viernes, 6 de noviembre de 2009

La ex-RDA ya no necesitará las ayudas del Pacto de Solidaridad

BERLÍN.- Veinte años después de la caída del Muro de Berlín, la ex-República Democrática Alemana (RDA) no necesitará de las inyecciones financieras del Pacto de Solidaridad, pero deberá olvidar la utopía de que alcanzará el mismo nivel de Alemania occidental, según indican economistas.

Las nuevas tecnologías deben volverse el motor económico de la ex-RDA, afirmó Ulrich Blum, director del Instituto IWH, en una entrevista con el semanario Wirtschaftswoche. "El Este deberá mantenerse en pie sin ayuda de aquí a esa fecha".

Esto implica incrementar la formación y renunciar a "la pervivencia de los temores que hay en la RDA de que habrá grandes diferencias salariales. Si se requiere gente muy calificada, hay que pagar más".

Esto deberá lograrse en un futuro no muy lejano sin apoyo del Oeste: "no hay razón alguna para prolongar SOLI (o Pacto de solidaridad) después de 2019", indicó por su parte Michel Hüther, director del Instituto de Investigación IW, en una conferencia de prensa en Berlín.

El 'Solidarpakt' es el instrumento por el que el Estado finanza desde 1991 la reconstrucción de la ex-RDA, por medio de un impuesto establecido a propósito.

En total, los 'nuevos Länder' (Estados federados de la ex-RDA) recibirán por esa vía unos 250.000 millones de euros hasta 2019, fecha en que se prevé dejará de aplicarse el dispositivo. "La evolución económica (al Este) no es tan mala como se cree", puntualizó Hüther.

Y esto pese a los indicadores desastrosos, como por ejemplo que la tasa de desempleo, que en los 'nuevos Länder' llega a ser dos veces superior a la del Oeste.

"Partimos de expectativas nada realistas, promesas de futuros radiantes", criticó el economista. Y luego se cayó en el pesimismo al predecirle a la ex-RDA el destino del 'Mezzogiorno' italiano del sur de ese país, siempre afectado por crónicas dificultades económicas.

Ahora, según un estudio de la IW, la riqueza de la ex-RDA es equivalente al 70% de la de la ex-República Federal Alemana (en términos de Producto Interno Bruto por habitante), mientras que en 1991 era de sólo 30%. El instituto de investigaciones económicas calcula que este porcentaje aumentará a 80% en unos diez años, pero considera que la igualdad perfecta es utópica.

La causa no reside en la división alemana, sino que se remonta a tiempos anteriores: el este del país siempre fue más rural y menos industrial que el oeste, donde se han concentrado las urbes Fráncfort y Múnich. Y esto sin tener en cuenta su demografía, debilitada por el envejecimiento y la emigración masiva hacia el oeste.

La reunificación tuvo un efecto devastador para la ex RDA, pues trajo el alineamiento brutal del marco del este con el potente Deutschemark, lo que redujo a nada la competitividad de la industria estealemana. La industria de Europa de Este estaba "completamente obsoleta y suministraba productos invendibles en el mercado, sin ningún respeto para el medio ambiente", indicó el director de la IW.

"La paridad monetaria fue una catástrofe. Pero políticamente no había más opción, salvo la de conservar el Muro para impedir a los alemanes del Este emigraran", subrayó por su parte Karl Brenke, del Instituto de Investigación DIW.

Brenke pide no considerar más a la ex-RDA como zona de excepción para que se convierta en "una región económica como las otras", con sus dificultades y sus logros. Y subraya que antiguos polos industriales del Oeste están en gran dificultad mientras que en la ex-RDA algunas regiones se caracterizan por la industria solar o la microelectrónica.

Signo de que cambian las prioridades, en el nuevo gobierno alemán salido de las elecciones de septiembre el "Encargado de la reconstrucción del Este" depende ahora del ministerio del Interior y no directamente de la canciller alemana, Angela Merkel.

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