domingo, 5 de abril de 2009

Elena Salgado va a ser nombrada nueva vicepresidenta de Economía en el Gobierno de España

MADRID.- José Luis Rodríguez Zapatero prepara un nuevo Gobierno en España para gestionar la crisis y precipitará en los próximos días la remodelación de su Gabinete, apenas un año después de haber ganado las últimas elecciones generales, según han explicado hoy a 'El País' varias fuentes próximas al presidente del Ejecutivo.

Zapatero, que planea anunciar los cambios el martes o el miércoles, pretende dar un impulso a su Gobierno en uno de los momentos más delicados que atraviesa desde que es presidente, acorralado por una crisis económica que ha desencadenado una monumental destrucción de empleo en España.

Para hacer frente a la situación, el presidente ha ideado un nuevo equipo de un perfil político muy acusado que traslade a la opinión pública los proyectos en marcha para salir de la crisis.

Elena Salgado, ministra de Administraciones Públicas, será la gran apuesta de Zapatero, y la nombrará, según todas las fuentes consultadas, vicepresidenta económica, el cargo que actualmente ocupa Pedro Solbes, quien ha sufrido el mayor desgaste del Ejecutivo por la crisis, en lo que sería el triunfo de Alfredo Pérez Rubalcaba frente a la opción de Miguel Sebastián, que hasta última hora habría peleado por acceder a la cartera que desde hace años codicia.

Por otra parte, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha aceptado incorporarse al equipo de Zapatero para encargarse, desde otra vicepresidencia, de las relaciones con las comunidades autónomas.El vacío que deja Chaves en la Junta de Andalucía sería ocupado por el actual vicepresidente José Antonio Griñan.

El actual número dos del PSOE, José Blanco, es otro de los significados dirigentes socialistas que entraría en el Gobierno para, desde la cartera de Fomento probablemente, publicitar las inversiones multimillonarias en marcha.

El número de ministerios se verá reducido considerablemente.

La crisis económica, que ha sumido a España en la recesión y ha duplicado la tasa de desempleo, que alcanza a 3,6 millones de personas, ha desgastado al gobierno socialista hasta el punto de que el conservador Partido Popular (PP) ha adelantado al socialdemócrata PSOE en un sondeo publicado este domingo por el diario Público.

Biografía

Elena Salgado Méndez (Orense, 12 de mayo de 1949) . Es Ingeniera Industrial en las especialidades de Técnicas Energéticas y Organización Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, licenciada en Ciencias Económicas en la especialidad de Estructura Económica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Métodos Cuantitativos de Gestión por la Escuela de Organización Industrial.

Formó parte de los gobiernos de Felipe González entre 1982 y 1996, como Directora del Departamento de Estudios en el Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Industria (1982-1984), Directora General de Costes de Personal y Pensiones Públicas del Ministerio de Economía y Hacienda (1985-1991) y Secretaria General de Comunicaciones del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (1991-1996). Tras la derrota socialista en 1996, pasó a la empresa privada, trabajando en varias empresas del sector de las telecomunicaciones.

Nombrada Ministra de Sanidad y Consumo por José Luis Rodríguez Zapatero. Su medida más significativa fue la ley antitabaco que entró en vigor en España el 1 de enero de 2006. Ese año aspiró, sin éxito, a presidir la Organización Mundial de la Salud, llegando a la última fase, con otros cuatro candidatos, en la que se eligió finalmente a Margaret Chan (8 de noviembre de 2006).

Elena Salgado es Ministra de Administraciones Públicas desde el 6 de julio de 2007 y el 9 de marzo de 2008 encabezó las listas del Partido Socialista de Cantabria a las Elecciones Generales. El 12 de abril de 2008 fue confirmada como Ministra de Administraciones Públicas para la IX Legislatura.

¿Cuál es la fase final del déficit? / Kenneth Rogoff *

Todavía nadie tiene una idea clara de cuándo acabará la crisis financiera global, pero una cosa es segura: los déficits presupuestarios de los gobiernos se dirigen a la estratosfera. En los próximos años, habrá que convencer a los inversionistas de que adquieran grandes cantidades de deuda nueva.

Si bien los gobiernos pueden tratar de endosar la deuda pública a los ahorradores locales (mediante, por ejemplo, el uso de su influencia creciente sobre los bancos para obligarlos a adquirir una cantidad desproporcionada de valores públicos), a la larga también tendrán que pagar tasas de interés mucho más elevadas. En un par de años, las tasas de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos podrían aumentar fácilmente un 3%-4%, y las de otros instrumentos de deuda pública podrían crecer en grado similar o aun mayor.

Las tasas de interés aumentarán para compensar a los inversores tanto por tener que aceptar una mayor proporción de bonos del Tesoro en sus carteras como por el riesgo creciente de que los gobiernos se vean tentados a inflar el valor de sus deudas o incluso que dejen de pagar.

En una investigación que realizamos Carmen Reinhart y yo sobre la historia de las crisis financieras, descubrimos que la deuda pública generalmente se duplica, incluso tras hacer ajustes en función de la inflación, en los tres años siguientes a una crisis. Actualmente, muchos países, grandes y pequeños, van camino de cumplir esa proyección.

