Esta infraestructura, que reducirá la dependencia europea del suministro ruso de gas y que ha sido considerada una pieza clave para el abastecimiento estratégico de Europa, tendrá 3.300 kilómetros de longitud y una inversión asociada de 8.000 millones.
Los cinco países involucrados en la obra se comprometieron a dar apoyo al proyecto, que ha sufrido varios meses de bloqueo político y que deberá competir con las rutas tradicionales de distribución de gas.
"El proyecto necesitará una atención constante y un fuerte apoyo político", afirmó el primer ministro húngaro, Gordon Bajani, citado por los medios internacionales de comunicación.
"La crisis no puede mermar nuesta voluntad de inversión en infraestructuras, sobre todo en las relacionadas con el suministro energético", señaló por su parte el canciller austriaco, Werner Faymann, en alusión a las dudas acerca de la capacidad del proyecto para atraer recursos económicos en la actual coyuntura.
El representante en el acto de la Administración estadounidense, Richard Morningstar, mostró el apoyo de su Gobierno al nuevo gasoducto, que espera recibir fondos del Banco Europeo de Inversión y un apoyo expreso del resto del países de la Unión Europea.
Otro de los retos de Nabucco será el de encontrar un nicho comercial viable para los 31.000 millones de metros cúbicos que transportará el gasoducto cada año.
"Necesitamos más pragmatismo y visión de mercado, y menos geopolítica", afirmó el primer ministro búlgaro, Sergei Stanishev.
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