Las naciones de la Europa oriental, en especial la República Checa, acusan a Francia de intentar proteger su sector automovilístico pero solamente en las plantas ubicadas en el territorio francés. Además, les preocupa que la recesión les afecte con más dureza debido a la fluctuación de las divisas y la reducción del crédito por parte de los bancos de Europa occidental.
Alemania encara los llamamientos para que rescate las economías de las 16 naciones de la UE _ especialmente Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia _ que usan el euro. Los funcionarios alemanes dieron a entender que es posible una ayuda colectiva, aunque se niegan a concretar un plan de acción.
"Debemos trabajar juntos los próximos tres meses para desarrollar ideas concretas que den esperanza y garantías a los ciudadanos europeos", dijo el presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso en una carta enviada a los 27 líderes de la UE.
El repunte del sector financiero es una prioridad, agregó, mientras la UE intenta contener la crisis mediante directrices a los gobiernos para que adquieran los activos improductivos de los bancos, lo que quizá les permita prestar más dinero a empresas y consumidores.
El brazo ejecutivo de la UE estudia además nuevas normas para incrementar la supervisión de los mercados financieros antes de la reunión del G-20, con Estados Unidos, India, China y otras naciones para intentar enmendar el sistema financiero global.
En ninguna parte de Europa es más visible la recesión que en la congelación del crédito y el declinante sector automotor _ el mayor del mundo _ que en un año normal produce 18 millones de vehículos y emplea 12 millones de personas directa e indirectamente.
En enero, las ventas europeas de vehículos se contrajeron un 27% y las de camiones un 35%. Las exportaciones al resto del mundo se encuentran en caída libre.
La UE deja a los gobiernos nacionales la tarea de rescatar a sus sectores automovilísticos. El plan francés para inyectar 7.500 millones de euros en las empresas automotrices Peugeot Citroen y Renault hizo que las naciones de la Europa oriental se quejaran de que París quizá les obligue a trasladar la producción de las zonas con mano de obra barata a Francia.
El plan, analizado ahora por la Comisión Europea, hizo que los líderes de Polonia, Hungría, Eslovaquia, la República Checa, los tres estados bálticos y Rumania protestara airadamente.
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