martes, 17 de noviembre de 2009

La cumbre contra el hambre de la FAO divide a países pobres y ricos

ROMA.- El fracaso de la cumbre contra el hambre de FAO que se celebra en Roma este martes quedó patente con la división que se produjo entre países pobres y ricos, acusados de impulsar una liberalización excesiva del sector agrícola, de usar los alimentos como "arma de presión política" y de mezquindad a la hora de aportar fondos.

Pese a las críticas por la ausencia de los líderes de los países más industrializados, en particular del G8 (solo asistió el anfitrión, Silvio Berlusconi), a la reunión de tres días convocada por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los representantes de América Latina aprovecharon para ilustrar los logros y denunciar las "distorsiones" en el comercio agrícola, "los subsidios" y el proteccionismo.

Todos esos asuntos que los países en vías de desarrollo denuncian desde hace más de 20 años regularmente ante el organismo de Naciones Unidas especializado y frente a los cuales se han tomado tibias medidas.

"Hemos visto en estos años, con mucho dolor, cómo las políticas agrícolas internacionales basadas en la liberalización sin control de la agricultura han convertido a países en desarrollo de exportadores a importadores de alimentos", denunció el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, en su discurso ante la plenaria de la FAO.

Lugo, entre los pocos mandatarios que intervino este martes, ya que los presidentes de Brasil y Chile hablaron el lunes, llamó a la comunidad internacional a "actuar" porque "en estos dos años hemos retrocedido diez años en la lucha contra este flagelo del hambre, la desnutrición y la muerte".

El ex obispo paraguayo se refería al aumento del número de personas que padecen hambre en el mundo y que supera los 1.000 millones debido a la crisis económica.

Igualmente calificó de "injustas" las políticas de Estados Unidos y de la Unión Europea, "donde grandes perceptores han lucrado, distorsionado los mercados y afectados a miles de explotaciones familiares del sur del mundo".

Por su parte, el jefe de la delegación cubana, Ulises Rosales del Toro, vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Agricultura, reiteró la denuncia de su país contra "el uso de los alimentos como instrumento de presión política", lo que es "éticamente inaceptable", dijo.

La misma recriminación que lanzó el controvertido presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, quien espera que el fondo especial de 20.000 millones de dólares anunciado por los países del G8 en julio para los próximos tres años no vaya a ser empleado como "arma política".

"Debemos hacer del comercio agrícola un proceso más transparente y sin distorsiones, que permita abordar con verdadero realismo sus inequidades estructurales, desterrando definitivamente los subsidios y las medidas proteccionistas", pidió por su parte el viceministro de Agricultura argentino, Lorenzo Basso.

Como respuesta a las críticas por la ausencia de los países industrializados en la cumbre y a la falta de aportes concretos frente al aumento de personas que sufren hambre en el mundo, Italia convocó a una reunión operativa en Roma del G-8 para 2010 para establecer la manera de canalizar los nuevos recursos aprobados.

El mismo director de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, admitió que "los países desarrollados de la OCDE gastan 375.000 millones de dólares en subsidios para los productores agropecuarios de sus países, así como miles de millones de dólares en armas cada año".

Cifras que revelan que el problema "no es por falta de recursos, sino de prioridades".

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