Zapatero avisó de que si los Estados no hubieran intervenido para sostener al sector bancario, se habría producido un colapso financiero de "consecuencias incalculables" y elogió el trabajo del G-20 para promover una regulación del sistema financiero.
La actual crisis, argumentó, ha demostrado la necesidad de que el Estado tenga un papel regulador de los mercados financieros, frente a quienes han criticado el intervencionismo estatal.
"Con fracturas sociales la crisis sería mucho más grave, más onerosa y de ahí que el Estado deba comprometer recursos públicos ante la situación de desempleo y de dificultad económica hacia sus ciudadanos, para garantizar la cohesión social", manifestó.
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