lunes, 2 de marzo de 2009

¿El final de los 'paraísos fiscales'?

MADRID.- Hace apenas unos días, Andorra, uno de los últimos bastiones de Europa para los que buscan pagar menos impuestos que el resto, anunció que quiere dejar de ser un paraíso fiscal, según recuerda 'El Mundo'.

Según la OCDE, en la actualidad sólo hay tres países catalogables con la ambigua etiqueta de «paraísos fiscales no cooperadores»: la propia Andorra, Liechtenstein y Mónaco. El principado pirenáico, el más débil de los tres, parece que no podrá mantener un modelo de gestión que la Unión Europea, como aseguró José Luis Rodríguez Zapatero en Berlín esta semana, quiere «erradicar».

Pero, ¿es una buena idea acabar con los paraísos fiscales? Hace unos meses, el economista Daniel J. Mitchell publicó un artículo en la revista Foreign Policy titulado Por qué los paraísos fiscales son una bendición, en el que, evidentemente, no se mostraba partidario de su eliminación. Su tesis es sencilla: si los impuestos (tanto sobre individuos como sobre empresas) se han reducido notablemente en los últimos 30 años es precisamente porque hay lugares en el mundo donde son más bajos.

Mitchell trata a los impuestos como a cualquier otro producto, material o financiera, y argumenta que siguen la ley de la oferta y la demanda. Los países de la OPEP tienen petróleo, los coreanos fabrican coches y los paraísos fiscales ofrecen impuestos bajos.Y, gracias a ellos, el resto de naciones se ven forzadas a ajustar sus niveles impositivos para no perder competitividad.

Sin embargo, las instituciones internacionales no comparten este enfoque y han vuelto a desencadenar una ofensiva contra los países que facilitan tanto la confidencialidad bancaria como regímenes fiscales benevolentes. El problema es que estos organismos no logran definir qué es un paraíso fiscal ni han conseguido, siquiera, hacer una lista fiable de países sospechosos.

La OCDE, por ejemplo, además de a los tres principados «no cooperadores» tiene en su lista de paraísos fiscales a 35 «jurisdicciones» que están «comprometidas con la transparencia y el intercambio efectivo de información», entre las que incluye a las Bahamas, Bermudas, las Islas Vírgenes, Panamá, Gibraltar(en la imagen) o Jersey.

La ONU, en cambio, tiene a casi 80 países bajo vigilancia por sus prácticas fiscales y bancarias, mientras que la Guardia Civil española, en un informe de 2004, identificaba hasta 48, sin contar a Suiza.

Las estimaciones más pesimistas de la OCDE cifran el capital acumulado en los paraísos fiscales en unos seis billones de dólares (de los cuales, 1,4 billones están en las Islas Caimán), y la Tax Justice Network, un grupo anti paraísos fiscales, estima que cada año los países dejan de ingresar 255.000 millones de dólares por culpa de estos lugares.

¿Son más los beneficios que las pérdidas? El cálculo real nunca se ha hecho, pero el debate, ahora mismo, está marcado por las razones políticas y, con la crisis internacional apretando, no es probable que la benevolencia fiscal gane amigos. Al menos entre los menos ricos.

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