jueves, 19 de noviembre de 2009

Alemania, al margen de la batalla de la UE y quizá a la espera del BCE

BRUSELAS.- La escasa movilización de Alemania por uno de los nuevos cargos de la Unión Europea (UE) alimenta especulaciones sobre su objetivo, que posiblemente sea la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) dentro de dos años.

En medio de la barahúnda por la elección del presidente de la UE y del jefe de la diplomacia en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de este jueves, la actitud más bien reservada de la canciller del país, la conservadora Angela Merkel, no ha pasado desapercibida para los economistas.

Habrá otros puestos importantes en los que Alemania quiere un papel a su altura, explicó recientemente el secretario de Estado de Relaciones Exteriores, Werner Hoyer.

Y entre estos puestos figura la presidencia del BCE. En octubre de 2011, el actual presidente, el francés Jean-Claude Trichet, habrá terminado sus ocho años de mandato. Entre los candidatos que podrían sustituirlo se encuentra un alemán, Axel Weber, presidente del Bundesbank, aunque también está el italiano Mario Draghi.

"Alemania parece efectivamente reservarse para el BCE. Axel Weber tranquilizaría a la opinión pública alemana, para la que la lucha contra la inflación es primordial", recalca Gilles Moec, experto sobre el BCE en el Deutsche Bank.

Una opinión que comparte el economista jefe de UniCredit, Marco Annunziata. "El presidente del BCE es y seguirá siendo una de las voces (europeas) más influyentes" en la escena internacional. Por tanto es comprensible "que cada país importante quiera tener esta posición", explica a AFP.

Italia ya está preparando el terreno. El jefe de la diplomacia italiana, Franco Frattini, declaró a finales de septiembre que se sentiría "honrado" si Mario Draghi, gobernador del banco central, sucediera a Trichet.

Esta declaración provocó un comentario seco de Berlín. El Gobierno "no ve motivo de comenzar" un debate, afirmó un portavoz gubernamental y la posición no ha cambiado, afirmó el miércoles Exteriores.

El estatuto del BCE le garantiza una independencia frente a los poderes públicos en el ejercicio de sus funciones, o sea fijar una política monetaria centrada en la lucha contra la inflación en los 16 Estados de la eurozona.

El nombramiento del presidente de la institución, creada en 1999, no deja de ser un asunto político, al ser designado de común acuerdo por los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la zona euro, por recomendación del Consejo de la Unión Europea y previa consulta del Europarlamento y del consejo de gobernadores del BCE.

Cuando fue creado, Alemania, que consiguió la sede de la institución, en Fráncfort (oeste), apoyó al holandés Wim Duisenberg contra Jean-Claude Trichet.

"La carrera será muy ajustada" entre Weber y Draghi, predice el economista de UniCredit, y las negociaciones también. La elección el año que viene de un sucesor al vicepresidente griego Lucas Papademos dará una idea de ello, añade Gilles Moec.

Pero, al final, la elección del presidente no afectará básicamente a la política monetaria del BCE, cuyo mandato, inscrito en el Tratado de Maastricht, no deja lugar a dudas: defender la estabilidad de los precios.

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