domingo, 19 de abril de 2009

El anquilosado FMI recibirá una ampliación de sus recursos para que lidere la respuesta a la crisis global

WASHINGTON.- Un año puede ser una eternidad. Hace 12 meses, el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebraba su asamblea de primavera bajo el temor de convertirse en una institución irrelevante. Sus funcionarios abandonaban la institución en busca de trabajos más aburridos (pero igualmente bien pagados y con infinitas prebendas) en lugares como la OCDE. El Fondo iba camino de convertirse en un think tank público: con prestigio pero sin poder, según 'El Mundo'.

Entonces, llegó la crisis financiera mundial, que se combinó, además, con una personalidad extremadamente ambiciosa: el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn o, como se le conoce coloquialmente, DSK. Juntos, la crisis y DSK han vuelto a colocar al FMI en el centro de la economía mundial. Los funcionarios que se fueron hoy están regresando. Y sus puestos también son deseados por los miles de despedidos de Wall Street, que solían despreciar a los burócratas del FMI. Finalmente, el pasado 2 de abril, DSK logró su mayor éxito: una ampliación de los recursos de la institución de 750.000 millones de dólares (568.000 millones de euros).

El problema es que más dinero y más gente (o, al menos, la misma gente que antes del éxodo) no garantizan el éxito si no hay una estrategia. Y eso acaso sea lo más difícil de encontrar en el FMI. La institución es más como un gran dinosaurio, con su reparto de poder entre los países anclado en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y su ideología económica en los años 70 y 80.El Fondo hoy es más rico que hace un año. Pero, para ser más efectivo, debe solventar estos problemas:

1.) Colaboración con el sector privado. Como señaló Charles Dallara, el director ejecutivo del Institute for International Finance (IIF, según sus siglas en inglés, el think tank de los grandes bancos del mundo), el lunes pasado, «en los últimos años, el FMI ha advertido acerca de la puesta en práctica de políticas insostenibles en el centro y este de Europa. Sin embargo, no ha tenido ninguna vía para influir ni a los Gobiernos ni a los inversores privados». En un mundo en el que el sector privado es más importante cada día que pasa, el FMI se ha encontrado con que no tiene ninguna capacidad de influir sobre los bancos, los hedge funds y los fondos de capital-riesgo.

2.) Un policía sin armas. «Los países exportadores de capital, sobre todo China y ciertos estados de Oriente Medio, y los países desarrollados con amplio acceso a los mercados pueden prescindir del Fondo», reconoce Dallara. A esos países, lo más que les puede provocar la institución es alguna rabieta, «como cuando Gordon Brown se quejó de un informe nuestro en el que decíamos que el Reino Unido estaba siguiendo una política demasiado procíclica», según ha explicado a EL MUNDO Anne Krueger, ahora profesora de la Universidad Johns Hopkins y subdirectora en la época de Rato. Londres ignoró al Fondo. Y no pasó nada.

3.) Una institución anclada en los años 50. En el FMI, los países de Europa que fueron aliados de EEUU en la II Guerra Mundial están tan sobrerrepresentados que, por ejemplo, Holanda tiene más votos que India. Y no parece que eso vaya a cambiar. En su reciente estudio interno sobre la reforma de la institución, el propio Fondo no toca el increíble anacronismo de que el presidente de la organización tenga que ser europeo.

4.) La competencia de China. El hecho de que los países emergentes no estén representados en el Fondo no es una cuestión de prestigio nacional, sino que tiene consecuencias prácticas. Sobre todo en el caso de China, que tiene dinero suficiente como para hacerle la competencia al FMI. Un ejemplo: hace dos semanas, ese país cerró un canje de divisas con Argentina en virtud del cual Pekín pone a disposición del Gobierno de Cristina Kirchner 10.000 millones de dólares (7.500 millones de euros). Todo un salvavidas para que Buenos Aires pueda seguir haciendo frente a sus compromisos internacionales, pero sin pasar por el FMI. Hace unos meses, el FMI tuvo que apresurarse en ayudar a Pakistán para evitar que ese país fuera rescatado también por China.

5.) Falta de pragmatismo. El Fondo es una burocracia muy bien preparada, pero poco flexible y un tanto aislada del mundo. Eso hace que a veces sus programas sean contraproducentes. En Hungría, por ejemplo, ha obligado a los receptores de sus ayudas a recortar el gasto -justo lo contrario de lo que han hecho EEUU, la UE, Japón y China-, lo que a su vez ha agravado los problemas de esas economías. Ahora, el Fondo acaba de crear la Línea de Crédito Flexible, en virtud de la cual pone recursos a disposición de sus socios sin condiciones a cambio, en un intento de evitar la repetición de esos catastróficos planes de rescate.

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