El Gobierno de China ha indicado claramente que utilizará todos los medios necesarios para apoyar el crecimiento ante la caída libre de las exportaciones. Los chinos cuentan con reservas de 2 billones de dólares para respaldar su promesa. El nuevo presupuesto del presidente Barack Obama contempla un déficit impresionante de 1,75 billones de dólares en Estados Unidos, que es un múltiplo del récord anterior. Incluso en aquellos países que todavía no participan activamente en una orgía fiscal, los superávits se desploman y los déficits se disparan, principalmente debido a la caída de los ingresos fiscales.

En efecto, pocos gobiernos han presentado proyecciones presupuestarias remotamente realistas, y se basan en general en escenarios económicos demasiado optimistas. Desgraciadamente, en 2009 la economía global no será un lecho de rosas. Los ingresos en EE UU y la zona del euro parecen haber caído a una tasa anualizada del 6% en el cuarto trimestre de 2008; el PIB de Japón cayó tal vez al doble de ese ritmo.

La afirmación de China de que su PIB crecía a una tasa del 6% al final del año pasado es cuestionable. Las exportaciones se han derrumbado en toda Asia, incluyendo a Corea, Japón y Singapur. Puede decirse que la India, y en menor medida Brasil, han resistido un poco mejor. Pero pocos mercados emergentes han llegado a un nivel en el que puedan soportar un colapso sostenido de las economías desarrolladas, y mucho menos funcionar como motores alternativos del crecimiento global.

En 2009, dado que la crisis aún hace que a muchas pequeñas y medianas empresas les sea difícil obtener siquiera un nivel mínimo de financiamiento para mantener inventarios y comerciar, el PIB global está al borde del precipicio. Existe la posibilidad real de que el crecimiento mundial registre su primera contracción desde la Segunda Guerra Mundial.

Con toda probabilidad, en una gran cantidad de países habrá caídas de la producción de entre el 4% y el 5% y algunos sufrirán desplomes a niveles de auténtica depresión, del 10% o más. Lo que es peor, a menos que los sistemas financieros se recuperen, el crecimiento seguirá siendo decepcionante durante varios años, sobre todo en países de la "zona cero" como Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda y España. El crecimiento a largo plazo de Estados Unidos podría ser particularmente desalentador, a medida que la Administración de Obama conduzca al país hacia niveles europeos de seguridad social y distribución del ingreso.

Los países con tasas de crecimiento de tipo europeo podían manejar obligaciones de deuda del 60% del PIB cuando las tasas de interés eran bajas. Pero con el aumento de las deudas de muchos países al 80 o 90% del PIB, y puesto que las bajas tasas de interés actuales son claramente un fenómeno temporal, pronto habrá problemas. Muchos de los países que están acumulando enormes cantidades de deuda para rescatar a sus bancos tienen sólo perspectivas moderadas de crecimiento a mediano plazo, lo que plantea dudas reales de solvencia y sostenibilidad.

Italia, por ejemplo, que tiene una relación deuda-ingreso que ya supera el ciento por ciento, ha resistido hasta ahora debido a la caída de las tasas globales. Pero a medida que la deuda crezca y las tasas de interés mundiales aumenten, los inversionistas tendrán razones para preocuparse por el riesgo de la reestructuración de la deuda. Otros países, como Irlanda, Gran Bretaña y EE UU, empezaron con una posición fiscal mucho más fuerte, pero es posible que no estén mucho mejor cuando se asiente el polvo.

Las tasas de interés son otro comodín. Los bancos centrales de Asia siguen aferrándose con nerviosismo al dólar. Pero en vista de que Estados Unidos está imprimiendo deuda y dinero a gran velocidad, parecería que el euro se apreciará frente al dólar en unos dos o tres años, si es que el euro todavía existe.

A medida que las deudas aumenten y la recesión persista, con seguridad veremos que varios Gobiernos intentarán aligerar su carga mediante represión financiera, más inflación, impagos parciales o una combinación de esos tres elementos. Desafortunadamente, la fase final de la gran recesión de los años 2000 no será agradable.

(*) Kenneth Rogoff es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y fue Economista en Jefe del FMI

La trampa de los dólares de China / Paul Krugman *

En los comienzos de la crisis financiera, los bromistas decían que nuestras relaciones comerciales con China habían resultado ser justas y equilibradas después de todo: ellos nos vendían juguetes envenenados y pescado contaminado, y nosotros les vendíamos valores fraudulentos.

Pero últimamente ambas partes de ese acuerdo están fallando. Por un lado, el interés del mundo por los productos chinos ha caído en picado. Las exportaciones de aquel país se han hundido en los últimos meses y son ahora un 26% más bajas que hace un año. Por otra parte, es evidente que los chinos están poniéndose nerviosos por culpa de esos valores.

Pero parece que China sigue teniendo expectativas poco realistas. Y eso es un problema para todos nosotros. La gran noticia de la semana pasada fue un discurso de Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco Central de China, en el que pedía una nueva "moneda de reserva supersoberana".

La facción paranoica del Partido Republicano advirtió inmediatamente sobre un vil complot para que Estados Unidos renunciase al dólar. Pero el discurso de Zhou Xiaochuan era en realidad un reconocimiento de la debilidad del país. Lo que estaba diciendo, de hecho, es que China se ha metido a sí misma en una trampa de dólares y que no es capaz de salir de esa trampa, ni de cambiar las políticas que la hicieron caer inicialmente en ella.

Algunos antecedentes: en los primeros años de esta década, China empezó a registrar grandes superávit comerciales y también empezó a atraer un flujo considerable de capital extranjero. Si China hubiese tenido un tipo de cambio flotante -como, por ejemplo, Canadá-, esto habría provocado una revalorización de su moneda que, a su vez, habría ralentizado el crecimiento de las exportaciones chinas.

