miércoles, 26 de agosto de 2009

Restricciones y miedo menguan el comercio en la frontera colombo-venezolana

CARACAS.- Antes pasaba con los costales al hombro y ahora me revisan hasta una bolsa de mercado", lamenta Jhorman Rodríguez, cruzando desde Venezuela hacia Colombia por el puente Simón Bolívar, donde los controles aduaneros se han reforzado por la nueva crisis bilateral.

Lo que el presidente Hugo Chávez llamó "congelar" las relaciones con Colombia hace unas semanas se ha traducido en múltiples trabas en este punto fronterizo entre San Antonio y la vecina ciudad colombiana de Cúcuta.

Por ello, compradores y vendedores se alejan día tras día de ambos lados de esta activa frontera de Sudamérica.

"Los colombianos se abstienen de venir a hacer sus compras cotidianas" por las largas colas y los controles de la militarizada Guardia Nacional venezolana en la frontera, apunta Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio de San Antonio.

Por su parte, los venezolanos, desanimados por la pérdida de su poder adquisitivo y las restricciones de divisas concedidas al atractivo cambio oficial (2,15 bolívares por dólar), también prefieren evitar escaramuzas con los guardias, aunque Cúcuta los espere con los brazos abiertos.

"Si no viene a comprar el venezolano, Cúcuta no tiene vida", afirma Pablo Rubio, dueño de una tienda de ropa, cuyas ventas han caído un 80% desde el inicio de esta nueva crisis bilateral.

Pérdidas similares ha tenido Luis Lozano, quien maneja una tienda frente a la plaza principal de San Antonio.

"A la gente de Colombia le da miedo de venir para acá, pierde mucho tiempo en las colas", a pesar de que el tipo de cambio les favorece, asegura.

Pero ¿quién habló de rencillas entre habitantes de uno y otro lado de la frontera? "¡No, hombre, no! Es sólo el comercio", responde despreocupado Rubio.

Además, por otras vías, el vínculo comercial entre las localidades fronterizas está lejos de romperse.

Los vendedores ambulantes de Cúcuta ofrecen en las calles alimentos básicos procedentes de Venezuela como leche, aceite, harina o azúcar y traídos de contrabando.

También se ganan una buena propina retirando el efectivo de tarjetas de crédito de venezolanos el cupo de dólares al cambio oficial otorgado por el gobierno de Hugo Chávez para los ciudadanos que viajan al exterior.

Esta cantidad de divisas, por la que los venezolanos pagan 2,15 bolívares por cada billete verde, está actualmente situada en 2.500 dólares al año. Mientras tanto, en el mercado paralelo, al que recurren muchos venezolanos que necesitan divisas, son necesarios más bolívares para comprar un dólar.

Decenas de venezolanos hacen este viaje a Cúcuta para volver con el efectivo y luego intentar hacer negocio, afirman habitantes de esta ciudad colombiana.

"Eso sí, el contrabando no para (...) Si a Chávez se le ocurriera poner la frontera en Caracas, igual pasaría la mercancía a Colombia", asegura Rubio.

El mandatario venezolano ordenó el martes por la noche que se vaya preparando la ruptura de las relaciones con Colombia.

Las declaraciones fueron formuladas a tres días de la cumbre extraordinaria de la Union de Naciones Suramericanas (Unasur), en Bariloche, en el sur de Argentina, dedicada a discutir el acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos para que éste use bases militares en el país suramericano.

Este acuerdo fue el origen de que Chávez congelara las relaciones con Bogotá a finales de julio.

"Todo el mundo dice que son bases americanas, pero realmente las manejan generales colombianos. Pero si van a seguir congeladas las relaciones, sería mejor retirar las bases", opina el colombiano Rafael González, haciendo mentalmente cuentas sobre su próxima inversión en Venezuela: un almacén en San Antonio.

"Si la crisis se mantiene, la entrada de mercancía puede verse afectada pero igual voy a intentarlo", asegura.

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