sábado, 11 de julio de 2009

El G-8 no es suficiente y crecen las exigencias de reformarlo

ROMA.- Pese a todas las sonrisas y los discursos positivos, la cumbre del Grupo de los Ocho países más industrializados (G-8), recién concluida, muestra cuán inmanejable se ha vuelto el grupo, encabezado por potencias de la Guerra Fría y excluyente de las economías que crecen más rápido en el mundo (China, India y Brasil), que no son sino meras observadoras.

Mostró también cuán profundas son las divisiones entre los puntos de vista del viejo y del nuevo mundo.

El encuentro quedó por debajo de las expectativas en varios temas, desde el cambio climático hasta el comercio. La crisis mundial pesó mucho en todos los participantes y complicó los esfuerzos por buscar consensos, derivando en que se eludieran o postergaran algunas decisiones relevantes.

Los miembros parecieron divididos sobre cuán pronto deben levantarse los paquetes de estímulo económico, aunque coincidieron en que éste no es el mejor momento.

Los propios líderes del G-8 destacan las insuficiencias de un club exclusivo, creado hace tres décadas, frente a los problemas del siglo XXI.

El excluir a las potencias emergentes del mundo es "la decisión errónea", dijo el viernes el presidente estadounidense Barack Obama, en la última conferencia de prensa dentro del marco de la cumbre.

Añadió que el sistema deteriorado de las instituciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas, necesita reestructurarse a fin de reflejar los cambios geopolíticos.

El presidente francés Nicolas Sarkozy consideró que la expansión del G-8 es prácticamente un hecho. El líder italiano Silvio Berlusconi, anfitrión de este año, señaló que el limitar este club a naciones ricas e industrializadas "no resulta ya adecuado".

Pero el hallar la fórmula adecuada para una reestructuración es una historia bien distinta.

"Todos quieren el grupo más pequeño posible... pero que los incluya", dijo Obama. las naciones excluidas "piensan que es muy injusto que se les deje afuera".

Sarkozy confió en que el G-8 se amplíe a 14 naciones --añadiendo a Brasil, China, India, México, Sudáfrica y algún país árabe-- cuando Francia ocupe la presidencia rotatoria en el 2011.

Pero no se trazó una vía clara esta semana, y los miembros existentes se aferraron a su condición de elite.

"Ellos no cederán su poder", advirtió Milena Elsinger, del grupo analista de políticas extranjeras DGAP en Berlín. "Seguirán reuniéndose y fingiendo que son los líderes del mundo".

El G-8 se derivó de un foro económico promotor de la democracia, celebrado en Francia en 1975. Los participantes fueron entonces los seis países industrializados más ricos, todos del Hemisferio Norte: Francia, Alemania Federal, Italia, Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos. La agrupación se expandió a siete integrantes al año siguiente, con la adición de Canadá, y a los ocho actuales en 1997, con la llegada de Rusia.

El grupo se reúne anualmente, rotando su sede entre los ocho países.

Pero en los años recientes, ha habido una expansión y dispersión notable del poderío económico global, fuera del G-8, una tendencia acelerada por una recesión que ha golpeado con particular dureza a Estados Unidos y a Europa, permitiendo que algunos países en desarrollo sigan creciendo.

China es ahora la tercera economía más grande del mundo, después de Estados Unidos y muy cerca de Japón. Brasil y España, que no son miembros del G-8, tienen economías más fuertes que Canadá, que se ubicó en el undécimo sitio en la lista de las mayores potencias emitida en el 2008 por el Fondo Monetario Internacional.

"Los días en que un puñado de países europeos y del Atlántico podía dictar su política al resto del mundo están quedando atrás", dijo William Galston, experto de la Brookings Institution, con sede en Washington, y ex funcionario del gobierno de Bill Clinton.

"El G-8 sigue siendo útil para discutir asuntos de interés común entre las democracias europeas y norteamericanas, pero para muchos propósitos tiene que ser expandido", dijo Galston.

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