Pero, en vez de eso, China decidió mantener el valor del yuan más o menos fijo con respecto al dólar. Para hacerlo tenía que comprar dólares a medida que llegaban. Con el paso de los años, esos superávit comerciales siguieron creciendo, al igual que lo hizo la reserva de activos extranjeros de la República Popular China.

Pero la broma sobre los valores fraudulentos era injusta en realidad. Aparte de un tardío e irreflexivo acopio de acciones (de las más altas del mercado), los chinos han acumulado principalmente activos muy seguros, entre los que los bonos del Tesoro de Estados Unidos (bonos T, para abreviar) representan una parte importante del total. Pero aunque los bonos T son seguros como los que más, ofrecen una rentabilidad muy baja.

¿Había alguna estrategia oculta tras esta vasta acumulación de activos de baja rentabilidad? Probablemente, no. China adquirió su alijo de dos billones de dólares (con lo que convirtió la República Popular en la República de los bonos T) de la misma forma que Gran Bretaña adquirió su imperio: en un ataque de insensatez.

Y, según parece, el otro día, los dirigentes chinos se despertaron y se dieron cuenta de que tenían un problema. La baja rentabilidad no parece preocuparles demasiado, ni siquiera ahora. Pero, aparentemente, están preocupados por el hecho de que alrededor del 70% de esos activos estén expresados en dólares, por lo que cualquier caída futura del dólar conllevaría una gran pérdida de capital para China. De ahí la propuesta de Zhou de pasar a una nueva moneda de reserva del tipo de los Derechos Especiales de Giro (DEG), en los que el Fondo Monetario Internacional mantiene sus cuentas.

Pero esto es a la vez más y menos simple de lo que parece. Los Derechos Especiales de Giro no son dinero real. Son unidades contables cuyo valor se fija en función de una mezcla de dólares, euros, yenes japoneses y libras británicas. Y no hay nada que pueda evitar que China diversifique sus reservas apartándose del dólar ni, por supuesto, que se haga con una reserva que tenga una composición mixta como la de los DEG; es decir, nada excepto el hecho de que ahora China tiene tantos dólares, que no puede venderlos sin provocar una caída del dólar y desencadenar la pérdida de capital que temen sus dirigentes.

Así que, en realidad, la propuesta de Zhou equivale a una súplica para que alguien rescate a China de las consecuencias de sus propios errores de inversión. Pero eso no va a ocurrir.

Y la petición de alguna solución mágica al problema del exceso de dólares de China indica algo más: que los dirigentes de aquel país no se han enfrentado al hecho de que las reglas del juego han cambiado de una forma fundamental.

Hace dos años vivíamos en un mundo en el que China podía ahorrar mucho más de lo que invertía y deshacerse de su exceso de ahorro en Estados Unidos. Ese mundo ha desaparecido.

Aun así, el día después de su discurso sobre la nueva moneda de reserva, Zhou dio otro en el que parecía afirmar que la altísima tasa de ahorro china es inmutable, una consecuencia del confucionismo, que valora la "antiextravagancia". Mientras tanto, "no es el momento apropiado" para que Estados Unidos ahorre más. En otras palabras, dejemos las cosas como estaban. Pero eso tampoco va a ocurrir.

La conclusión es que China todavía no se ha enfrentado a los dolorosísimos cambios que serán necesarios para afrontar esta crisis mundial. Claro está que lo mismo podría decirse de los japoneses, los europeos y los estadounidenses.

Y ese no aceptar las nuevas realidades es el principal motivo por el que, a pesar de algunos rayos de esperanza (la cumbre del G-20 ha conseguido más de lo que yo pensaba), es probable que esta crisis todavía se prolongue durante años.

(*) Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de Economía en 2008

Estados Unidos moviliza el 90% de su PIB en poco más de año y medio

NUEVA YORK.- El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, suele utilizar una frase del que fuera presidente de México, Ernesto Zedillo, para definir la acción del Gobierno en tiempos de crisis: "Si el mercado sobrerreacciona, la política debe sobrerreaccionar". Por lo que revelan las cifras, ésa está siendo la respuesta de Estados Unidos a la mayor crisis económica desde la Gran Depresión, publica hoy 'El País'.

Según los últimos cálculos realizados por la agencia Bloomberg, Estados Unidos ha movilizado en los últimos 20 meses recursos por 12,8 billones de dólares, una cantidad que representa el 90% del PIB de todo lo producido por la primera economía del mundo el año pasado. El Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos ascendió a 14,2 billones de dólares en 2008.

Esa cifra surge de sumar todos los programas llevados a cabo desde julio de 2007 por la Reserva Federal, el Tesoro, la Empresa de Garantía de Depósitos y el Departamento de Vivienda y refleja tanto partidas de gastos como préstamos, avales o garantías dadas por ese conjunto de organismos públicos. Una movilización sin precedentes que, sin embargo, tiene matizaciones.

"La comparación con el PIB anual americano es una idea atractiva y nos sitúa en la magnitud de la reacción pública [a la crisis]; sin embargo, carece de fundamento económico ya que no tiene sentido sumar préstamos, como los de la Reserva Federal, con los gastos e inversiones incluidos en los planes de recuperación de Bush y Obama", precisa Ricardo Martínez Rico, presidente ejecutivo de Equipo Económico.

