miércoles, 9 de diciembre de 2009

La sociedad civil busca respuestas en la cumbre alternativa en Copenhague

COPENHAGUE.- Indígenas de la Amazonía, campesinos de Malaui, esquimales de Groenlandia, activistas antinucleares y colegiales daneses: la sociedad civil busca en el Klimaforum de Copenhague, cumbre alternativa a la conferencia sobre el clima de la ONU, sus propias soluciones al calentamiento global.

"¡Sólo la presión ciudadana podrá salvar el planeta!", exclama Elis Ngacimek, un estadounidense de 30 años de la isla de Kodiak, al sur de Alaska, donde "el calentamiento global ya es una realidad preocupante".

Forma parte de los 500 voluntarios para atender a las cerca de 10.000 personas que se esperaban en este 'People's Climate Summit', la cumbre 'popular'. "Me gusta esto. Aquí estamos de fiesta, aunque el desajuste climático no sea muy alegre".

"Es un espacio abierto a todos, cada uno puede aportar sus ideas, discutirlas y desarrollar soluciones constructivas a la crisis del clima, lejos de los redundantes discursos oficiales", explica, entre dos conversaciones telefónicas, Kristine Holten-Andersen, portavoz danesa del foro.

'Klimaforum 09' tiene su sede en un centro deportivo ultramoderno, cerca de la estación central de Copenhague y tiene aires de festival, con una oferta que incluye unos 150 debates y presentaciones, unas 50 películas, piezas de teatro, conciertos y exposiciones de todo tipo.

Mientras amontona bolsas de yute, como lo hacen los indios insulares del delta del Ganges para protegerse de las inundaciones provocadas por los ciclones y los monzones, Pradip Saha, un barbudo con rostro sereno, de la ONG Center for Science and Environment en Nueva Delhi, tratar de mostrar, recurriendo a fotografías y películas, que los problemas climáticos son "reales" en su país.

"La erosión devora cada día la tierra y la subida de las aguas del mar la hace impropia al cultivo. Y son los más pobres, lo que apenas emiten CO2, los que pagan el precio más alto".

Unos alumnos daneses, acompañados por su profesor, tratan de entender la situación de las islas amenazadas de desaparición. "Es interesante conversar con la gente de estos países para saber cómo viven esta amenaza de cambio climático", cuenta Nicco Halberg, de 14 años.

Los países industrializados tienen que "pagar ahora su deuda climática", lanza Guillermo, un boliviano. "Para muchos países pobres es una cuestión de vida o muerte. Los países contaminantes tienen que pagar si queremos que la palabra justicia tenga sentido".

Un grupo de sexagenarios, reunidos en "cónclave" delante de los carteles del Tíbet, se toman un café ecológico luciendo unas camisetas azules con el eslogan "How long can we wait? We are not waiting" ("¿Cuánto tiempo podemos esperar? No vamos a esperar").

"Tratamos de convencer a las mujeres de que preparen cenas sin demasiada carne de buey (cuya ganadería genera metano, un importante gas de efecto invernadero), con más frutas y verduras, utilizar bolsas recicladas y reutilizables para hacer la compra", explica Karen Inger Callisen, miembro de la sección danesa de la red de mujeres Soroptimist internacional.

El foro es un lugar de intercambio, pero también de expresión de las frustraciones de los países en desarrollo, que negocian también, a unos kilómetros de aquí, unos textos extremadamente técnicos en el centro de la conferencia oficial.

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