miércoles, 8 de julio de 2009

El G-8 ve una reactivación frágil y teme explosión social

ROMA.- El G-8 inició este miércoles una cumbre de tres días en L'Aquila, la ciudad del centro de Italia devastada por un sismo, con un diagnóstico poco alentador sobre la recuperación económica, que considera aún amenazada por una recaída y por riesgos de explosión social.

El G8 de las mayores economías se vio por otro lado contrariado por el bloqueo de las discusiones con el G5 de potencias emergentes para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2050.

Las discusiones entre industrializados y emergentes se vieron afectadas además por la ausencia del presidente chino, Hu Jintao, quien debió regresar precipitadamente a Pekín a causa de los sangrientos enfrentamientos étnicos que estallaron en la región china del Xinjiang (noroeste).

Una declaración común de los países del G8 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Rusia) da parte de "señales de estabilización" de la economía mundial, pero aún moderadas.

"Hay señales de estabilización y especialmente una recuperación de los mercados bursátiles", pero "la situación sigue siendo incierta" y "riesgos importantes siguen pesando sobre la estabilidad económica y financiera", dicen los dirigentes.

Además, "los efectos de la crisis económica en los mercados laborales pueden poner en peligro la estabilidad social", subrayan, para recomendar a continuación que "las buenas políticas macroeconómicas estén asociadas a políticas sociales y laborales".

Desde el inicio de la crisis, más de 100 millones de personas incrementaron el ejército de los hambrientos en el mundo, que por primera vez suman más de mil millones, según datos de la ONU. El jefe de Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, anfitrión de la cumbre, indicó que el G8 podría desbloquear de 10.000 a 15.000 millones de dólares para desarrollar el sector agropecuario de los países pobres.

El G8 promete además una guerra sin cuartel contra la evasión fiscal, retomando el programa de la cumbre del G20 de potencias industrializadas y emergentes que se realizó a inicios de abril en Londres. El documento llama a discutir y adoptar "una panoplia de medidas eficaces contra los países que no respetan las normas internacionales en lo que hace a la transparencia fiscal".

El jueves, el G8 se reunirá con el G5 de emergentes (China, India, Brasil, México y Sudáfrica) y de otros tres países (Australia, Indonesia y Corea del Sur) para discutir sobre la lucha contra el cambio climático.

El conjunto de esas 16 naciones, llamadas Foro de las Mayores Economías (FME), emite el 80% de los gases de efecto invernadero. Pero según una fuente europea, no será posible alcanzar en esa reunión el compromiso de reducir esas emisiones a la mitad en 2050.

"Hay un fuerte compromiso (por parte del FME) para reducir hasta 2050 de forma sustancial las emisiones mundiales, pero no será en un 50%", dijo ese responsable.

Los jefes de Estado y de Gobierno del FME mantendrán en cambio su objetivo de limitar el calentamiento global a 2º centígrados respecto a los niveles previos a la revolución industrial, indicó un negociador occidental, sin precisar los medios que se aplicarán para alcanzar esa meta. La temperatura media mundial ya aumentó casi un grado en el último siglo.

Las decisiones del FME generaban expectativa, a menos de seis meses de la cumbre del clima de la ONU en Copenhague, convocada para firmar un ambicioso acuerdo multilateral contra el cambio climático, en sustitución del Protocolo de Kioto, que llega a su fin.

El G8 discutirá por otro lado la cuestión nuclear iraní, ante los temores de que la República Islámica se dote del arma atómica, indicó un responsable europeo, que pidió el anonimato.

Y dirigirá un "fuerte mensaje de condena" a Corea del Norte, por haber realizado recientemente su segunda prueba nuclear y numerosos disparos de misiles, según anunció el ministro de Relaciones Exteriores italiano, Franco Frattini.

La cumbre debía realizarse en Cerdeña, pero Berlusconi la trasladó a L'Aquila tras el terremoto del 6 de abril, que dejó casi 300 muertos. Varios países, como Japón o Canadá, anunciaron ayudas para la reconstrucción de la región.

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