martes, 7 de julio de 2009

Una encíclica papal busca una "autoridad global" sobre economía

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Benedicto XVI pidió una "autoridad política mundial" para gestionar la economía global y por una mayor regulación gubernamental de las economías nacionales para sacar al mundo de la actual crisis y evitar que se repita.

El llamamiento del Papa a repensar el modo en que se gestiona la economía mundial se produjo en una nueva encíclica que abordó una serie de asuntos sociales pero cuyo principal hilo conductor fue cómo la actual crisis ha afectado a las naciones ricas y pobres.

Partes de la encíclica "Caridad en la verdad" parecía que iban a molestar a los conservadores por su rechazo subyacente al capitalismo sin control y las fuerzas del mercado sin regular, que dijo que llevó a un abuso "ampliamente destructivo" del sistema.

El Papa considera que cada decisión económica tiene una consecuencia moral y pidió "formas de redistribución" de la riqueza supervisada por los Gobiernos para ayudar a los más afectados por las crisis.

Benedicto dijo que "existe una urgente necesidad de una verdadera política mundial" cuya tarea sea "gestionar la economía mundial, revivir las economías afectadas por la crisis, evitar cualquier deterioro de la presente crisis y los mayores desequilibrios que podrían resultar".

Dicha autoridad tendría que estar "regulada por la ley" y "necesitaría estar universalmente reconocida y revestida con el poder efectivo para garantizar la seguridad de todos, respeto por la justicia y por los derechos".

"Obviamente tendría que tener la autoridad para asegurar el cumplimiento de sus decisiones por parte de todos los implicados, y también las medidas coordinadas adoptadas en varios foros internacionales", agregó.

Las Naciones Unidas, las instituciones económicas y las finanzas internacionales tienen que ser reformadas "incluso en medio de una recesión mundial", manifestó Benedicto XVI en su encíclica, de 141 páginas.

Una encíclica es el documento papal más importante y aporta la guía más clara para los 1.100 millones de católicos del mundo y para los no católicos sobre lo que piensan el Vaticano y el Papa sobre asuntos sociales y morales específicos.

El texto está dirigido a todos los católicos además de "toda la gente de buena voluntad" y fue publicado en la víspera del inicio de la cumbre del G-8 en Italia, y tres días antes de que el Papa aborde la recesión mundial con el presidente estadounidense, Barack Obama.

En diversas secciones de la encíclica, Benedicto XVI dejó claro que tenía grandes reservas sobre un mercado totalmente libre.

"La convicción de que la economía debe ser autónoma, de que debe protegerse de "influencias" de carácter moral, ha llevado al hombre a abusar del proceso económico de un modo ampliamente destructivo", manifestó.

"A largo plazo, esas convicciones han llevado a unos sistemas económicos, sociales y políticos que pisotean las libertades personales y sociales, y por lo tanto son incapaces de proporcionar la justicia que prometen".

El beneficio es útil solo si sirve como un medio de aportar un futuro más brillante a toda la humanidad.

En otros apartados de la encíclica, su primera en asuntos sociales desde su nombramiento en 2005, abordó asuntos como el desarrollo, la migración, los derechos sindicales, terrorismo, turismo sexual, asuntos de población, medio ambiente, bioética y energía.

La publicación de la encíclica se retrasó casi un año para que el Papa pudiera abordar aspectos de la actual crisis económica.

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