Strauss-Kahn se entrevistó hace días con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el primer ministro británico, Gordon Brown, y ayer lo hizo en París con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, dentro de una ronda de contactos sobre la crisis económica y la preparación de la cumbre del G-20 que se celebrará el próximo 2 de abril en Londres.
El máximo responsable del FMI sigue confiando en una recuperación del crecimiento mundial en el segundo semestre de 2010 si se aplican correctamente las políticas adecuadas y termina de sanearse el sistema bancario.
En este sentido, insistió en que el G-20 deberá poner el acento no sólo en una mayor regulación financiera y en la lucha contra los paraísos fiscales o la aplicación de los planes de estímulo presupuestario sino en la "limpieza" de los bancos. De lo contrario, advirtió de que "el dinero desaparecerá como el agua en la arena".
"No hay que olvidar ni el circuito de alimentación que hace que el dinero llegue hasta los que lo necesitan ni los problemas de los países pobres y emergentes. No se puede resolver la crisis dejando a la mitad de la humanidad soportar su coste sin ayudarles", añadió el político francés.
En el programa de la televisión francesa estaba también como invitado el ex presidente del Gobierno José María Aznar, quien lamentó que en España haya en estos momentos cuatro millones de parados y que la previsión sea llegar a cinco millones a finales de este año.
Recordó también que su Gobierno redujo la tasa de paro del 24% al 10% y que España fue capaz de crear más empleo que Francia, Alemania, Reino Unido e Italia juntos. "No fue un milagro. Fue la consecuencia de una buena política", dijo.
La principal responsabilidad de la crisis la situó en los bancos centrales de algunos países, entre los que mencionó la Reserva federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y las instituciones de algunos países asiáticos que "inundaron" de liquidez el mercado. "Es una responsabilidad del Estado, no del sector privado", agregó.
Auguró que la crisis será larga y evitó decir si será optimista o pesimista. "Soy pragmático", apuntó Aznar, partidario de que en los diferentes países europeos haya una "gran agenda nacional de reformas" porque, "al final todas las crisis económicas son crisis políticas y se debe organizar una respuesta política".
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