miércoles, 4 de marzo de 2009

La industria, fatal protagonista / Carmen Tomás

Falta apenas un mes para que los últimos vaticinios del presidente del Gobierno se cumplan o no. El presidente del Gobierno en su afán insensato por vendernos una mejora en la situación del empleo se aferró no hace mucho a la idea de que marzo supondría una inflexión en la destrucción de empleo en nuestro país. Nada hace pensar que el pronóstico se cumpla y más viendo que febrero de nuevo ha supuesto una sangría para el empleo en nuestro país. Otros casi 150.000 trabajadores se han ido al paro y la Seguridad Social ha perdido 70.000 afiliados.

Desgraciadamente no va a acertar el presidente y tampoco lo ha hecho el ministro de Industria quien nos aseguró que sería ese sector precisamente el que tomaría el relevo de la construcción. No ha sido así ni en empleo ni en afiliaciones. Las cifras en términos anuales son sangrantes y nada hace pensar que la situación vaya a cambiar. Más bien al contrario cada previsión nueva que se hace es peor. Ya nadie duda de que en 2009, España tendrá más de cinco millones de parados y que las tasas sobre población activa volverán a años que creíamos ya superados.

Entretanto, el Gobierno sigue sin hacer nada para dar un vuelco a estas cifras. La falta de ideas y sobre todo de un plan global es lo que más preocupa. Las nuevas ideas puestas encima de la mesa por el ministro de Trabajo y que parece aprobará el Gobierno este viernes siguen empeñadas en hablar de subsidios y no de medidas destinadas a la creación de empleo o, al menos, a su no destrucción. El famoso Plan E es un auténtico gasto de dinero improductivo que aunque mejorara las cifras sería una cuestión meramente circunstancial.

El Gobierno está absolutamente desbordado y no cabe duda de que los resultados de las elecciones celebradas el domingo así lo certifican. La sensación es que Zapatero no quiere abordar las reformas necesarias. Veremos si a partir de este varapalo en las urnas se piensa algunas como la de reducir gastos y congelar sueldos para poder afrontar una reducción de impuestos que anime el consumo y la inversión y de algo de confianza. Habremos perdido año y medio, pero ni un día más.

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