Los republicanos se conforman con dejar que sean los demócratas lo que intenten librarse de este desagradable incidente político sin ayuda de terceros.
Tras proclamar públicamente su indignación por el pago de las bonificaciones, los demócratas han recurrido a una precipitada campaña para aprobar retroactivamente un impuesto confiscatorio a esas bonificaciones, medida que seguramente acabará en los tribunales y que podría ser declarada ilegal.
El secretario del Tesoro Timothy Geithner disfruta de la confianza de Obama, según la Casa Blanca.
Empero, esa benevolencia no es palpable entre los legisladores demócratas. Los republicanos han hecho al secretario del Tesoro blanco de sus iras, lo que no sorprende dada la elevada popularidad del mandatario.
"Es algo chocante que el gobierno nos hable ahora y actúe como si estos contratos fueran una sorpresa", sostuvo el senador Mitch McConnell, líder de la bancada republicana en el Senado. "Este gobierno podría y debería ... haber evitado que sucediera esto. Hace dos semanas tuvo muchos recursos para impedirlo".
El Departamento del Tesoro decidió en aquella ocasión inyectar otros 30.000 millones de dólares en la American International Group Inc., el conglomerado de seguros que el gobierno estimó demasiado grande e importante para que acabara en la bancarrota.
El verdadero problema de los demócratas es otro.
Pasó ya la época en la que podían amedrentar al gobierno del presidente George W. Bush y prometer buscar soluciones bipartidistas a los problemas económicos del país.
Ahora que controlan la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso, no pueden encontrar una explicación satisfactoria y convincente que les exima de su responsabilidad en el pago de esas bonificaciones.
El líder de la mayoría demócrata senatorial Harry Reid dijo que AIG son las iniciales de "avaricia y quizá corrupción".
El senador Max Baucus rechazó el argumento de AIG de que el dinero fue prometido como paga de retención de valiosos empleados. "Hay suficiente gente inteligente en este país que haría el trabajo por un salario honesto, y suficientes contribuyentes honestos que exigen que pongamos fin a esto", insistió el legislador demócrata. Puede estar seguros de que se hará justicia".
Empero, el pago de las bonificaciones ha ocurrido bajo la supervisión de los demócratas, y para los republicanos el caso de AIG parece un tema brindado por la providencia.
Su oposición abrumadora al plan de gastos extraordinarios aprobado el mes pasado por la Casa Blanca y el Congreso no parecía haber despertado grandes pasiones ante la insistencia de la Casa Blanca de que fueran adoptados con premura debido a la recesión.
AIG vende su sede en Wall Street
AIG dijo el miércoles que pondrá a la venta su sede de Wall Street y un edificio de oficinas cercano como parte de sus esfuerzos para mejorar su situación.
Mark Herr, vocero de la compañía, dijo que ésta evalúa la venta del número 70 de la calle Pine y el 72 de Wall Street.
La venta, de la cual informó el principio el diario New York Post, se produce en un momento difícil tanto para la gran aseguradora como para el mercado inmobiliario. Los precios de los edificios de oficinas caen en picada ante la falta de crédito y el achicamiento del sector financiero.
"No me atrevo a arriesgar un precio porque éste es precisamente el tipo de bien que los prestamistas evitan como la plaga en este momento", dijo Dan Fasulo, gerente de la firma de investigaciones Real Capital Analytics Inc.
Si se va AIG, será casi imposible conseguir un nuevo inquilino en medio de una recesión, dijo Fasulo.
La mejor opción sería convertir la propiedad en un hotel o edificio de apartamentos, lo cual también entrañaría riesgos, añadió.
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