lunes, 10 de agosto de 2009

China: ¿una futura superpotencia gracias a la crisis financiera? / Jing Men *

El siglo XX fue el de Estados Unidos. ¿Será el siglo XXI el de China?

China está en ascenso. Desde la reforma política a finales de la década de los 70 su economía ha crecido a un ritmo medio del 9% anual. Se ha convertido en la tercera mayor economía del mundo, y superó a Estados Unidos como principal socio comercial de Japón en 2004, de la India en 2008 y de Brasil en 2009.

Constituye el primer país de origen de las importaciones de EEUU, con quien consiguió un superávit comercial de 266,3 millardos de dólares en 2008. Ese mismo año se convirtió en el principal propietario extranjero de deuda pública norteamericana, superando a Japón.

La crisis financiera ha reforzado la importancia de China dentro de la economía mundial. Se dice que tiene 2 billones de dólares en reservas de divisas extranjeras, mientras que el déficit presupuestario estadounidense de este año probablemente supere esa misma cantidad.

El paquete de estímulos monetarios de 586 mil millones de dólares del gobierno chino muestra su resolución de mantener a raya la crisis. El Primer Ministro chino, Wen, declaró a principios de 2009 que en caso necesario su gobierno inyectaría un segundo paquete para impulsar la economía.

La cumbre del G20 señaló que se espera que este país desempeñe un papel aún más importante a la hora de hacer frente a la crisis.

Los dirigentes chinos no sólo intentan encontrar soluciones para los problemas surgidos, sino que también quieren averiguar por qué se han producido, y cómo se podrían evitar en el futuro.

Zhou Xiaochuan, director del Banco Popular de China, cree que los fallos del sistema monetario internacional podrían solucionarse hasta cierto punto creando una nueva reserva mundial de divisas. Una idea controvertida que alarmó a los norteamericanos, pero que recibió la silenciosa aprobación de muchos europeos y asiáticos.

Aunque el plan propuesto por Zhou no consista en reemplazar el estatus dominante del dólar en un futuro próximo, sí que podría provocar una revolución dentro del sistema monetario internacional.

Según ha ido aumentando su poderío económico China ha ido incrementando también su gasto en defensa, con cifras de crecimiento anual de dos dígitos. Quiere formar una fuerza militar que esté a la altura de su creciente potencia económica y que pueda defender especialmente sus aguas territoriales y espacio aéreo. Tras muchos años de discusiones entre sus dirigentes, probablemente construya su primer portaaviones en los próximos años.

Al crecer su fuerza militar, China ha ido exhibiendo su poderío y haciéndose cada vez más activa. Por primera vez desde la época de la dinastía Ming ha enviado a sus barcos a proteger sus mercantes destacando dos destructores y un navío de suministros frente a las costas de Somalia. Y ha llevado a cabo varias maniobras conjuntas con otros miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai.

Desde principios de 2009 han ido llegando informes sobre hostigamientos de buques chinos contra supuestos barcos espías norteamericanos al sur del mar de la China. En junio un submarino chino chocó accidentalmente en ese mismo mar con una baliza submarina de sonar lanzada por un destructor norteamericano que participaba en un ejercicio conjunto con varios miembros del ASEAN.

Más recientemente los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) celebraron su primera cumbre. Para ellos la crisis internacional podría ser una oportunidad para readaptar el orden mundial político y económico, así que expresaron su ambición y voluntad de participar más activamente en los asuntos internacionales.

No cabe la menor duda de que China es el más influyente de los cuatro, pero el formato BRIC puede servirle de plataforma para tratar con EEUU y Europa en temas como el desarrollo sostenible, calentamiento global, y la paz y estabilidad mundiales.

Algunos sostienen que el papel de EEUU dentro de la economía mundial está en declive, y que China le está sustituyendo en el liderazgo global. Parecería que la crisis financiera podría ser una oportunidad de oro para China de impulsar esa tendencia, pero aunque su evolución a largo plazo sea indudablemente ascendente, la crisis financiera actual no va a facilitar una subida espectacular a costa de los intereses de Estados Unidos.

¿Por qué no? En primer lugar, la crisis financiera supone un reto para China tanto como para EEUU. El que sea el principal propietario de la deuda pública norteamericana viene a resaltar que ambos viajan en el mismo barco, y por tanto deben aceptar su interdependencia y coordinarse mutuamente. Tanto si le gusta como si no, lo cierto es que China tiene que seguir comprando deuda estadounidense.

Aunque el Primer Ministro Wen manifestase a principios de este año su preocupación por el monto de la deuda norteamericana, sabe que si su país dejara de comprarla su valor caería aún más drásticamente. China tiene que ayudar a EEUU para ayudarse a sí misma. Por otro lado, aunque esté buscando otras divisas como objetivo de inversión, da la sensación de que ni el euro ni el yen les valen como alternativa.

Además, el desarrollo chino va a remolque de sus exportaciones. El descenso radical de la demanda proveniente de EEUU, la UE y Japón a causa de la crisis financiera ha tenido un efecto inmediato en su comercio exterior, que se redujo en un 25,9% entre el mes de mayo de 2008 y el de 2009. Muchas empresas orientadas a la exportación han quebrado, y más de 20 millones de trabajadores han perdido su empleo.

La crisis financiera ha supuesto varios interrogantes para el gobierno chino: ¿cómo estimular de forma eficaz el consumo interno? ¿Cómo crear puestos de trabajo para los trabajadores despedidos? ¿Cómo mantener un desarrollo sostenible? Pekín se ve muy presionado para mantener la tasa del 8% de crecimiento de su PIB, porque si no lo consigue podrían surgir problemas sociales de enorme magnitud.

Incluso si logra solucionar los problemas a corto plazo, la cuestión del desarrollo sostenible a largo plazo sigue representando un reto para el gobierno chino.

China tendrá que abordar la cuestión de las tantas veces pospuestas reformas políticas y sociales para desarrollar un sistema universal de asistencia social que ofrezca a su gente un cierto nivel de seguridad. Para estimular el consumo interno resulta imprescindible eliminar la preocupación de sus ciudadanos por la educación, la asistencia sanitaria y las pensiones. Pero eso no va ocurrir de la noche a la mañana.

Por último, y lo más importante: China no quiere ni puede desafiar el liderazgo estadounidense. En comparación con el poderío norteamericano, es sólo una potencia regional. Tanto el coste como el riesgo son demasiado altos para que Pekín se comprometa en tantas cuestiones internacionales como EEUU, desde Iraq o Afganistán hasta Irán o Corea del Norte.

En la escena internacional más poder implica una mayor responsabilidad, pero China no está aún preparada para asumirla en tan alto grado. Su principal prioridad es su propio desarrollo económico, y lo que más le preocupa es el mantenimiento de la paz y estabilidad de la región. A pesar de su crecimiento, no puede desempeñar el papel que EEUU ha estado jugando en los asuntos internacionales.

De hecho, ha sido el orden económico y político establecido por Estados Unidos el que ha creado un entorno favorable para el desarrollo de China, que se subió al carro norteamericano y se ha beneficiado enormemente del sistema internacional que ha mantenido ese país. Los beneficios que obtiene Pekín le animarán a seguir asumiendo el liderazgo de Washington.

Si los sabe administrar adecuadamente, tanto el poderío militar chino como el económico seguirán creciendo tras la crisis financiera, pero sin llegar a alcanzar a EEUU en ninguno de los dos aspectos. Lo que China tiene que dejar claro a Estados Unidos es que los dos países no son competidores sino socios, por el interés de ambos y el del mundo entero.

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