domingo, 19 de abril de 2009

El politólogo francés Emmanuel Todd acusa en su última obra al libre comercio de fomentar la desigualdad

PARÍS.- Acostumbra a decirse que la pujanza de la derecha en Europa -y el consecuente retroceso de las izquierdas- proviene del miedo a la inmigración, del pavor a la inseguridad y de la supuesta mayor aptitud de los conservadores ante las emergencias económicas.Emmanuel Todd, demógrafo, politólogo y visionario, desmiente las tres razones en Después de la democracia.

A cambio, propone dos, que además son estructurales: el envejecimiento de la población (a más edad, más conservadurismo) y la estratificación del sistema educativo. Es decir, que la promesa de una formación académica y universitaria para todos ha «degenerado» en una jerarquía de los estudios superiores. El resultado consiste en la aparición de las elites y en el correspondiente esquema de la desigualdad, agravado por el empobrecimiento de la clase media y por el riesgo de la pirámide social.

Todd reivindica el proteccionismo como alternativa y como única solución a la prosperidad económica y política. No se refiere a un proteccionismo nacional ni patriótico, sino a una fórmula comunitaria y cooperativista. Empezando porque Europa se defienda del librecambismo exterior y consiga regular un mercado interno más o menos autosuficiente que, además, reforzaría la autoestima geopolítica del continente en beneficio de 450 millones de ciudadanos.

«El problema de la democracia», explica Todd a 'El Mundo', «consiste en que la clase política se niega a admitir que el librecambio es el origen del descenso del poder adquisitivo, de las desigualdades y de la consiguiente depresión social».

El demógrafo francés defiende la mundialización como expresión del intercambio cultural, pero denigra la globalización en cuanto constituye una amenaza depredadora. De hecho, la fórmula del proteccionismo no sería una característica específica de la UE, sino que es recomendable en los demás espacios continentales con sus recetas.

En caso de despreciarse la oportunidad del proteccionismo, Todd advierte del modo en que puede generalizarse la cultura del chivo expiatorio. O sea, el recurso de atribuir los problemas a motivos arbitrarios como la inmigración, el islamismo o la identidad.«Cuando el problema es artificial, la solución es imposible, pero la clase política se vale de excusas como solución ante la incompetencia».

Acusa a Sarkozy y a sus colegas de descansar en las confesiones ajenas -el Islam, mayormente- el problema del vacío religioso propio. También entiende que el modelo del chivo expiatorio no hace sino estratificar la sociedad y «desconstruirla» en guetos, etnias y peldaños, subestimando que tal esquema comporta todos los riesgos de una bomba de relojería.

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