miércoles, 23 de septiembre de 2009

El G-20 buscará mantener el esfuerzo que permitió salir de la crisis

PITTSBURGH.- Los líderes mundiales intentarán demostrar en Pittsburgh (noreste de EEUU) que después de rescatar a los bancos y de estabilizar la economía son capaces de enfrentar los males que provocaron la crisis y de responder a los reclamos de millones de nuevos desocupados.

La cumbre del G-20 de las principales economías industrializadas y emergentes, el jueves y el viernes, será también una oportunidad para que el presidente Barack Obama, en su primera actuación como anfitrión de un gran acontecimiento internacional, demuestre que su prestigio mundial tiene efectos prácticos.

La crisis, que tuvo su paroxismo hace un año con la quiebra del gigante bancario Lehman Brothers, fue frenada con planes de rescate de billones de dólares gracias a los cuales Alemania, Francia, Japón y Brasil salieron de la recesión, en tanto que Estados Unidos y Gran Bretaña se aprestan a hacerlo.

Pero el impulso colectivo que se reflejó en las decisiones adoptadas en la última cumbre del G20, a inicios de abril en Londres, parece ahora disiparse, ante la menor presión de los indicadores económicos.

Los debates se sitúan en una semana de discusiones en todos los frentes, desde la lucha contra el cambio climático -crucial para un nuevo modelo de desarrollo sustentable- hasta la atribución de más poder a los países emergentes en el FMI.

"En Pittsburgh trabajaremos con las mayores economías del mundo para definir un camino de crecimiento equilibrado y sustentable", dijo Obama el miércoles ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

"Esto implica definir nuevas reglas (...) para terminar con la codicia, los excesos y los abusos que nos llevaron al desastre", agregó.

El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, llamó en su intervención a "refundar el orden económico mundial" y defendió "la regulación de los mercados financieros, la adopción de políticas anticíclicas, el fin del proteccionismo y la lucha contra los paraísos fiscales".

La estabilidad y la supervisión financiera estarán en el centro de los debates, después de años de desregulación que desembocaron en el derrumbe de la economía mundial.

La estabilidad preocupa, porque se teme que un retiro prematuro de las intervenciones estatales deje sin savia a la incipiente recuperación, pero que su mantenimiento prolongado sea una bomba de tiempo, a causa de los tremendos déficits que generan.

La supervisión provoca desavenencias en torno a las medidas necesarias para evitar que se produzca un nuevo colapso.

La Comisión Europea parece dispuesta a plantear una ambiciosa agenda para 2010, en la que habría tres autoridades paneuropeas encargadas de los bancos, las aseguradoras y los mercados. Pero Gran Bretaña se opone.

Obama quiere algo parecido en Estados Unidos, pero más centralizado aún, en una sola autoridad. Sin embargo sus planes topan con la obstinada oposición republicana en el Congreso.

Las multimillonarias remuneraciones de los ejecutivos en bancos y entidades financieras generan además división entre europeos, que quieren limitarlas, y estadounidenses, más proclives a subordinarlas a criterios de mayor plazo.

La cumbre se abre además en un contexto de irritación china por la decisión estadounidense de imponer fuertes aranceles a la importación de neumáticos.

El G20 de Pittsburgh también intentará demostrar que sus preocupaciones no son sólo macroeconómicas.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los planes de rescate permitieron salvar once millones de empleos, pero el número de desempleados en el mundo pueda alcanzar de todos modos en 2009 un nivel récord de 219 a 241 millones, es decir de 39 a 61 millones más que en 2007.

Varios grupos convocaron a manifestaciones en Pittsburgh, contra el cónclave de un puñado de responsables que no vieron venir la crisis y que ahora buscan resolverla.

Catorce personas, en su mayoría de la organización ecologista Greenpeace, fueron detenidas el miércoles, por haber colgado una banderola en un puente, que decía: "Peligro. Destrucción del clima a la vista".

La ciudad al borde de los ríos Allegheny y Monongahela, en el estado de Pensilvania, movilizó a miles de miembros de fuerzas de seguridad e impuso severos controles en el aeropuerto, al tiempo que finalizaba de tender los vallados en torno al Centro de Convenciones donde se llevará a cabo la cumbre.

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