domingo, 2 de agosto de 2009

El aceite de argán, el oro líquido de Marruecos

TÁNGER.- Los bereberes lo conocen como el árbol de la vida por sus propiedades nutricionales y dermatológicas. El argán, también conocido como acebuche espinoso, crece principalmente en el suroeste de Marruecos, en el límite sahariano, aunque igualmente se encuentra en algunas zonas de Andalucía y de México. Dada su rareza y como medida para proteger los 21 millones de ejemplares que viven en un espacio de unas 800.000 hectáreas de extensión, la Unesco declaró en 1999 el bosque de argán marroquí Reserva de la Biosfera internacional.

Resistente al calor, con una altura que oscila entre los 8 y los 10 metros y con raíces de hasta 10 metros de profundidad, el árbol da un fruto de la dimensión de una nuez y está formado por una cáscara carnosa que cubre el hueso. De él se extrae el apreciado aceite, se dice que el más caro del mundo -10 euros un cuarto de litro-, por lo que es conocido como el oro líquido de Marruecos.

Son las mujeres bereberes las mejores conocedoras de las técnicas de extracción de este aceite, que se realiza de forma totalmente artesanal y que utilizan desde hace siglos para masajear a los bebés, tratar eccemas y acné, suavizar la piel de las embarazadas y prevenir las estrías o masajear las articulaciones para tratar reumatismos.

Se recomienda su uso para aliviar las quemaduras del sol y para combatir algunas enfermedades dermatológicas. Es la cosmética moderna la que está impulsando su consumo, dando a conocer los efectos hidratantes y regenerativos sobre la piel. Otro uso del aceite es, por supuesto, el alimentario, siendo la estrella de la cocina tradicional y de la nueva gastronomía marroquí.

El proceso de recolección del fruto del argán tiene una historia, cuando menos, curiosa, ya que en él tienen un protagonismo especial las cabras. Si el pasto escasea, estos animales se suben al árbol de argán para comer las hojas y los frutos. Posteriormente, escupen los huesos que el hombre recoge. Otro sistema de recogida es cuando el fruto, ya maduro, se deja secar para pelarlo y sacarle el hueso.

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