viernes, 20 de marzo de 2009

La Unión Europea no quiere estímulos como los de EEUU

BRUSELAS.- Los líderes de la Unión Europea sostienen que ya han gastado bastante y que ha llegado el momento de reformar el sistema supervisor de la industria financiera y mantener los mercados abiertos.

Es una dura medicina para una Europa que se desangra con la destrucción de empleo. Y quizá sea una pócima intragable en la reunión que el Grupo de los 20 efectuará el 2 de abril en Londres.

Empero, las naciones europeas no tienen mucho margen de maniobra y hasta ahora han decidido pecar por exceso que por defecto de cautela.

En lugar de gastar miles de millones de dólares en otras sociales, sostienen que deben eliminar primero las salvedades existentes en el sistema financiero que causaron la crisis crediticia y que mantienen el crédito congelado.

Ello significa adquirir los activos no productivos de los bancos para eliminar de sus balances esas cuantiosas pérdidas y adoptar nuevas normas y directrices supervisoras para restaurar la confianza en el sector bancario.

En lugar de repartir dinero o conceder exenciones fiscales a los consumidores para fomentar las compras, los gobiernos de la UE quieren enmendar el comercio global evitando que las principales potencias económicas del G-20 levanten nuevas barreras arancelarias y aporten más financiación a exportadores e importadores.

Lograr que el resto del mundo ayude a enmendar los problemas económicos de Europa ayuda a la región a evitar una peligrosa espiral.

Sus dirigentes sostienen que ni pueden ni quieres imitar el ejemplo de la Reserva Federal estadounidense de destinar 1,2 billones (correcto) de dólares para inyectar circulante en la economía mediante el abaratamiento de las tasas hipotecarias y otras deudas del sector consumidor.

Esa inyección de fondos públicos podría dar paso a una inflación galopante _ algo que temen y recuerdan las naciones europeas de fines de la década de 1970 _ y una deuda pública aplastante que minaría los generosos programas sociales del viejo continente que protegen a la envejeciente población de forma mucho más dramática que en Estados Unidos.

Los líderes de la UE dijeron el viernes que las gestiones para gastar 200.000 millones de dólares de estímulo económico "llevarán tiempo para que sus efectos positivos se extiendan a toda la economía".

Empero, prometieron que la estrategia provocará nuevas inversiones del sector privado, fomentará la demanda, creará empleo y ayudará a Europa a desarrollar una industria energética de pocas emisiones de carbono_ eliminando gran parte de las importaciones de crudo y gas natural.

Este cuidadoso enfoque tienen sublevados a los sindicatos, que consideran que es necesario actuar de inmediato con mayor contundencia. Los gremios quieren que los gobiernos gasten otros 120.000 millones de euros de forma inmediata para salvar empleos _ y consideran que el plan debe abarcar la totalidad de la UE para ayudar a los países que no pueden permitirse el lujo de implantar ni siquiera modestos programas de estímulo económico.

Los sindicatos amenazaron con copar las calles en mayo y el jueves tres millones de trabajadores franceses fueron a la huelga. Los gremios tienen centrada su atención en las naciones más afectadas por la crisis, como Hungría, Letonia e Irlanda.

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