sábado, 21 de noviembre de 2009

Dos millones de niños mendigan en las calles de Kano, Nigeria

LAGOS.- Sucios y desaliñados, unos dos millones de niños piden limosna en las calles de Kano, la 'capital' del norte musulmán de Nigeria: su número se ha duplicado en cinco años, según las autoridades, que temen una "bomba de relojería social".

"Es una generación perdida, toda una generación", dice la senadora Eme Ufot Ekaette, que dirige un comité sobre la protección de la infancia en el Parlamento federal.

Apostados a la salida de las escuelas privadas, centro comerciales o esquinas de Kano, los niños mendigos tienden recipientes de plástico con la esperanza de que les caiga un poco de dinero o de comida.

"Estos niños son una bomba de relojería social (...) no saben lo que es la atención familiar, el amor, el afecto, y ven a todo el mundo como un enemigo responsable de su indigencia", estima Abdullahi Yusuf, un residente de Kano, segunda ciudad del país. Detrás de él, en un centro comercial, unos 20 niños harapientos tienden sus tazones.

"La situación se hace cada día más patética", se lamenta Aminu Ismail Sagagi, encargado del caso en el Gobierno del estado de Kano, epónimo de la ciudad. Evalúa el número de pequeños mendigos en dos millones, el doble que hace cinco años.

La mayoría de los niños están vinculados a madrasas, escuelas coránicas. Tradicionalmente, los padres envían allí a sus hijos cuando cumplen los 6 años para aprender el Corán. La enseñanza es gratuita pero los niños deben satisfacer sus propias necesidades.

"Algunos son entregados a malams (enseñantes) por sus padres, que no reaparecen nunca", lamenta Jibrin Gunduwawa, de 70 años, que dirige una madrasa.

"No tenemos bastantes medios y, por lo tanto, les permitimos pedir limosna y comida", prosigue.

Si el fenómeno de niños mendigos no es exclusivo de Kano, es allí más importante, según los expertos, que en otros lugares de Nigeria, el país más poblado de África, con 140 millones de habitantes.

Para Ahmed Bello, de la unidad policial de lucha contra el tráfico de seres humanos, que estos alumnos sean enviados a mendigar o reclutados para trabajar en las granjas de sus profesores, es "explotación pura".

Pero, ante todo, son los padres los responsables de esta situación, estima Bala Muhammad, que dirige un comité de promoción de la moral y el buen comportamiento en Kano, favorable a una aplicación estricta de la charia. Les reprocha que tengan más hijos de los que pueden alimentar y de quitárselos de encima luego y mandarlos a las escuelas coránicas.

Ante este problema, algunos ciudades se movilizan y forman grupos de apoyo que llevan alimentos, ropa y colchones. También hacen campañas entre los campesinos para que no descuiden a sus hijos.

El fundador de uno de estos grupos, Adamu Aliyu Kiyawa, recuerda que los niños abandonados a su suerte pueden convertirse en actores de tensiones étnico-sociales, recurrentes en la mitad norte de Nigeria. "Hambrientos y encolerizados, podrían ser movilizados fácilmente para matar y robar durante estas crisis", advierte.

Frente a la insuficiencia de fondos destinados a la infancia, los legisladores propusieron una nueva ley para combatir la mendicidad de los jóvenes.

No obstante, ciertos residente de Kano se muestran escépticos. "Hacerse cargo de esos niños no hará más que agravar la situación porque cada vez llegarán más de los pueblos a la ciudad y no podremos afrontarlo", teme Musa Kabir.

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