sábado, 22 de agosto de 2009

En Sudáfrica, los diamantes son eternos, pero no las ciudades mineras

CIUDAD DEL CABO.- Los diamantes son eternos, pero las minas de Sudáfrica de donde se extraen tienen un carácter más efímero, como en Kleinzee, localidad de la costa Atlántica del país con apariencia de ciudad fantasma cuyo propietario, el grupo De Beers, planea transformar.

Aislada desde hace 80 años en el perímetro de seguridad que rodea "la costa de diamantes", Kleinzee es una de las numerosas ciudades mineras de esta región que ven desaparecer su actividad.

En menos de dos años, las escuelas, centros de esparcimiento y viviendas quedaron desiertos.

Desde 2007, el grupo sudafricano De Beers, primer productor mundial de diamantes, redujo drásticamente su actividad en esta ciudad situada a 600 kilómetros al norte de Ciudad del Cabo (suroeste). De los 3.000 empleados de hace dos años, 250 trabajan aún para el gigante de los diamantes.

Los casi 700 habitantes esperan desesperadamente que el Gobierno se decida a poner fin al estatuto de propiedad privada de esta ciudad que pertenece a la compañía. Podrán entonces comprar sus viviendas y esperan darle una nueva vida.

"Todos mis amigos perdieron su trabajo. Es una ciudad minera. ¿Qué es lo que pueden hacer aquí?", se pregunta la propietaria del único almacén de la ciudad, Ann Engelbrecht, que vio caer sus ventas un 60% desde que adquirió el negocio en 2007.

Para hacerle frente a esta caída de actividades, abre hasta más tarde y cierra por completo el fin de semana. "No vale la pena. El comercio va mal, pero creo realmente que si la ciudad modifica su estatuto va a cambiar", estima Engelbrecht, que trabajó 25 años para De Beers.

Es como si "se hubiese lanzado una bomba nuclear" sobre la explotación minera, agrega el único cliente del almacén.

De Beers, que se prepara para abandonar completamente la ciudad, intenta, con ecologistas, relanzar la actividad con el turismo o la piscicultura y tratando de enmendar el impacto que tuvo la explotación minera en el medioambiente.

El proyecto se eleva a 463 millones de rands (56 millones de dólares).

"Creo que es la primera vez en el mundo que esto sucede a tan gran escala", subraya Gert Klopper, vocero regional de De Beers.

Las bombas de las minas se utilizan ahora de forma inversa, para rellenar los pozos y promover la ostricultura y otras actividades. Otros proyectos prevén la creación de una marina, de caminos campestres e incluso una sala para conciertos en una entigua mina a cielo abierto.

Según este portavoz, sólo 10.000 hectáreas fueron explotadas en un terreno de 90.000 prohido al público durante décadas, por lo tanto preservado de toda intervención humana. Los pocos pozos aun explotados se agotarán en 30 años.

Una ventaja mayor en un litoral que en partes está muy urbanizado. Centenares de empleos podrían crearse gracias al turismo en lo que es una de las regiones más aisladas del país.

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