sábado, 4 de julio de 2009

Agua a más de mil euros

BARCELONA.- «El agua se ha convertido en un producto de lujo, como las joyas, el vino, los coches o la moda. El mercado demanda cada vez más productos diferenciados y exóticos». Lo dice Steve Rowe, uno de los más cualificados sumilleres de aguas del mundo. Creador del primer Premium Water Summit, en Barcelona, y recientemente elegido miembro destacado del jurado del prestigioso Water Innovation Awards en Inglaterra, tiene 44 años, nació en Inglaterra y ahora vive en la Ciudad Condal, desde hace cinco años.

Especialista en aguas, importa y distribuye aguas de todo el mundo: de lluvia, de icebergs, de volcán. «Lo que pida el cliente», dice. Rowe pone dos ejemplos que explican la sofisticación a la que está llegando el sector de las aguas. «Los yuppies de Nueva York ya no piden vino o bebidas alcohólicas cuando se sientan en las terrazas de Wall Street para descansar o comer entre horas de trabajo», explica.

«Pero como quieren que la gente sepa que ocupan un lugar destacado y que tienen dinero, piden agua, pero agua de marca, lo más cara posible, como si fuera un vino de las mejores añadas», relata. «Es como los que se compran un coche para aparentar», apunta. «El agua como termómetro de estatus social, aunque por supuesto tiene un alto componente esnob», dice.

«Y hay que tener en cuenta, añade, que estos jóvenes 'brokers' neoyorquinos marcan tendencia, así que no es raro que en breve veamos a jóvenes pijos en España bebiendo aguas caras de marca en las terrazas de medio país».

El segundo ejemplo que cita Rowe respecto al agua tiene que ver con los restaurantes de alta gama. «Han llegado a tal nivel de exigencia que la necesidad de ofrecer cosas diferentes que los establecimientos de la competencia les ha llevado a ofrecer extensas cartas de aguas, sales o aceites».

«Ofrecer platos novedosos cada vez es más difícil, así que para diferenciarse tienen que dar servicios distintos». Pero el lujo se ha situado a tal altura, explica, que ya se venden en España botellas de agua a 1.000 euros el litro.

«Cada vaso sale a cien euros», dice entre risas. Se trata de la firma Ogo, cuya botella se vende con incrustaciones de Swarovski, contiene 35 veces más de oxígeno de lo normal y se comercializa por encargo con dos meses de espera.

«Sólo está disponible en una tienda de Barcelona (colmado Quilmez) y en los Vips de Madrid», afirma. «Estamos en la sociedad que rinde culto a la marca, sólo así puede explicarse que haya gente que pague este precio por una simple botella de agua».

Profesión exclusiva

Steve Rowe rompe tópicos, pues asegura que el «agua no es ni inodora, ni incolora, ni tampoco insípida». Como sumiller del líquido elemento, profesión de la que sólo hay 20 en todo el mundo, señala que hay aguas «duras, blandas, más o menos mineralizadas, con minerales, brillantes, opacas, de sabor dulce, con gas, sin gas y con oxígeno añadido».

«En general, las aguas se diferencian por su procedencia», explica. «Las que están enriquecidas con oxígeno resultan agresivas en el paladar, algo amargas en boca, y podrían ser una alternativa a las bebidas energéticas: oxigenan la sangre», asegura.

Además destaca la Cloud Juice: 9.750 gotas de agua pura de lluvia en cada botella, 400 veces más pura que los estándares mundiales. «Se recoge en una pequeña isla vecina a Tasmania, King Island». Asimismo ensalza la Berg. «Un empresario de Nueva Escocia toma trozos de iceberg, los remolca con su barco, los disuelve y luego los embotella. Tiene un sabor limpio, ligero, como si comieses nieve».

Al igual que hay un vino para cada plato, Rowe asegura que hay un tipo de agua para cada ocasión. Así, recomienda aguas con cuerpo para acompañar a las carnes rojas, como si fuese un vino tinto. Las aguas más ligeras maridan mejor con el pescado y las más dulces, con los postres.

Aunque señala que para beber aguas de lujo hay que acudir a restaurantes de tres tenedores; como destino turístico-gastronómico aconseja ir al Colette, en París, el único bar de aguas del mundo. «Las tienen todas, eso sí, hay que beberlas en copa de vino grande, y servidas a temperatura ambiente.

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