lunes, 28 de diciembre de 2009

Asesor de la UNESCO lamenta la postura de las grandes religiones sobre el cambio climático

BARCELONA.- El profesor y asesor de la UNESCO en asuntos medioambientales John Celecia afirma que la postura de la principales religiones monoteístas sobre la natalidad pueden llegar a resultar un lastre en la lucha contra el cambio climático por la incidencia que tienen en las políticas de control demográfico.

Celecia, pionero en proponer a las ciudades como sistemas ecológicos -a través del programa "El hombre y la biosfera" de la UNESCO- ha advertido que "la cuestión demográfica" se ha convertido en un asunto religioso, lo que perjudica la adopción de políticas de planificación con actuaciones de mayor sostenibilidad, tanto en lo económico como en lo medioambiental.

"Se ha de defender el control de la natalidad, pero es un tema que tiene que ser tomado con cuidado, el objetivo es el bienestar humano", señala este experto, que considera que en el seno de la iglesia católica se ha producido un giro conservador a la hora de abordar la planificación.

"Hay una gran diferencia entre los papados de Juan XXIII, con los del polaco Juan Pablo II y el actual guardián de la fe, Benedicto XVI", asegura Celecia, quien advierte que los posicionamientos de las religiones tanto la católica, como de otras confesiones, tienen gran impacto en el Tercer Mundo.

Para Celecia, que ha participado en Barcelona en una jornada sobre biodiversidad organizada por la UAB, "la ciudad puede ser muy compatible con la naturaleza, y de hecho, los movimientos ecológicos urbanos están superando a los de otros entornos, porque la gente está más sensibilizada con la ecología", explica.

Existen numerosos grupos ecologistas que defienden que la diversidad biológica corresponde también a entornos urbanos. "Las ciudades se están convirtiendo en refugios de especies de aves que con la intensificación de la agricultura, ven desaparecer sus ecosistemas: las ciudades les ofrecen una diversidad para sobrevivir y subsistir en parque y jardines como especies autóctonas".

Argentino de origen y residente en París, Celecia comenta que ha visto crecer las colonias de aves en los parques que rodean su casa.

"Son pequeños oasis para cornejos, cuervos o pinzones, entre otras especies", afirma este profesor, que destaca también el aumento de la presencia de los "vituperados" gorriones, "un insectívoro extraordinario en época de cría", indicadores del estado de la naturaleza en las ciudades.

A su juicio, la relación entre hombre y naturaleza "no es imposible" y señala que en el Mediterráneo, "la naturaleza es el paisaje" formado por milenios y siglos de sociedad humana.

"Ahí está su lengua, sus creencias, sus tradiciones, y su dieta, todo es un acervo cultural y social", mientras recalca que "en el momento en el que se destruye el paisaje, se destruye la identidad".

No obstante, Celecia alerta de que las urbes son ecosistemas "hiperdevoradores e hiperconsumidores", sobre todo de energía y agua, "recursos que en el mundo desarrollado se dan por sentados".

Viajero constante, John Celecia sufre cuando en los hoteles en los que se aloja escucha cómo los turistas norteamericanos, "también en Barcelona", se dan duchas de cientos de litros de agua, "como si se estuvieran purificando", al fin y al cabo -apunta- un neoyorquino consume 500 litros diarios (frente a los pocos más de 100 que gasta un barcelonés).

Una muestra de la "voracidad" y la "avaricia depredadora" del sistema, lo encuentra en Dubai, "ejemplo del exceso de capital humano, con suites a 28.000 euros la noche, algo inaceptable, un proyecto permitido por el petrodólar, ultramillonarios que no sabían en qué gastar su dinero".

Aunque cree que el término desarrollo sostenible ha sido desvirtuado por "políticos y especuladores", a quienes acusa de utilizarlo con "libertad excesiva y sin pudor", entiende que la idea está totalmente vigente y confía en que de la actual crisis se extraigan algunas conclusiones, entre ellas -cita- "desterrar la codicia" e iniciar un proceso de "resocialización" no tan basado en el consumo.

"El hiperconsumo no resuelve el bienestar humano. Ahora se compra lo que no se necesita con el dinero que no se ha ganado para satisfacer a la gente que muchas veces no te quiere", indica Celecia, ante la avalancha consumista navideña.

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