viernes, 5 de junio de 2009

La crisis económica mundial llega con fuerza al Vaticano por menores aportaciones de los fieles

VATICANO.- Las finanzas del Vaticano caen en picado. Roma ha cerrado el ejercicio fiscal con un déficit neto de 9 millones de euros. Consciente de que la Iglesia católica no sólo vive de la Providencia, la Curia romana, con el Papa Ratzinger a la cabeza, busca las causas y las soluciones de una situación que pone en riesgo el normal funcionamiento de la potente maquinaria eclesiástica romana.

Ya el pasado mes de abril, Su Santidad se reunió en Castelgandolfo con un reducido grupo de cardenales de su máxima confianza. Un austriaco, el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, y tres italianos: el cardenal Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la conferencia episcopal italiana, el cardenal Scola, patriarca de Venecia y el cardenal Ruini, ex presidente del episcopado italiano.

Los cuatro gozan de la amistad personal del Sumo Pontífice que abordó, con ellos, entre otros temas delicados, el de las arcas vacías de Pedro.

Además de la crisis económica global, que ha puesto de rodillas a casi todas las economías del mundo, en Roma se buscan las causas específicas del déficit vaticano. Y se señalan unas cuantas. Por ejemplo, está claro que los ingresos por las inversiones vaticanas en Estados Unidos se han derrumbado.

Y es que uno de los países en los que más invierte la Santa Sede es precisamente Norteamérica. Sobre todo desde la época en la que ocupaba la presidencia de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano el cardenal americano Casimir Szoka. El purpurado estadounidense se retiró en 2006, dejando unas cuentas muy saneadas y con unas inversiones muy productivas, que, desde entonces, se vinieron abajo.

Otras causas de los números rojos vaticanos son el aumento del gasto corriente, sobre todo las partidas dedicadas a la seguridad del Papa y del Vaticano, y el cuantioso descenso de las ofrendas realizadas a Roma por los fieles de todo el mundo. Los visitantes de la Basílica de San Pedro han pasado de 20.000 a 4.000 diarios en muy pocos meses.

La caída de las limosnas tiene que ver con la crisis global y coincide con la salida de un libro titulado "Vaticano Spa" ( el manantial del Vaticano) de Gianluigi Nuzzi. La obra, basada en documentos archivados por monseñor Dardozzi, ilustra operaciones poco claras y poco transparentes realizadas desde el IOR, el polémico banco vaticano desde la época de monseñor Marcinkus.

Las turbulencias financieras y también el aumento del gasto, por ejemplo en la seguridad del pontífice, justifican este descalabro financiero. Los trabajadores del pequeño estado sienten en sus carnes los rigores de las constreñida económicas del reino de Dios en la tierra. Son muchas las voces que piden una reestructuración en las finanzas vaticanas y hacerlas también más claras.

En "Vaticano Spa" se narran las operaciones realizadas, no hace mucho tiempo, por el actual presidente de la banca vaticana, Angelo Caloia. Ahí queda en entredicho la transparencia de esos movimientos llevados a cabo siempre después de la marcha del polémico cardenal Marcinkus.

"Caritas in Veritate"

El patrimonio vaticano cae, al igual que caen las aportaciones de los fieles debido a la crisis. Por eso se reclama una nueva gestión más eficiente que no comprometa la actividad de la Santa sede, sobre todo en lo concerniente a las iglesias de los países pobres.

Precisamente, debido a la crisis Benedicto XVI ha tenido que realizar distintos retoques a su encíclica social. Lleva dos años trabajando en ella el Papa Ratzinger. Es su pensamiento más esperado ya que, en principio, estaba previsto que la publicara en enero.

Las sacudidas financieras provocaron un replanteamiento de los términos del pontífice. Estudioso, metódico y doctrinal, Joseph Ratinger no sabe de urgencias, sino que persigue la claridad en sus exposiciones (aunque no siempre lo consigue).

Por eso ha habido que esperar medio año para que las luces de la crisis alumbren "Caritas in Veritate", la encíclica social del Papa, que será públicada el 29 de junio.

En plena crisis económica global y particular, esta primera encíclica social de Benedicto XVI se espera con expectación porque ha sido reescrita varias veces, precisamente para tener en cuenta los dramáticos cambios ocurridos en la economía mundial.

¿Tendrá el Papa alguna solución, al menos de fondo, para que el mundo pueda salir de la crisis?

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