.Y, además, aquel modelo humano y responsable del directivo ha subsistido en no pocas escuelas, en las que se procura explicar que un buen directivo debe actuar con ética y responsabilidad social. Y con prudencia, la primera virtud del directivo de una entidad financiera, como solía decir mi colega del IESE, Rafael Termes.

No pretendo negar que muchas escuelas de dirección, enseñando aquellos modelos, han podido crear una imagen distorsionada de lo que es una empresa y de lo que es dirigir. Si partimos del supuesto de que los seres humanos somos egoístas, materialistas e individualistas acabaremos consiguiendo que nuestros estudiantes sean egoístas, individualistas y materialistas. Esto es lo que la sensibilidad popular ha detectado en esos directivos a los que culpan de la crisis.

Pero me tranquiliza pensar que hay buenas escuelas, en las que se procura enseñar una ciencia de la dirección más humana y ética.Y que muchos alumnos vienen con la esperanza de encontrar ideas sensatas. Y que hay un buen número de profesores comprometidos con la tarea de superar los paradigmas económicos al uso, para introducir otros que, por ser más humanos, sean también más realistas, sin perder por ello rigor y utilidad.

* Antonio Argandoña ocupa la Cátedra La Caixa de Responsabilidad Social Corporativa en el IESE. www.elmundo.es

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