Los científicos, dirigidos por Yi Cui, descubrieron que su papel funcionaba mejor que los plásticos revestidos de forma similar en términos de almacenamiento de energía, durabilidad y flexibilidad.
Los investigadores cubrieron una hoja de papel sencilla con una capa fina de nanotubos de carbono o nanocables de plata, que convirtió el sustrato de fibra en un conductor.
Los autores descubrieron que a mayor grosor del revestimiento mayor era la conducción y el mantenimiento de la electricidad del papel. La cobertura se unió al papel de forma más fuerte que si fuera cristal o plástico, obviando la necesidad de adhesivos que disminuyen el funcionamiento del conductor y aumentan los costes de producción.
Los nanotubos de carbono resistían su desprendimiento del papel, debido a su integración con las fibras del papel, y permitían al papel doblarse y enrollarse sin perder su capacidad para conducir una carga eléctrica.
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