miércoles, 9 de diciembre de 2009

China se frota las manos con las bombillas de bajo consumo

SHANGHAI.- China, subida desde hace años al tren de la tecnología 'verde', es ya el primer fabricante de bombillas de bajo consumo y un enorme mercado potencial para esas lámparas que sustituyen a las incandescentes, devoradoras de electricidad.

El coloso asiático era el principal fabricante de bombillas incandescentes, pero supo sacar tajada en el siglo XXI de la tendencia a abandonar la bombilla de toda la vida, que produce más calor que luz.

Su eliminación progresiva ya ha comenzado en los países industrializados y China seguirá sus pasos.

"El alumbrado en China es alrededor del 12% del consumo eléctrico, principal responsable de las emisiones de dióxido de carbono". Las Lámparas Compactas Fluorescentes (CFL, por sus siglas en inglés) "serían un buen camino" a seguir, comenta Li Ang, de la organización ecologista Greenpeace.

En una década, el país multiplicó por doce su producción de bombillas de bajo consumo: 2.400 millones en 2006, contra 200 millones en 1997, según el ministerio de Comercio.

El año pasado, la producción "alcanzó a unos 3.000 millones, de los cuales 2.100 millones fueron exportados", afirma Chen Yansheng, director de la Asociación de la Industria del Alumbrado de China.

En el mundo las fluorescentes compactas aún son minoritarias: 6% de las bombillas vendidas, contra 70% de incandescentes, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Pero el 80% de ellas son fabricadas en China y en buena parte por empresas chinas, según Chen.

Los gigantes extranjeros, como el estadounidense GE o el alemán Osram (Siemens), están de todos modos presentes en el país. El holandés Philips produce en China "lo esencial de sus CFL en el segmento medio, en tanto que el segmento alto proviene de Polonia", afirma un portavoz, sin precisar el volumen de producción ni el importe de las exportaciones.

Pero los extranjeros también apuntan al prometedor mercado chino: 1.300 millones de consumidores que apenas acaban de descubrir las lámparas 'verdes'.

Si cada habitante cambiara una bombilla de 60 vatios por su equivalente de bajo consumo, eso "economizaría más que la producción anual de electricidad de la presa de las Tres Gargantas", una obra faraónica en el río Yangtsé, explica Ang Li. Y millones de toneladas de agua, de carbón, de CO2...

La Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo calcula que el país podría ahorrar en diez años entre 160.000 y 216.000 millones de kilovatios hora de electricidad, si se pasara a las bombillas económicas.

Un empujón nada desdeñable para un país que prometió, en víspera de la conferencia de Copenhague, reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de PIB (Producto Interior Bruto) del 40 al 45% antes de 2020, respecto a 2005.

Además, el primer productor mundial tiene interés en desarrollar su propio mercado para hacer frente a la bajada de la demanda exterior, vista la larga vida de las fluorescentes compactas.

China aún no ha impuesto las "lámparas que ahorran energía", como las llama, pero hace todo lo posible por promoverlas, por ejemplo, a través de la distribución de bombillas subvencionadas.

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