Efectivamente, no se puede decir que esos 12,8 billones sean un gasto real y efectivo y que, por tanto, figuren como tal en las cuentas públicas pero la evolución del déficit sí da una idea de la magnitud del esfuerzo que se está realizando.

"La movilización de recursos no tiene precedentes. Hasta ahora la mayor movilización de recursos se había producido en 1975 y 2002. En esos años el déficit público fue tres puntos porcentuales superior al del año anterior y, en ambos casos, el mayor esfuerzo estuvo ligado a campañas bélicas", explica Isidoro Tapia, consultor de Solchaga, Recio y Asociados. "El déficit de Estados Unidos en 2008 ha sido del 3,2% y se estima que este año se situará entre el 12% y el 13%. Estamos hablando por tanto de una diferencia de más de 10 puntos porcentuales, algo sin precedentes en la historia presupuestaria americana y mundial", aclara Tapia.

Pese a ese incremento tan sustancial del déficit, lo cierto es que el grueso de los gastos no tiene su reflejo en las cuentas públicas. Para empezar, los 12,8 billones son recursos comprometidos, es decir, son el techo al que podría llegarse si se ejecutan todos los avales y garantías -algo altamente improbable, en opinión de la mayoría de los economistas- y se cumplen todos los programas de gasto.

De esa cuantía, sólo se han utilizado hasta el momento 4,17 billones de dólares, entre los que se incluyen la compra de activos tóxicos por el Tesoro (600.000 millones), los planes de estímulo de los Gobiernos de Bush y Obama (955.000), los rescates de Bear Stern, AIG y Fannie Mae y Freddie Mac (271.400), así como las inyecciones de liquidez de la Reserva a través de distintos programas hasta un total de 1,6 billones de dólares.

Por organismos, el 61% del total movilizado está bajo el control de la Reserva, el 21% es responsabilidad del Tesoro, el 16% corresponde a la Empresa de Garantía de Depósitos y el 2% restante es administrado por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano.

Muchos de los 34 programas puestos en marcha por la Administración estadounidense para combatir la recesión consisten en avales o garantías que escapan del control presupuestario pero que comprometen las finanzas públicas a largo plazo.

"El recurso generalizado de los Estados a las garantías o avales de la deuda bancaria está introduciendo una cuña de opacidad en las cuentas públicas", advierte Tapia. "Resulta difícil estimar el monto total que está siendo garantizado, con el añadido de que estas garantías se extenderán durante muchos años y que los ratios de deuda pública / PIB no recogen esta garantía implícita", asegura.

Con todo, lo peor es que esta movilización ingente de recursos no garantiza que los planes lleguen a buen puerto ni de que no sea necesario activar programas adicionales para eludir la depresión o un modelo de recuperación como el de Japón en los años noventa.

"El presidente y el secretario del Tesoro han dicho que harán todo lo que haga falta", recordaba recientemente el consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein. "Si esto [los recursos movilizados] es suficiente, será perfecto. Pero si no lo es, tendrán que hacer más".

El mayor estímulo fiscal

Aunque de los billones movilizados por su Administración no todo puede considerarse estímulo fiscal, Estados Unidos sigue siendo el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que más se ha gastado en ese tipo de planes. La OCDE cifra su esfuerzo en el 5,6% del PIB frente a una media de los países de la organización del 3,5%. Éste es también el nivel que alcanzan los planes aprobados por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

En contra de lo que solía ser su discurso tradicional, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mostrado su preocupación porque considera que muchos países no están haciendo el suficiente esfuerzo fiscal y que ningún plan debería ser inferior al 2% del PIB. Sin embargo, según los datos de la OCDE, los planes de estímulo de la mitad de los países de la organización (15 sobre 30) se sitúan por debajo de ese nivel.

"El impacto de los planes de estímulo sobre la economía es difícil de medir en las actuales circunstancias", dice la OCDE en su informe interino de marzo presentado esta semana. No obstante, calcula que los planes de Estados Unidos aportará al PIB un 1,6% y Australia un 1,2%. Entre los países que más provecho sacarán de sus gastos en 2009 están Polonia y España, con un 1%, y Canadá y Nueva Zelanda, con la misma cuantía, en 2010.

Hacia un nuevo orden financiero internacional / Ángel Laborda

Sin duda, el mayor interés informativo en el ámbito económico se situaba esta semana allende nuestras fronteras, con un evento histórico, la cumbre del G-20; la bajada de los tipos de interés por parte del BCE y las nuevas previsiones internacionales para 2009-2010 que presentó la OCDE.

A casi dos años de estallar la crisis financiera, los dirigentes mundiales parece que, por fin, empiezan a entenderse. Seguramente presionados por la gravedad de la situación y bajo el peso de las consecuencias de no llegar a acuerdos, han sido capaces de diseñar lo que ahora se llama una hoja de ruta para reanimar al herido de muerte sistema financiero internacional. Casi dos años desde el inicio de la crisis, pero casi cuarenta desde que el sistema diseñado en Bretton Woods dejara de ser efectivo.

Desde entonces, dicho sistema ha estado funcionando, primero, bajo la batuta de las acciones unilaterales de las grandes potencias mundiales (en realidad, prácticamente una: EE UU) y, luego, casi sin batuta, al albur de la denominada autorregulación de los mercados, es decir, sin una regulación y supervisión efectivas. Hasta que ha pasado lo que ha pasado.

