sábado, 21 de marzo de 2009

España: La nueva pobreza del ladrillo

ALMERÍA.- Bienvenidos a Almería, una de las ciudades más golpeadas por la recesión y la crisis en España. Si en el país, el desempleo está en el 13,9%, en esta soleada provincia del sudeste andaluz la tasa es del 25%, según el Instituto Nacional de Estadística.

Con el consumo estancado y el grifo de los créditos cerrado a causa de las turbulencias financieras, el gobierno admite que el desempleo alcanzará el 16% en 2010, pero algunos organismos económicos internacionales elevan sus predicciones hasta el 19%, dibujando para toda España el mismo camino tortuoso por el que ya transita esta provincia.

Almería es el espejo del vertiginoso viaje a los infiernos de la economía española, asfixiada por el pinchazo de una burbuja inmobiliaria que ha derrumbado el resto del tejido productivo como si fuera un castillo de naipes.

A simple vista, es una ciudad viva. Ha cambiado mucho desde que en los años 60 Clint Eastwood rodara en estas tierras semidesérticas clásicos del spagueti western como "Por un puñado de dólares" o "Lo bueno, lo malo y lo feo".

Cines, bares y restaurantes bullen al atardecer de una actividad frenética. Sin embargo, una mirada profunda al corazón de sus calles revela las heridas que la crisis internacional ha abierto en España.

Los carteles de "se vende" salpican los exteriores de decenas de viviendas cuyos inquilinos no pueden afrontar los pagos de la hipoteca. Algunos comercios aparecen cerrados a cal y canto. Pero, sobre todo, llama la atención la cantidad de obras paralizadas.

El paradigma del final de los días de vino y rosas en Almería se llama "Pueblo de Luz". Como si fuera un monumento erigido por la ironía del destino, el esqueleto de cemento de este macroproyecto urbanístico de centenares de viviendas permanece en pie junto a enormes grúas en silencio, porque la promotora no tiene dinero para pagar.

La economía de esta provincia se ha sustentado tradicionalmente en dos industrias: las canteras naturales de mármol y la agricultura intensiva de los invernaderos. Durante los años de bonanza, la construcción de turismo residencial, es decir segunda vivienda, se sumó a la fiesta para cerrar un círculo poco virtuoso.

La costa se pobló de urbanizaciones de lujo y campos de golf. El turismo británico, con la libra en buena forma, no tardó en colonizar la zona. En junio de 2006, unas 85.000 personas trabajaban en la construcción en Almería. Hoy, de acuerdo con un estudio publicado por los sindicatos, no llegan a las 19.000.

Antonio Rosal, de 32 años, natural de Almería, pertence a Comisiones Obreras, uno de los dos sindicatos mayoritarios de España. En los últimos meses, se multiplica para poder asistir a las decenas de reuniones para negociar despidos colectivos en las empresas.

"Aquí nos hemos tirado 10 años viviendo a todo tren y resulta que no había tanta clase media como pensábamos", reconoce. "Sinceramente, creo que jamás llegaremos a lo que hemos tenido".

Rosal considera que muchos trabajadores han vivido estos años por encima de sus posibilidades, sin pensar un sólo instante que podrían perder su empleo.

Para frenar la sangría de desempleados, el gobierno invirtió más de 11.000 millones de euros en un ambicioso plan de obras públicas para emplear de nuevo a los desocupados de la construcción. Pero muchos expertos estiman que ningún rescate será efectivo.

Más de 800.000 familias tienen a todos sus miembros desempleados, según cifras del Instituto Nacional de Estadística.

Son lo que algunos expertos han bautizado como los nuevos pobres del ladrillo. Familias enteras que prosperaron al ritmo de una construcción desmedida de centenares de miles de viviendas durante la última década y que ahora, en menos de dos años, han visto su modo de vida destruido a la misma velocidad con la que el sector inmobiliario se ha desplomado a causa de la crisis.

Es la nueva realidad de este país, el agotamiento de un modelo productivo excesivamente dependiente de la vivienda en opinión de muchos expertos.

"La construcción ha sido una locomotora que ha arrastrado todo lo que ha encontrado a su paso en la caída", dice el catedrático Sandalio Gómez, de la prestigiosa escuela de negocios IESE de Barcelona. "Llegaremos sin problemas a los 4.500.000 desempleados, y la tasa del desempleo se elevará hasta el 20%".

La gran preocupación, según el profesor Gómez, es que la bolsa de nuevos desocupados procedentes de la construcción será difícil de colocar.

"Estamos hablando de unos años en los que todo el mundo tenía dos casas y hasta tres coches", comenta. "España es un país sólido y nuestra tasa de ocupación es similar al resto de Europa. Saldremos adelante seguro. El problema es esta generación del ladrillo. Son trabajadores sin apenas formación. No la necesitaban, en realidad".

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