sábado, 4 de julio de 2009

Bolivia evalúa la gran riqueza de litio de un espectacular desierto de sal

LA PAZ.- Durante años el Salar de Uyuni ha sido una remota pero popular atracción turística en el sur de Bolivia: el mayor desierto mundial de sal, una cegadora y blanca superficie que se extiende hasta la línea del horizonte.

Ahora, sin embargo, los mochileros y los residentes locales que dependen el comercio de sal temen que ese espectacular y vasto paisaje se vea amenazado por las compañías mineras multinacionales.

Porque Bolivia, el país más pobre de Sudamérica, tiene en el Salar de Uyuni grandes riquezas minerales.

El desierto contiene 5,4 millones de toneladas de litio, cerca de la mitad de las reservas mundiales certificadas (13 millones), de acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), mientras que el Gobierno de Bolivia estima que existen 140 millones de toneladas.

Este metal blando es ampliamente usado en baterías para teléfonos móviles y computadoras, y es un elemento clave en los automóviles eléctricos que se espera sean de producción masiva en el futuro.

Por eso, los grupos mineros Mitsubishi y Sumitomo de Japón, LG de Corea del Sur y Bollore de Francia presionan para que se les permita extraer litio en la zona.

Pero el gobierno socialista de Bolivia duda. La administración del presidente del país, Evo Morales, reclama una gran porción de las ganancias y, aún más importante, exige la construcción de plantas de tecnología de litio en el país.

El récord de Morales de nacionalización de empresas extranjeras en los sectores de energía y telecomunicaciones también da que pensar a las compañías mineras.

Por otra parte, las autoridades bolivianas indicaron que el país extraería el litio por sí mismo si avanza un proyecto para instalar una planta piloto de extracción de carbonato de litio en 2010, aunque expertos estiman que carece del conocimiento y el equipamiento para hacerlo.

Los turistas que hacen el largo viaje para conocer la enorme extensión blanquecina -descrita en la guía turística Lonely Planet como "uno de los espectáculos más imponentes de América del Sur"- ven con preocupación la situación, porque temen que el lugar sea arruinado para siempre.

"Creo que deberían dejarlo en paz, tal como es. No deberían destruir la naturaleza así", dice a Travis Pitts, un turista estadounidense de 27 años, mientras observa el desierto que lo rodea desde un hotel construido con ladrillos de sal.

Hadar Ozer, una israelí de 21 años instalada en una de las decenas de vehículos 4x4 concentrados en un punto del inmenso lugar, se asombra de lo "increíble" que es el Salar de Uyuni.

"También tenemos sal en Israel, el Mar Muerto. Pero aquí es enorme. Uno siente que camina en la Luna, porque todo es blanco y es increíble", afirma.

En otro punto del desierto, una "isla" de rocas cubierta de cactus, varios extranjeros bajaron de los vehículos a tomar fotos. La ausencia total de referencias engaña al ojo humano y a las cámaras, por eso los objetos tanto cerca como lejos parecen estar unos encima de otros.

En una aldea en la periferia del desierto casi todos los residentes locales viven de vender recuerdos tallados en sal y provisiones a los turistas.

Ellos también tienen miedo de que las compañías mineras hagan estragos en el lugar.

"No sabemos qué pasará si hay extracción de litio. No sé. Todavía no sabemos qué sucederá, porque algunas personas dicen que podría haber polución", comenta Marta Flores, una mujer de 35 años que vende baratijas hechas de sal.

Los guías que conducen sus vehículos por el desierto de 11.000 kilómetros cuadrados también están preocupados.

Ya vieron su negocio afectado, dicen, por la incertidumbre internacional generada por el gobierno de Morales, que tiene una mala relación con su par de Estados Unidos.

Para varios, cualquier proyecto que traiga prosperidad a la región y al país es bienvenido, aunque son escépticos sobre la existencia de controles suficientes que permitan que la minería conviva con otras actividades en el desierto, como el turismo.

"Será productivo para la región", afirma un guía, Juan Barcelona. "Pero al mismo tiempo veremos los fincas, las granjas, todo eso contaminado, creo, porque habrá mucha actividad minera. Todo el desierto estará lleno de minas de litio".

Mientras tanto, los que visitan el Salar de Uyuni se preguntan si serán los últimos en contemplar el panorama en tan prístino estado.

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