Dice el refrán que no hay mal que por bien no venga y quizá esta crisis sirva para dotar a la nueva economía global de un sistema financiero bien regulado y supervisado, que dé soporte a todo el potencial que supone la globalización. Si se consigue esto y, además, se avanza en la abolición de barreras y usos proteccionistas, se puede dar por seguro que las economías volverán a crecer a lo largo y ancho del mundo.

Éste es el acuerdo fundamental de la cumbre de Londres, además de tomar medidas a corto plazo para dotar de más liquidez al FMI y a los bancos multilaterales de desarrollo (más de un billón de dólares), con el fin de evitar el colapso de las economías más expuestas a la crisis financiera y de mantener la financiación, ahora cerrada, a las emergentes, al tiempo que se inicia la reforma de los organismos financieros internacionales para dotarlos de más efectividad y participación. De los planes de estímulo fiscal, que cada uno en su casa haga las cuentas y tome las medidas que le parezcan más adecuadas.

Ver que los dirigentes mundiales empiezan a ponerse de acuerdo supone un espaldarazo para la confianza, algo escasa en estos momentos, sobre todo cuando las perspectivas a corto plazo cada vez son más negativas, como puso de manifiesto la OCDE con sus nuevas previsiones. Éstas contemplan caídas del PIB mundial en 2009 del 2,75% y de entre el 4% y el 7% para las economías desarrolladas, cifras que superan en mucho las más negativas publicadas hasta ahora, aunque mantienen la esperanza de iniciar la recuperación en 2010.

No sé si en España el PIB llegará a contraerse tanto, pero los datos que vamos conociendo van por ahí. Mención especial merecen los datos de parados registrados y de afiliaciones a la Seguridad Social de marzo. Los parados aumentaron en 123.543 respecto a febrero, una cifra algo inferior a la de los meses precedentes.

Ello se explica por motivos estacionales, ya que en términos tendenciales (desestacionalizados) el aumento fue el mayor hasta ahora, casi 158.000. También la estacionalidad es la causa principal que explica que el descenso de los afiliados fuera notablemente menor que el de meses anteriores, aunque también se observa una caída algo menor en términos tendenciales. Eso puede indicar que los momentos de mayor destrucción de empleo ya han pasado.

Otros indicadores conocidos en la semana son igualmente elocuentes. Las ventas al por menor caían en febrero un 7,6% sobre un año antes; la producción industrial de ese mismo mes, un 22%; el consumo de energía eléctrica de marzo, un 10,2%; la superficie a construir, según los visados de obra nueva de enero, un 55,9%, y las matriculaciones de turismos en marzo, un 39% (eso sí, en los meses precedentes caían a mayor ritmo).

El rasgo positivo lo ponían los indicadores de confianza de los consumidores, que mejoraron en marzo, probablemente por el alivio que suponen la bajada de los tipos de interés y de la inflación y por las perspectivas de mejora en el mercado laboral asociadas al plan E. Por algo se empieza.

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Canadá comienza el año con una gran caída de la actividad tras el desplome de sus exportaciones

TORONTO.- La novena economía del mundo ha sido una de las últimas en acusar el desplome de la crisis financiera internacional. Desde el cuarto trimestre del año pasado, su estructura productiva y, sobre todo, su comercio internacional han comenzado a resentirse de la mano de sus principales socios, se escribe en 'El País'.

El país creció un 0,5% en 2008, luego de una contracción trimestral del 3,4% entre octubre y diciembre. Y durante los primeros meses del año las cosas no han ido mejor, ya que las previsiones de organismos locales advierten de un desplome histórico del 8,5%, los peores datos desde 1991.

Durante gran parte de 2008, el país había logrado combatir la recesión gracias a sus ordenadas cuentas públicas, una política monetaria proactiva y un sector bancario relativamente sano. No obstante, la agudización de la crisis en EE UU -destino del 75% de los bienes y servicios exportados por Canadá- ha dañado su industria. En el cuarto trimestre, las exportaciones cayeron un 17,5%, por lo que el país registró su primer déficit comercial en 10 años. Esto llevó a que la demanda se redujera y las empresas recortasen sus pedidos.

Y este año las cosas se han agravado con sectores como la vivienda y automóvil, que se han desplomado hasta niveles históricos. Ello se ha sumado a la caída en los precios de las materias primas de exportación, generando un cuadro de pesimismo que, según las previsiones, podría llevar al país a reducir su PIB desde una horquilla del 0,9% al 2,2% en 2008. El último pronóstico del FMI cifra esta caída en el 1,2%. El organismo le ha señalado, sin embargo, como "uno de los países que afrontan con más garantías la crisis".

Las soluciones del Ejecutivo han consistido en aprobar una línea de crédito de 35.000 millones de dólares para ayudar al sistema bancario, equivalente al 3,2% del PIB. Esto a pesar de que mantiene un sector bancario estable, con entidades bien capitalizadas y sin grandes pérdidas. Es por ello que el Gobierno de Ottawa se opone a dar más ayudas públicas para reanimar la economía, como se ha pedido en la reunión del G-20 en Londres. Canadá dice que ya han cumplido con la meta de destinar un 2% del PIB, y por ello se ha alineado con Francia y Alemania.

