lunes, 30 de marzo de 2009

Las decisiones de gasto del G-20 se aplazarán a una cumbre en 2010

LONDRES.- La cumbre del G-20 que el próximo jueves se celebra en Londres concluirá sin decisiones de gasto debido a la división existente entre los líderes en torno a la apuesta por nuevos paquetes financieros, según confirmaron varios ministros británicos, lo que descarta los 1,4 billones de libras apuntados este fin de semana por un rotativo alemán que filtró el supuesto borrador de un documento manejado para la cita.

Tras la gira emprendida la pasada semana por América por el anfitrión de la cumbre, el primer ministro de Reino Unido, Gordon Brown, las reticencias a aprobar nuevos estímulos fiscales han quedado más patentes, incluso pese a las demandas de Estados Unidos, favorable a incrementar el gasto público como receta contra la crisis. Una posición que dejaría cualquier resolución económica para una nueva reunión, que según Downing Street no se celebraría, al menos, hasta 2010.

El propio Brown se ha visto obligado a rebajar sus pretensiones en la materia después de que el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), Mervyn King, y su ministro del Tesoro, Alistair Darling, le hayan trasladado su rechazo a incrementar el severo endeudamiento experimentado ya por las arcas públicas, de un 48 por ciento actualmente debido a los sucesivos paquetes económicos aprobados desde octubre.

Un criterio que encontró paralelismos en los contactos mantenidos por Brown en su gira americana, especialmente en Chile, donde tomó parte en la cumbre de líderes progresistas y constató la escasa disposición a aprobar nuevos paquetes y a los que se sumaron las advertencias emitidas ayer mismo Darling, quien rebajó las expectativas de la cumbre del jueves al calificarla de parte de un "proceso".

El ministro del Tesoro británico destacó el acuerdo de todos los países en la apuesta por apoyar la economía mundial, pero asumió que las conclusiones del jueves no recogerán nuevos estímulos fiscales, y mucho menos cifras concretas: "Tenemos que ser realistas, no deberíamos ser demasiado optimistas en que todo se arreglará en un sólo día", declaró, para insistir en que "no es el final del proceso, sino parte de uno continuo".

En este contexto, pese al consenso generalizado, recordó que las decisiones dependerán de lo que "cada Gobierno individualmente considere que necesita hacer en sus propias economías", una posición compartida por su compañero en Exteriores, David Miliband, quien apeló a no esperar "ningún conejo saliendo de la chistera" en la reunión. "Se trata de hacer frente a una crisis excepcional, este G-20 nunca fue sobre dar forma a presupuestos nacionales", declaró Miliband.

Por su parte, el primer ministro de Australia, Kevin Rudd, quien esta misma mañana se entrevistó con Gordon Brown en Downing Street, asumió que cualquier decisión sobre nuevos estímulos deberá esperar una nueva cumbre en la que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encargaría de diagnosticar la cantidad necesaria.

"Se ha establecido un mecanismo para reflejar qué necesitaremos en el futuro", declaró, en el sentido de que habrá una nueva reunión, en principio en 2010, en la que se "mirará de hecho qué números hacen falta", ya que, según él, en ningún momento se había establecido que la de Londres dejaría como resultado un nuevo paquete de estímulos. "Ésa nunca fue la intención", aseguró.

Al respecto, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha sugerido ya una nueva cumbre posterior a la prevista por el G-8 en Cerdeña el próximo mes de julio, pero Downing Street ya ha avanzado las pocas probabilidades de que se celebre ninguna del G-20 antes de 2010, una vez concluya la del 2 de abril en la capital británica.

Por su parte, China incidió este fin de semana en que todavía no está preparada para dar forma a nuevos estímulos fiscales, pese a las reservas que maneja el país, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, incidió en la necesidad de un "orden global" en los mercados financieros a partir de las "lecciones aprendidas de este desastre", ya que "el mundo no puede permitirse crisis como esta cada diez años".

En este sentido, junto al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, Merkel lidera la corriente europea que, frente a las intenciones iniciales de Brown y las declaradas de Washington, apuesta por no ir más allá en las medidas ya adoptadas, que han supuesto un esfuerzo medio del 4 por ciento del PIB de la Unión Europea. "No permitiré a nadie decirme que debemos gastar más", advirtió en una entrevista este fin de semana.

Una visión compartida por el responsable de la Presidencia de turno de la UE, el primer ministro checo, Mirek Topolanek, quien comparó un nuevo paquete con una "carretera al infierno" y que hace que las opciones de éxito de esta contención aumenten, puesto que la UE ocupará más de un tercio de los asientos el próximo jueves en Londres, ya que además de Reino Unido, Francia e Italia como miembros del G-8, estarán sentados España, Holanda, República Checa y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

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