domingo, 5 de abril de 2009

Cuestión de consumo / José Carlos Díez *

Tras varios años renegando de nuestro modelo de crecimiento basado en el consumo y ansiando parecernos a los alemanes, la crisis económica global nos hará cambiar de parecer. Las exportaciones japonesas desde el pasado verano han caído un 40%, las estadounidenses, alemanas, españolas y chinas más del 25%. Por lo tanto, una estrategia de recuperación económica basada en la exportación sería un suicidio económico. El turismo también se resentirá de la crisis en Alemania y el Reino Unido, y tan sólo los franceses y los españoles, como en todas las crisis, evitarán una reconversión del sector.

Por lo tanto, la recuperación tendrá que venir por el gasto doméstico.El Gobierno ya ha activado la política fiscal y ayudará a la economía a remontar el vuelo, pero España no saldrá de la recesión hasta que los consumidores normalicemos nuestro patrón de consumo.El mantra afirma que las familias españolas están muy endeudadas y que ahora es necesario que ahorren. Otro mantra es que en España no hay demanda solvente para que los bancos den nuevo crédito y esto justifica la escasez del mismo. En 2005, el Banco de España realizó una encuesta financiera a las familias y sus resultados destrozan esta visión. Dos tercios de las familias ya han pagado su primera vivienda y la mitad no tiene ningún tipo de deuda.Por lo tanto, es cierto que el conjunto de las familias ha aumentado significativamente su endeudamiento en la última década, pero el endeudamiento es asimétrico y se concentra en muy pocas familias.

Entonces, ¿cuál es el problema? El miedo. Los economistas llevamos más de dos siglos hablando del homo economicus, un ser racional que sabe ordenar todos los bienes de su cesta de la compra y tomar decisiones óptimas como una hoja de cálculo. Es cierto que nuestro cerebro tiene estas habilidades, pero la parte consciente sigue un proceso iterativo, y la combinatoria de posibilidades es infinita, por lo que al final es el componente emocional del cerebro el que toma la decisión. En este sentido el ser humano apenas ha evolucionado, ya que los neurólogos nos enseñan que la glándula cerebral que controla nuestras emociones la hemos heredado de los reptiles hace millones de años.

¿Qué nos asusta? Primero el cambio y la complejidad de la crisis y en último término perder el empleo o nuestra renta, como es el caso de los pensionistas, que están aterrados cuando escuchan las proyecciones de déficit público y ven en riesgo su pensión.Según las previsiones de los economistas más pesimistas, se va a destruir un 7% de empleo, pero según la encuesta del CIS, casi un tercio de los españoles temen perder su puesto de trabajo.La diferencia es puramente subjetiva y es determinante para explicar por qué los españoles hemos parado en seco nuestro gasto desde el pasado verano y hemos aumentado desproporcionadamente nuestro ahorro.

¿Cómo se recuperará el consumo? La clave es la creación de empleo y los medicamentos económicos más eficaces son la política monetaria y la política fiscal. Los planes de gasto público absorberán parte del empleo que destruye el sector privado y se frenará la intensa destrucción de empleo que está registrando nuestra economía. Pero más determinante será la bajada de los tipos de interés y las rebajas de precios.

Las familias hipotecadas revisarán su hipoteca y el primer mes ahorrarán la reducción de la cuota integra. El segundo, tercer y cuarto mes también. El quinto mes se irán de vacaciones, aunque no se gasten todo lo ahorrado. Los precios de la vivienda se están desplomando, especialmente en la costa y, en muchos casos, ya son atractivos para la compra. Los coches de segunda mano prácticamente se regalan, las tiendas no paran de hacer promociones para incentivar el consumo, etcétera.

Las familias que mantengan el empleo, especialmente los funcionarios, y los jubilados verán cómo, con el mismo salario o pensión, su capacidad adquisitiva aumentará y su gasto también lo hará. Versionando a Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa: «Qué sencilla sería la vida sin emociones, pero que aburrida y que insulsa».Carpe diem.

(*) José Carlos Díez es economista jefe de Intermoney y profesor de economía de la Universidad de Alcalá.- www.elmundo.es

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