sábado, 20 de junio de 2009

La ciudad brasileña de Petrópolis se convierte en capital de la energía limpia

RÍO DE JANEIRO.- La ciudad turística de Petrópolis, a 65 kilómetros de Rio de Janeiro, se convirtió en la capital brasileña de la energía limpia gracias a un sistema que produce energía a partir de aguas servidas, que además ya fue llevado a Nicaragua, República Dominicana, Haití y España.

El sistema, impulsado por la Organización (no gubernamental) Instituto Ambiental (OIA), se basa en un principio simple: un biodigestor aprovecha las aguas negras para generar energía, que alimenta hogares de cinco barrios populares de la antigua ciudad imperial. Veinte mil personas se benefician de la iniciativa.

El sistema recupera el gas metano que se produce naturalmente a partir de las aguas servidas y lo canaliza para uso doméstico. Este gas de efecto invernadero, dañino para la atmósfera si es liberado, se aprovecha así con un fin útil, explicó Jorge Gaiofato, director técnico de OIA, a AFP.

El lodo que se origina en el proceso en el biodigestor puede utilizarse para fertilizar cultivos y el agua remanente, menos contaminada, puede vertirse en ríos vecinos, algo muy importante en un país como Brasil, donde según estadísticas oficiales, poco más de la mitad de los municipios tienen red colectora de aguas negras y solo un 20% las tratan.

"El biodigestor no trata los efluentes sanitarios, los recicla y reutiliza. Tratarlos es función del Gobierno, pues el volumen generado es demasiado grande. Sin embargo, el biodigestor es una solución para sistemas ubicados en puntos en donde no hay red" colectora y de tratamiento de aguas, añadió Gaiofato.

"Cada 10 casas que tratan sus efluentes en biodigestores se genera gas para que una sea autosuficiente", calculó Gaiofato.

Los biodigestores de Petrópolis benefician a 30 familias en las barrios populares Nova Independencia, Vai quem Quer, Nogueira, Vila Ipanema y Manga Larga. Otros seis aparatos de este tipo se instalarán en la ciudad, incluso en un condominio de lujo.

"Las mediciones que hacemos comprueban que la reducción de la carga orgánica (de los efluentes) llega a 98%", dijo Marcio Salles, superintendente de Aguas do Imperador, la concesionaria de servicios sanitarios en Petrópolis, que adoptó el sistema en las favelas de la ciudad.

Además, el costo de un biodigestor "es hasta tres veces más barato que el de la instalación de una red tradicional" de tratamiento de aguas servidas, concluyó.

Según OIA, el costo para la construcción de un biodigestor capaz de atender hasta cuatro casas varía de 1.000 dólares a 1.500 dólares.

Hace unos meses, Gean Carlos dos Santos, un profesor de 35 años, casado y padre de Sofía, una bebé de seis meses, decidió cambiar el pozo séptico que tenía en su casa, en la comunidad de Manga Larga, en las afueras de Petrópolis, por un biodigestor que ayudó a construir.

"Yo tenía un pozo séptico en la casa y después de un curso de ecología decidí cambiarlo (por el biodigestor). No contaminamos el río y, además, puedo usar el biogás", relata. Eventuales escapes, explica, se pueden percibir por el olor característico del metano o por burbujas en una piscina de control.

Entusiasmado con el sistema, Dos Santos, que usa el metano para cocinar hasta dos horas seguidas, dice que el ahorro con el biogás es grande y que piensa usarlo para el calentador de agua.

"Antes compraba un cilindro de gas cada dos meses. Hoy, compro uno cada tres meses, tres meses y medio", señaló.

El sistema impulsado por la OIA nos remonta a la vieja ley del químico francés Antoine Lavoisier, que ya en el siglo XVIII planteó que "en la naturaleza nada se crea, nada se pierde, todo se transforma".

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