martes, 16 de junio de 2009

El Banco de España prevé que el déficit público roce el 10% en 2010

MADRID.- En contraste con la buena salud de las cuentas públicas españolas en el pasado, el Gobernador del Banco de España dijo el martes que la recesión económica ha dañado rápidamente la situación financiera del país y que continuará presionando en el futuro.

"Los resultados fiscales correspondientes a 2008 y las proyecciones disponibles, que apuntan a valores del déficit público que pueden aproximarse el año 2010 al entorno del 10 por ciento del PIB y a ratios de deuda pública que podrían exceder el umbral del 60% del PIB, configuran un drástico cambio de panorama, al haberse agotado las posibilidades de la política fiscal para impulsar el gasto", dijo Miguel Ángel Fernández Ordóñez en el discurso de presentación del informe anual elaborado por el banco.

En el cuadro macroeconómico elaborado y presentado por el Gobierno el pasado viernes, se estima un déficit público del 7,9 por ciento en 2010.

Pese a que según el máximo responsable del Banco de España, la peor fase de la crisis se ha podido dejar atrás en el primer trimestre de este año, las secuelas que impregnarán al conjunto de la economía real y financiera española seguirán presentes durante algún tiempo dada la magnitud de la crisis.

"Las mejoras de los indicadores más recientes indican una menor intensidad de las fuerzas contractivas y parecen despejar el peligro de una continuada profundización de la espiral recesiva", dijo Fernández Ordóñez.

Según el Gobernador, la economía real española se ha visto fuertemente dañada por la crisis financiera internacional a lo que se unió la fuerte sacudida que estaba atravesando el sector inmobiliario local.

En este sentido, el Banco de España considera esencial impedir que un fuerte endeudamiento público condicione la repunte de la actividad económica, más aún cuando la política fiscal ya no tiene margen para estimular el consumo.

"Hay que impedir que el endeudamiento del sector público se convierta en un obstáculo cuando la economía española se encuentre en mejores condiciones para crecer (...)", agregó.

Una vez más, Fernández Ordóñez expuso la necesidad de abordar reformas estructurales en el mercado laboral y en otros sectores que sirvan de impulso a la competitividad y a la productividad de la economía doméstica.

"La reforma debe prestar especial atención a que las condiciones laborales se ajusten a los momentos cíclicos de la economía y, en particular, a las circunstancias específicas a las que se enfrentan las empresas o los sectores productivos, para evitar que el ajuste se produzca mediante la expulsión del mercado de un número elevado de trabajadores", añadió.

También abogó por modificaciones en los sistemas de contratación, que permitan que los trabajadores que han perdido su empleo puedan retornar con prontitud a la vida laboral activa, evitando que se produzcan situaciones prolongadas en el desempleo.

"Para alcanzar un nuevo patrón productivo que permita retomar tasas de crecimiento potencial elevadas, las actuaciones estructurales han de abarcar una gran variedad de campos", dijo.

En éstas, Fernández Ordóñez se refirió a la mejora del nivel educativo de la fuerza laboral, así como a una acción decida y eficaz en el impulso de la economía del conocimiento y superar el desfase que la economía española arrastra en este terreno.

Fernández Ordóñez reiteró que el sistema bancario español ha resistido bien el primer embate de la crisis global lo cual no le hace inmune a los efectos que sobre la economía doméstica está teniendo el deprimido panorama internacional.

"La entrada de la economía española en recesión está teniendo implicaciones para la evolución del negocio bancario y la morosidad", expresó el Gobernador.

"El menor ritmo de actividad y el aumento de la morosidad, que son tendencias generales entre los bancos y las cajas españoles, han presionado sobre sus cuentas de resultados ya en 2008", añadió.

Según Fernández Ordóñez, los resultados de las entidades españolas van a estar sometidos a una importante presión en el futuro. En el corto plazo, como consecuencia del previsible avance de la morosidad.

En el medio plazo, porque la competencia por la financiación presionará los márgenes operativos a la baja y esa presión no podrá ser compensada tan fácilmente como en el pasado por la generación de mayores volúmenes de actividad.

"Este exceso de capacidad del sector debe afrontarse a través de procesos de reestructuración que permitan afianzar un sistema de intermediación financiera sólido y eficiente", dijo.

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