Estas declaraciones tienen mucho que ver con que el país ha visto reducidos considerablemente sus ingresos fiscales. La recaudación cayó un 9,8% en enero debido a las recientes bajadas del impuesto de sociedades y del impuesto sobre bienes y servicios. En los últimos presupuestos, el Ejecutivo estima que el déficit estará cercano al 2,5% del PIB durante este año y el próximo. No obstante, analistas locales y organismos parlamentarios advierten de que el desequilibrio público superará con seguridad el 3%, hasta alcanzar 28.000 millones de dólares este año y 25.000 millones el próximo.

En cuanto a otros indicadores, durante enero de este año el desempleo llegó hasta el 7,2% de la población activa, mientras que la inflación se ralentizó hasta el 1,9%. Estos indicadores dan alas al Ejecutivo para pensar que a finales de este año se podría comenzar a ver la luz y que se volvería a números positivos durante 2009. En cualquier caso, los analistas coinciden en que esto dependerá mucho de la evolución del comercio mundial y sobre todo del desempeño de EE UU, que, según todos los expertos predicen, será el primero en sortear la crisis.

Los vencedores de la 'crisis del siglo'

MADRID.- Es cierto, hay crisis (y lo más probable es que acabe en una depresión como no se ha visto en España desde la década de los 50), el número de parados supera ya los 3.600.000 y las previsiones hablan de una caída del PIB cercana al 2% en 2009; pero, aún así, no todo el mundo lo está pasando tan mal.

Para muchos españoles éste puede ser uno de los mejores años de sus vidas, aunque quizás, metidos en la obsesión por la crisis que inunda los titulares de la prensa y las conversaciones de los bares, puedan no ser plenamente conscientes de ello.

Algunos datos confirman que las recesiones no son negativas para todos, aunque golpeen a un país. Hace unas semanas, Tim Harford recordaba en su columna de Actualidad Económica que más de la mitad de los hogares del Reino Unido aseguraba que ganaba más en 1993 que en 1991 (los dos años que marcan el principio y el final de la anterior crisis). Es más, uno de cada seis británicos admitía que sus ingresos se habían incrementado en más de un 50%.

En España, ICO se encarga de medir el optimismo ciudadano. Pues bien, el jueves publicó los datos de marzo de su Indice de Confianza del Consumidor que muestran que la valoración de la situación del país es de 13,2 mientras que el que mide la situación del hogar del encuestado marca un 59,8. Es cierto que normalmente, este segundo dato es superior al primero, pero no es menos evidente que mientras en marzo de 2007 la diferencia era de apenas 16 puntos (de 95 a 79) ahora supera los 46. ¿A qué se debe que quienes creen que su propia situación es aceptable, vean tan mal al conjunto del país?

Para María Antonio Pablos, jefa del Departamento de Estudios del ICO, «lo que mejor conocen los consumidores es lo que tienen más cerca, tienen más criterio para conocer su situación familiar que la economía del país». Por eso, cree «muy significativo» el Indice de Situación Hogar en el que no influyen las noticias sobre una crisis que todo lo ocupa.

Por eso, desde este organismo se muestran moderadamente optimistas para los próximos meses y prevén que estos datos podrían anticipar una ralentización en el ritmo de descenso de la demanda interna.Y, como explican, la manera de comenzar la recuperación «es caer menos».

De hecho, si alguien tiene que tirar del moribundo consumo interno (antaño locomotora del crecimiento español), sin duda, ésas son las familias con empleos estables, que ven como bajan sus gastos. Un coche más grande, una nueva casa, unas vacaciones un poco más largas...

Más de tres millones de españoles no están preocupados este año por ser parte de un ERE que los ponga de patitas en la calle.Tampoco buscarán en la prensa la cotización de su empresa o la cuenta de resultados, temiendo una posible quiebra. Ni siquiera se verán obligados a negociar con la empresa una posible congelación salarial. El colectivo de trabajadores del sector público es uno de los tradicionalmente menos afectados por las crisis, y en esta ocasión, aunque el bache sea mayor, también pueden ser los que mejor lo libren.

La mayoría de los funcionarios (más de tres millones por primera vez en la Historia) han visto subir sus sueldos por encima del IPC (un 3,8% en la Administración Central), lo que les sitúa en una buena situación para mantener el consumo interno, tan dañado en los últimos meses. Eso sí, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, ya ha anunciado que «Si las cosas siguen igual, podemos congelar el sueldo de los funcionarios que ganan más».

Menos peso en la cesta de la compra

Cuando las dificultades económicas son de la magnitud de las que ahora rodean a España, hay un axioma entre todos los analistas: nadie está a salvo. Si Lehman Brothers ha podido caer -y si hay nubarrones que se ciernen sobre General Motors o Chrisler- es que cualquiera puede ser el siguiente. Sin embargo, también hay otra evidencia: no todos los trabajadores están en la misma situación.

El 72% de los asalariados españoles tiene un contrato indefinido.Aunque eso no sea un seguro de vida, sí que aporta algo más de estabilidad. Aún suponiendo que algunos de ellos puedan estar en sectores con dificultades (con el consiguiente temor a que caiga su empresa) no hay que olvidar que muchos otros pueden tener una certeza casi absoluta en que pasarán estos años sin caer en las listas del paro. Si, además, consiguen una subida salarial como la media fijada en los convenios colectivos del mes de febrero (2,68%), puede que 2009 esté lleno de buenas oportunidades.

