En concreto, para que las medidas adoptadas sean efectivas deben complementarse con una completa labor de supervisión, a la vez que es preciso que se acelere la detección de los bancos con problemas y se impulse, en los casos que sea necesario, su cierre o reestructuración, señala en uno de los artículos de la publicación Javier Suárez (CEMFI).
Además, destaca que el sector bancario estadounidense y el mundial no está exento aún del riesgo de nuevos episodios de quiebra y "hasta que no se haya disipado y canalizado el problema de los activos tóxicos será difícil recuperar la confianza".
En el caso de España, los activos problemáticos son los inmobiliarios, que requieren "urgentemente" un plan generalizado específico para su tratamiento y para la propia viabilidad del sector bancario, afirma otro de los artículos de la publicación.
Respecto a estos activos problemáticos, considera que es preciso revisar el tratamiento se les dará por parte de las entidades de crédito desde una perspectiva contable, pasando por la revisión del papel de las agencias de calificación crediticia y de los mercados de derivados en la infraestructura financiera, hasta la reforma de la arquitectura financiera internacional y los grupos de supervisión bancaria, que velarán de manera conjunta por la salud de las entidades de crédito sistémicamente importantes, indica un artículo de Francisco Ramón Ballester y Arturo Díez Caballero (Banco Central Europeo).
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