lunes, 16 de febrero de 2009

Tropiezos de conglomerado 'Tata' causan alarma en la India

BOMBAY.- Cuando Tata, el conglomerado más grande y más antiguo de la India, adquirió la casa automotriz Jaguar el año pasado, el país lo celebró en grande, por considerar esa compra una reafirmación de su nueva condición de potencia económica.

Tata ha sufrido varios golpes que generan alarma, pues se dice que si a ese grupo le va mal, todo el país lo siente.

"Hay una sensación de aprensión y miedo", declaró Ramachandra Guha, prominente historiador y autor del libro "La India después de Gandhi". "Si Tata tiene problemas, es mucho más grave que si otras compañías atraviesan por dificultades".

A lo largo del año pasado, los precios de las acciones de las firmas de Tata cayeron un 60%. Fue tal vez el peor año en la historia del conglomerado. La crisis mundial ha afectado algunas de sus empresas más rediticias, el terrorismo dejó profundas heridas en su principal hotel y las manifestaciones políticas la obligan a reconsiderar sus planes.

Los ingresos de Tata Motors cayeron un 34% en el último trimestre, en que la compañía automotriz registró pérdidas por primera vez en siete años. Y la siderúrgica Tata Steel sufrió sus primeras pérdidas en casi tres años.

En la India, Tata está en todos lados. Produce té, sal, acero, automóviles, productos químicos, hoteles, viviendas y equipos de telecomunicaciones. Es un conglomerado de casi un centenar de empresas, incluida la fábrica de automóviles más grande del país y la principal siderúrgica. El grupo emplea en total unas 350.000 personas dentro y fuera de la India.

Los destinos de la India están ligados a los destinos de la empresa. El fundador de la firma, Jamsetji N. Tata, ayudó a poner en marcha la era industrial hace 141 años, cuando creó la primera fábrica de tejidos del país, su primera empresa de cargas y su primera fábrica de cemento.

Sobreponiéndose al racismo británico, Tata siguió creciendo e incursionó en la siderurgia, la distribución de electricidad y la hotelería. Tata fundó el grandioso hotel Taj Mahal cuando un portero le negó el ingreso a uno de los hoteles elegantes de la ciudad porque era indio, según relatan los libros de su empresa.

Tras la independencia, en 1947, llegó un período duro, de políticas socialistas y severas limitaciones a la empresa privada. Pero a principios de la década de 1990 el país volvió a una economía de mercado y Tata floreció de nuevo, colocándose a la vanguardia de la transformación del país. Inició además una ambiciosa expansión, adquiriendo firmas en el exterior, incluidas Jaguar y Land Rover.

Tata "se dejó llevar por el frenesí generalizado", dijo Guha. "Pensamos que podíamos comprar el mundo entero".

Hoy, en medio de la recesión, el grupo enfrenta una dura realidad. Los precios de los autos se desploman y Jaguar y Land Rover resultan una carga.

El Grupo Tata sigue generando grandes ganancias. En el 2007-08 llegaron a los 5.400 millones de dólares. Pero sus 28 empresas cotizadas en la bolsa perdieron más de la mitad de su valor y valen hoy a 24.290 millones de dólares, comparado con los 59.700 millones de hace un año.

Los ejecutivos de Tata desistieron de conceder entrevistas para este reportaje.

La economía india se desaceleró y el Fondo Monetario Internacional pronosticó un crecimiento del 5,1%, muy inferior al del 8,8% de los últimos cinco años. El índice de valores Sensex cayó de los 21.000 puntos de enero del 2008 a 9.100. Y la inflación llegó al 12,9% en agosto pasado, su nivel más alto en 13 años.

En noviembre, el presidente del conglomerado, Ratan Tata, ordenó una "drástica reducción de los costos de operación " para hacer frente a la crisis.

Tata sufrió su golpe más duro el 26 de noviembre, cuando comandos armados lanzaron un ataque coordinado contra varios sitios clave de Mumbai, incluido el hotel Taj Mahal.

Los guerrilleros estaban bien armados y pasaron 60 horas antes de que la policía logró controlarlos. En total murieron 164 personas en los enfrentamientos.

Para Tata, el episodio fue devastador. Su elegante hotel, que durante 100 años representó la sofisticación de Mumbai, se transformó en un campo de batalla. Su famosa cúpula se oscureció por el humo de incendios. Sus paredes fueron perforadas por balazos. Las ventanas destrozadas por granadas.

"Fue duro sobreponerse al impacto de ver cómo se prendía fuego a este edificio viejo y venerable", dijo Rata Tata a CNN.

Tata reabrió algunos sectores del hotel un mes después del ataque, pero continúan los trabajos de refacción en otras áreas. Los índices de ocupación de los hoteles de la ciudad bajaron un 40% y los hoteles tuvieron que reducir sus tarifas entre un 15 y un 20%.

El ataque dejó en claro que la India es vulnerable. Las autoridades ignoraron señales de alarma, no pudieron contener a comandos que se tomaron diez horas para llegar a Mumbai desde su base de operaciones cerca de Nueva Delhi y, según expertos en temas de seguridad, se manejaron mal al lidiar con una toma de rehenes en un centro judío, en la que murieron seis personas.

Ratan Tata criticó la ineptitud del gobierno y dijo que contrataría guardias privados.

Los ataques, por otro lado, podrían afectar las posibilidades de la India de ser un centro financiero importante.

"La gente puede decidir que no vale la pena hacer negocios en la India", señaló Kris Gopalakrishnan, director ejecutivo de Infosys Technologies, la firma de subcontrataciones más grande del país.

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