La oportunidad tras la 'burbuja'

En lo que coinciden casi todos los economistas, sean del color que sean, es en que una de las mejores maneras de impulsar la demanda es bajar los impuestos. Las discusiones pueden venir a la hora de decidir a quién bajarle, cuánto o cuál es el tope para el déficit público. El Gobierno ha dado algunos pasos (como el reintegro de los 400 euros o el adelantamiento de la devolución de la Renta) pero sin acometer un plan fiscal integral con una rebaja global para la mayoría de los españoles.

A pesar de que por el lado fiscal no hay muchas alegrías, el Indicador de Confianza del Consumidor del ICO de marzo puede verse con un matiz algo optimista. Tanto el índice de situación actual como el de expectativas han mejorado, y el que mide las previsiones para el país ha pasado de 79 a 91. Además, el hecho de que la valoración de la situación de cada uno sea mejor que la del país (más influida por las continuas noticias sobre la recesión) podría indicar que el futuro no es tan oscuro.

La hipoteca concede un respiro

España podría estar entrando en deflación (aunque técnicamente ésta se produce cuando hay dos trimestres consecutivos con el índice de precios en tasas negativas). La situación más temida por los economistas de medio mundo podría estar a punto de hacerse realidad, tras saberse que el dato del IPC se situará en marzo en el -0,1%. Eso sí, aunque es una situación peligrosa, por cuanto puede hacer que se retrasen algunas grandes compras (como automóviles o vivienda), también puede ser un alivio para el bolsillo del ama de casa.

Seguro que muchas han notado ya cómo la guerra de precios, en la que se han embarcado las grandes cadenas de supermercados españoles, está haciendo que baje el coste total de la cesta de la compra. Además, dentro de esta estrategia se está produciendo un auténtico boom de las marcas blancas (más baratas que las convencionales) que ya acaparan más del 30% del mercado.

Un bueno momento para el capricho

Ya es un lugar común que la burbuja inmobiliaria ha provocado en España que la crisis sea más profunda (y posiblemente más duradera) que en sus vecinos. Al calor de la prosperidad económica, España vivió un boom del sector inmobiliario que llevó a que algunos años se iniciarán más de 800.000 viviendas, la mitad de las que se construían en Alemania, Italia, Francia y Reino Unido juntos. En la costa, especialmente, esta dinámica llevó a un proceso de subida de precios que alimentaba una demanda, en cierto modo especulativa, que a su vez provocaba un alza aún mayor.

Ahora, muchos constructores se encuentran con promociones enteras sin vender y altos créditos que pagar. Por eso, en numerosas localidades españolas el descenso de los precios es mucho mayor que ese 6,6% que dicen las estadísticas de las sociedades de tasación. En algunos resorts mediterráneos se están empezando a ver descuentos cercanos al 50%. Una oportunidad. Para quien pueda, claro.

A finales del año pasado, la Asociación Hipotecaria Española calculaba que los españoles dedicaban una media del 40% de sus ingresos al pago de la hipoteca, aunque muchas de ellas destinaban cantidades superiores al 60% de sus ganancias, a cumplir con su banco. Evidentemente, para todas estos hogares, ningún alivio es comparable al que supone la revisión de sus cuotas hipotecarias.

Con el descenso del Euribor al 1,909% en marzo (12 meses antes este índice marcaba 4,590%) una familia con una préstamo medio de 150.000 euros a 25 años, se ahorrará más de 2.500 euros anuales, unos 212 euros al mes. Y para aquellos que hayan comprado su casa en los últimos años del boom del ladrillo, la noticia puede ser mucho mejor. Por ejemplo, para una familia que se hubiera comprado un piso en Madrid o Barcelona por 450.000 euros (lo que no habría sido nada anormal en los últimos años) la cuota a pagar podría descender en más de 675 euros al mes.

Si algún sector sufre durante casi todas las crisis, ése es el del automóvil. Los españoles suelen dejar para más adelante los grandes gastos cuando surgen las dificultades. Pan hay que comprar cada día, pero con el coche viejo, se puede aguantar un par de años más. Este tipo de razonamiento es el que ha provocado que el descenso en la venta de automóviles entre enero y marzo supere el 40% respecto al mismo período de 2008.

Por eso, las marcas buscan a los consumidores a través de todo tipo de promociones que les eviten, al menos, acumular stocks sin vender. Y no sólo el sector del motor está tirando los precios.El turismo (muy afectado también) está bajando las tarifas, incluso para destinos antes muy exclusivos para tentar a los amantes del viaje con ofertas que será difícil ver de nuevo en los próximos años. Vamos, que para aquellos que todavía no estén con el agua al cuello, este puede ser un gran momento para darse un capricho.

Cuestión de consumo / José Carlos Díez *

Tras varios años renegando de nuestro modelo de crecimiento basado en el consumo y ansiando parecernos a los alemanes, la crisis económica global nos hará cambiar de parecer. Las exportaciones japonesas desde el pasado verano han caído un 40%, las estadounidenses, alemanas, españolas y chinas más del 25%. Por lo tanto, una estrategia de recuperación económica basada en la exportación sería un suicidio económico. El turismo también se resentirá de la crisis en Alemania y el Reino Unido, y tan sólo los franceses y los españoles, como en todas las crisis, evitarán una reconversión del sector.

