sábado, 7 de marzo de 2009

Fabricar más dinero, el último cartucho contra la recesión

PARÍS.- Emitir más moneda para dinamizar el sistema de crédito, tal y como decidió hacer el jueves el Banco de Inglaterra y considera hacerlo el Banco Central Europeo, es uno de los 'últimos cartuchos' de las autoridades monetarias para relanzar la actividad a riesgo de aumentar la inflación.

Al igual que hizo la Reserva Federal estadounidense (Fed) en diciembre, el Banco de Inglaterra adoptó el jueves una política monetaria llamada de "flexibilización cuantitativa", por la cual el banco central emite moneda para desbloquear el sistema crediticio.

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, indicó el mismo día que éste estudia posibles "medidas no convencionales", entre ellas "crear dinero".

"Los bancos centrales han recortado las tasas de interés al mínimo para relanzar la economía. Con la flexibilización cuantitativa, llegamos a los últimos cartuchos que pueden sacar los bancos centrales", observa Agnès Benassy-Quéré, directora del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales (CEPII).

La Fed ya redujo su tasa directriz al 0,25%, el Banco de Inglaterra la 0,50%, el Banco de Japón al 0,10%, y el BCE al 1,50%, pero no consiguieron reactivar la economía.

El principio de la 'flexibilización cuantitativa' es que cuando las inyecciones previas de liquidez clásicas en los circuitos económicos no han producido el resultado deseado, el banco central 'crea' dinero, que circula sólo de forma electrónica. Con ese dinero compra a los bancos comerciales activos financieros, como créditos del Estado o de las empresas.

Mediante estas operaciones, permite a los bancos recuperar liquidez. El fin último es que gracias a la liquidez, los bancos comerciales aumenten sus esfuerzos para otorgar préstamos a los hogares y las empresas.

"Al hacer eso, (el banco central) reeemplaza a los bancos comerciales para financiar la economía, por considerarlos demasiado reacios", explica Henri Sterdyniak, director del departamento de economía de la globalización en el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE).

Aunque la mayoría de los economistas considera pragmática esta estrategia, el consenso sobre su aplicación es menor, por temor a que el Banco Central Europeo introduzca distorsiones entre Estados miembros o sectores económicos, o que se produzca un riesgo inflacionista.

"Es como cuando, en los viejos tiempos, los gobiernos hacían funcionar la plancha de billetes para pagar a los soldados", explica Agnès Benassy-Quéré.

En sus diez años de existencia, el BCE nunca ha recurrido a tales instrumentos, y se ha esforzado en mostrarse ante los mercados como un garante contra la inflación. "Es un giro ideológico para el BCE, pero también la situación es muy nueva. Es una medida temporal que corresponde a una situación de depresión y a una inflación muy débil en la zona euro", comenta Henri Sterdyniak.

De hecho, según los economistas la tendencia actual apunta a un riesgo de deflación. "Hará falta que (el BCE) dé indicaciones sobre su estrategia de salida, cómo va a destruir esa liquidez dentro de cuatro o cinco años, si no los agentes (económicos) anticiparán una inflación", explica Agnès Benassy-Quéré.

La eficacia de la medida tampoco está demostrada. Japón ya recurrió a la 'flexibilización cuantitativa' en los años 1990, sin mucho éxito.

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