lunes, 16 de noviembre de 2009

La cumbre de la FAO se compromete a erradicar el hambre sin fijar fondos ni fecha

ROMA.- Los 193 países miembros de la FAO adoptaron este lunes en Roma una declaración final en la que se comprometen a erradicar el hambre, pero fue tildada de insuficiente por los latinoamericanos, ya que no prevé nuevos fondos necesarios para combatir la ola de hambrunas.

"Nos comprometemos para que deje inmediatamente de aumentar -y se reduzca considerablemente- el número de personas que sufren a causa del hambre, la malnutrición y la inseguridad alimentaria", sostiene el texto, sin fijar una fecha concreta para erradicar el hambre ni otorgar fondos especiales para lograrlo.

El más decepcionado con la declaración final fue justamente el director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, quien lamentó la ausencia de un calendario, así como de fondos concretos para erradicar el hambre en el mundo.

Diouf deploró también "la ausencia de una fecha límite para erradicar definitivamente el hambre", la cual había sido establecida en el pasado para el 2025, pero tal objetivo no fue confirmado.

"Nos comprometemos a adoptar medidas encaminadas a erradicar de manera definitiva el hambre lo antes posible", sostiene la declaración, que se limita a reiterar la necesidad de alcanzar para el año 2015 las metas del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, es decir, de reducir a la mitad el número de personas -cerca de 400 millones- que padecían hambre en 1996.

La cumbre, convocada oficialmente "para dar un nuevo impulso a la lucha contra el hambre y la desnutrición" tenía como objetivo establecer una nueva estrategia para frenar el aumento del número de personas que sufren la escasez de alimentos en el mundo, que pasó de 850 millones en 2008 a 1.020 millones este año por la crisis económica.

Unos 60 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y de Chile, Michelle Bachelet, junto al papa Benedicto XVI, asistieron a la jornada inaugural, marcada por la ausencia de los líderes de las mayores potencias industrializadas.

"Se necesita voluntad y determinación política" para combatir el hambre en el mundo, clamó el presidente de Brasil, quien recordó la experiencia exitosa de su país con el programa 'Hambre Cero'.

Como Lula, la presidenta de Chile considera clave que se combata la "inequidad social" como causa del hambre y la pobreza que padece el mundo y resaltó los logros obtenidos en América Latina al atacar la exclusión con programas de protección social.

"Así como el mundo fue capaz de gastar trillones de dólares para evitar el desplome económico, ahora es necesario un esfuerzo similar para evitar un desplome social", solicitó la mandataria sudamericana.

Lula había hecho la misma petición pocos minutos antes durante su intervención en el pleno de la FAO, sin obtener por ahora respuesta alguna de los países más industrializados.

"El compromiso firmado es insuficiente, porque no se obtuvieron fondos nuevos", comentó el delegado de Colombia, Francisco Coy.

Entre los más indignados con los escasos resultados de la cumbre y por la indiferencia de los países industrializados fueron los movimientos antiglobalización y los Organismos No Gubernamentales reunidos en una cumbre paralela frente a la sede del organismo de Naciones Unidas.

"Reuniones y más reuniones y nunca resultados", protestó el ingeniero mexicano Olegario Carrillo Meza, de la Unión de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).

El "egoísmo" y la "especulación" con los alimentos considerados "mera mercancía", fueron denunciados por su parte por el papa Benedicto XVI, quien asistía por primera vez a la sede de la FAO. El pontífice alemán pronunció un discurso fuerte y directo en el que pidió que se "revisen" los mecanismos actuales para lograr la seguridad alimentaria.

La ausencia de fondos adicionales para combatir el hambre es notable si se tiene en cuenta que la FAO calcula que se necesitan inversiones por 44.000 millones de dólares al año para reactivar el sector de la agricultura. Se trata de un dinero indispensable para alimentar a los más de 9.000 millones de habitantes que tendrá el planeta en el 2050.

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