viernes, 11 de septiembre de 2009

El despertar de la recuperación impulsa las bolsas y hunde al dólar

LONDRES.- Para los inversores, ya no hay duda: la recuperación llegó y sus señales -cada vez más numerosas- impulsan a las principales plazas financieras mundiales a sus niveles más altos del año, dejando por el camino a una víctima, el dólar.

"Es casi como si la mayor burbuja del crédito de la historia jamás hubiera existido", señaló en un comunicado Albert Edwards, de Société Générale. "Los inversores están cada vez más convencidos de que una reactivación duradera de la economía mundial está emergiendo de entre los escombros".

En Nueva York, el Dow Jones, indicador estrella de la primera plaza financiera mundial, cerró el jueves por encima de 9.600 puntos, en su nivel más alto desde la elección del presidente Barack Obama, el 4 de noviembre. Repuntó más del 45% desde sus niveles más bajos en marzo, pero sigue estando en baja superior al 30% con respecto a sus récords de octubre de 2007.

La víspera en París, el CAC 40 había superado 3.700 puntos y en Londres, el Footsie 100, 5.000 puntos, niveles que estos indicadores no habían alcanzado desde octubre.

"La resistencia de los mercados indica un fuerte y creciente apetito por el riesgo", estima Vasili Serebriakov, analista del mercado cambiario para el banco Wells Fargo.

Pero esta recuperación de confianza trae aparejado como daño colateral el debilitamiento de la moneda estadounidense, que había servido como valor refugio en el punto álgido de la crisis.

La divisa europea, que se mantenía desde el inicio del verano en torno a 1,40 dólares, pasó el umbral de 1,45 dólares por primera vez desde diciembre de 2008.

Otra consecuencia de este movimiento es el alza de los precios de las materias primas, mientras los inversores ven que la producción industrial se reanuda y que el debilitamiento de la divisa estadounidense las vuelve más atractivas.

Así, el precio del petróleo registró el jueves su cuarto aumento consecutivo en Nueva York, y la semana quedó marcada por un empuje del oro por encima de 1.000 dólares la onza por primera vez en seis meses.

Pese a todo, la euforia de la primavera aún parece lejana y los indicadores bursátiles siguen el ritmo de sesiones indecisas y poco activas, que en general cierran con modestas ganancias.

"Esto se parece a un aburrido mercado alcista, y es lo que es", describía esta semana Hugh Johnson, encargado de las inversiones en Johnson Illington Advisors.

Algunos inversores parecen efectivamente frenar el ritmo cuando, de forma paradójica, las señales de reactivación son cada vez más claras, tanto en Europa como en Estados Unidos, en el frente macroeconómico.

"La gente es optimista para el tercer trimestre, pero aún se pregunta qué parte (de la reactivación) provenía de las medidas (impulsadas por el gobierno) y cuál es orgánica y constituye un verdadero crecimiento duradero", estima Marc Pado, analista de Cantor Fitzgerald.

"Cuando hablo con mis clientes, no tienen ganas de comprometerse a fondo", constata Gregori Volokhin, responsable de la estrategia de acciones en Meeschaert Nueva York. "Todo el mundo observa un poco lo que está pasando sin participar de manera muy convencida".

Una vez instalada la reactivación, el mercado se orienta hacia lo que le sigue y las fuentes de incertidumbre aún son muchas, como el vigor del crecimiento, el riesgo de que aumente el desempleo, la explosión de déficits públicos y el futuro de la reforma de salud en Estados Unidos y las presiones inflacionarias...

"Todo el mundo espera que algo nuevo suceda", señala Mace Blicksilver, que administra los activos de Marblehead Asset Management. "Lo que me vuelve prudente son los cambios en Washington. El motor del mercado alcista entre 1992 y 2000 eran las reducciones impositivas y menos regulaciones; ahora tenemos exactamente lo contrario".

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