viernes, 15 de mayo de 2009

Muere el psiquiatra español Carlos Castilla del Pino

CÓRDOBA.- El prestigioso psiquiatra y académico español Carlos Castilla del Pino, hijo predilecto de Andalucía en 1985, natural de San Roque (Cádiz) y con domicilio en Castro del Río (Córdoba), será incinerado mañana al mediodía tras fallecer anoche de un cáncer por el que estaba hospitalizado en Córdoba.

El prestigioso psiquiatra murió en el Hospital San Juan de Dios de la capital cordobesa sobre las dos de la madrugada de hoy viernes. Había nacido en 1922.

La incineración tendrá lugar en el tanatorio de Las Quemadas de la capital cordobesa, donde se instaló hoy la capilla ardiente, en el marco de una ceremonia civil por decisión expresa de su familia para respetar así sus deseos.

La muerte del psiquiatra no se conoció hasta primera hora de hoy.

Castilla del Pino falleció a los 86 años, víctima de un cáncer en un hospital privado de la capital cordobesa.

El también neurólogo y ensayista fue autor diez ensayos e investigaciones relacionados con la neuropsiquiatría, con uno de ellos, 'El delirio, un error necesario', consiguió el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos (1997).

También escribió dos novelas, 'Una alacena tapiada' (1991) y 'Discurso de Onofre' (1999), y dos libros de memorias, en los que recogió su experiencia personal y de la España en que le tocó vivir, 'Pretérito imperfecto. Autobiografía (1922-1949)' (1997) y 'Casa del olivo. Autobiografía (1949-2003)' (2004).

Lo venció un cáncer

Psiquiatra a contracorriente, poderoso símbolo de la resistencia antifranquista, académico de la Lengua, dotado narrador y prolífico memorialista, el cáncer venció finalmente a Carlos Castilla del Pino. El psiquiatra rojo, como lo apodó la dictadura que combatió como activo militante comunista, murió en la madrugada del viernes, con 86 años, según sus familiares.

Muy respetado en el ámbito psiquiátrico, se distinguió por su intento de humanizar el tratamiento de los enfermos mentales y por su investigaciones sobre la incomunicación y la depresión. Su extensa obra alternó la investigación médica con una profunda y dolorosa indagación memorialística en una vida plagada de trágicos episodios, como la temprana muerte de su padre, el fusilamiento de varios familiares en la Guerra Civil o la muerte prematura de cinco de sus siete hijos.

Renovador de la psiquiatría, miembro de la RAE, en la que ocupaba el sillón Q que fuera de Camilo José Cela, Carlos Castilla del Pino nació en San Roque (Cádiz) el 15 de octubre de 1922, único hijo varón de un matrimonio con cuatro hijos. La Guerra Civil se cebó con su familia, en la que se sucedieron fusilamientos y asesinatos a manos de los sublevados contra la República.

Su admiración por Ramón y Cajal orientó su temprana vocación científica y un interés por la medicina y la psiquiatría que le condujo a Madrid, donde se licenció y comenzó a trabajar al lado del doctor López-Ibor.

Trabajó luego en el Instituto Ramón y Cajal, desde 1949 investigó en profundidad sobre la esquizofrenia y dirigió el Dispensario de Psiquiatría de Córdoba. En esta ciudad ganó en los 80 la cátedra extraordinaria de Psiquiatría y Dinámica Social, un reconocimiento académico que se le había negado con saña desde los años sesenta. Se convirtió en el máximo responsable de los servicios psiquiátricos y de higiene mental de la ciudad andaluza, que dirigió hasta su jubilación en 1987.

Abrió entonces su consulta privada en Córdoba y fijó su residencia en Castro del Rio, a 40 kilómetros de la capital, junto a su esposa, varios perros y un gato. Crearía también la Fundación Aula Castilla de Pino, en la que continuó su labor investigadora. Había iniciado en los cincuenta del siglo pasado una década de intensa investigación neuropatológica en la que alumbró más de una treintena de trabajos.

Adalid de un movimiento clínico e intelectual que abogó por humanizar el tratamiento del enfermo mental y por la introducción de nuevas técnicas farmacológicas para aliviar el sufrimiento; en 1965 publicó uno de sus trabajos más célebres, Un estudio sobre la depresión.

Le siguió Fundamentos de antropología dialéctica, en el que sostenía que la mayoría de las patologías psiquiátricas tienen un origen biográfico y que para su curación resulta crucial tener en cuenta el contexto social y económico del paciente.

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