Desde hace meses, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha advertido a los directivos de los grandes grupos empresariales y a los presidentes de las dos principales patronales del país que las compañías que reciban ayudas públicas debían dar ejemplo.
De momento, en el sector del automóvil, al que el Estado ha socorrido con un total de 7.800 millones de euros, el presidente de Renault, Carlos Ghosn, renunció a su parte variable de remuneración, los llamados 'bonus', correspondiente a 2008, igual que el responsable de PSA Peugeot Citroën, Christian Streiff.
Sin embargo, los banqueros se han mostrado más reacios y el pasado 20 de enero Sarkozy tuvo que convocarles en el Elíseo para presionarles y que renunciaran a sus bonus.
La semana pasada, la ministra Lagarde y el titular de Trabajo, Brice Hortefeux, lanzaron un ultimátum a las patronales para que presenten antes de finales de marzo "propuestas operativas" sobre los bonus, en línea con lo expresado por Sarkozy para que los directivos cuyas empresas pongan en marcha un plan social o recurran de manera masiva al paro técnico renuncien a la parte variable de sus remuneraciones.
Frente a estas exigencias, la presidenta de Movimiento empresarial de Francia (Medef), Laurence Parisot, se opone a cualquier tipo de autorregulación en materia de remuneraciones y todavía defendió esta tesis el pasado 11 de marzo en la comisión legislativa del Senado.
Junto al presidente la Asociación francesa de empresas privadas (Afep), Jean-Martin Folz, la responsable de Medef recordó que "los abusos no son nada al lado de la aplastante mayoría de comportamientos justos, éticos y responsables de los directivos".
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