Por lo tanto, la recuperación tendrá que venir por el gasto doméstico.El Gobierno ya ha activado la política fiscal y ayudará a la economía a remontar el vuelo, pero España no saldrá de la recesión hasta que los consumidores normalicemos nuestro patrón de consumo.El mantra afirma que las familias españolas están muy endeudadas y que ahora es necesario que ahorren. Otro mantra es que en España no hay demanda solvente para que los bancos den nuevo crédito y esto justifica la escasez del mismo. En 2005, el Banco de España realizó una encuesta financiera a las familias y sus resultados destrozan esta visión. Dos tercios de las familias ya han pagado su primera vivienda y la mitad no tiene ningún tipo de deuda.Por lo tanto, es cierto que el conjunto de las familias ha aumentado significativamente su endeudamiento en la última década, pero el endeudamiento es asimétrico y se concentra en muy pocas familias.

Entonces, ¿cuál es el problema? El miedo. Los economistas llevamos más de dos siglos hablando del homo economicus, un ser racional que sabe ordenar todos los bienes de su cesta de la compra y tomar decisiones óptimas como una hoja de cálculo. Es cierto que nuestro cerebro tiene estas habilidades, pero la parte consciente sigue un proceso iterativo, y la combinatoria de posibilidades es infinita, por lo que al final es el componente emocional del cerebro el que toma la decisión. En este sentido el ser humano apenas ha evolucionado, ya que los neurólogos nos enseñan que la glándula cerebral que controla nuestras emociones la hemos heredado de los reptiles hace millones de años.

¿Qué nos asusta? Primero el cambio y la complejidad de la crisis y en último término perder el empleo o nuestra renta, como es el caso de los pensionistas, que están aterrados cuando escuchan las proyecciones de déficit público y ven en riesgo su pensión.Según las previsiones de los economistas más pesimistas, se va a destruir un 7% de empleo, pero según la encuesta del CIS, casi un tercio de los españoles temen perder su puesto de trabajo.La diferencia es puramente subjetiva y es determinante para explicar por qué los españoles hemos parado en seco nuestro gasto desde el pasado verano y hemos aumentado desproporcionadamente nuestro ahorro.

¿Cómo se recuperará el consumo? La clave es la creación de empleo y los medicamentos económicos más eficaces son la política monetaria y la política fiscal. Los planes de gasto público absorberán parte del empleo que destruye el sector privado y se frenará la intensa destrucción de empleo que está registrando nuestra economía. Pero más determinante será la bajada de los tipos de interés y las rebajas de precios.

Las familias hipotecadas revisarán su hipoteca y el primer mes ahorrarán la reducción de la cuota integra. El segundo, tercer y cuarto mes también. El quinto mes se irán de vacaciones, aunque no se gasten todo lo ahorrado. Los precios de la vivienda se están desplomando, especialmente en la costa y, en muchos casos, ya son atractivos para la compra. Los coches de segunda mano prácticamente se regalan, las tiendas no paran de hacer promociones para incentivar el consumo, etcétera.

Las familias que mantengan el empleo, especialmente los funcionarios, y los jubilados verán cómo, con el mismo salario o pensión, su capacidad adquisitiva aumentará y su gasto también lo hará. Versionando a Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa: «Qué sencilla sería la vida sin emociones, pero que aburrida y que insulsa».Carpe diem.

(*) José Carlos Díez es economista jefe de Intermoney y profesor de economía de la Universidad de Alcalá.- www.elmundo.es

La nueva alquimia monetaria / Luis de Guindos

En esta crisis, una de las señales más evidentes de su complejidad es la aparición de términos nuevos cuya existencia, prácticamente, desconocíamos hace sólo unos meses. En los últimos días, uno de los más utilizados es el de quantitative easing, que se puede traducir por expansión cuantitativa (EC). La EC supone una forma no convencional de hacer política monetaria, que se da en circunstancias extraordinarias como la que estamos viviendo actualmente. Consiste en la adquisición, por parte del banco central, de activos en manos del sector privado.

En un sistema de dinero fiduciario, los bancos centrales cuentan con un poder singular que es la posibilidad de adquirir activos a través de un mero apunte contable, que se concreta en la creación de dinero, con el que se paga a los vendedores de estos activos.Se trata de un poder parecido al que buscaban los alquimistas en la Edad Media con la piedra filosofal, que pretendía transformar en oro todo lo que tocaba, aunque en este caso no tenga nada de mágico, sino que es consecuencia del juego contable de los balances de los bancos centrales.

Cuando los bancos centrales adquieren activos, ya sea deuda pública o privada, la expansión de su balance supone una inyección de liquidez que incrementa la cantidad de dinero -esto es, la oferta monetaria-, en circulación en el sistema. Los efectos de la expansión cuantitativa (EC) son múltiples. Al adquirir bonos, su precio se incrementa, lo que reduce su rentabilidad, es decir, los tipos de interés a medio y largo plazo, que se mueven en dirección contraria al precio. Además, el incremento de la oferta monetaria deprecia el tipo de cambio de la moneda. Por último, en la medida que la inflación acaba siendo siempre en última instancia un fenómeno monetario, las expectativas inflacionistas se elevan, ya que los distintos agentes económicos esperan un repunte futuro de los precios.

Sin embargo, se trata de una acción no convencional, como decíamos anteriormente. Los bancos centrales suelen actuar, normalmente, vía la fijación de un tipo de interés a los bancos comerciales -el denominado tipo de intervención-, que determina el coste al que les prestan dinero a corto plazo. Sin embargo, si los tipos no se pueden reducir más, es decir están próximos a cero, o si los bancos comerciales tienen problemas de solvencia y, por tanto, no trasladan los impulsos monetarios al resto de la economía, entonces es cuando la EC puede adquirir sentido.

Normalmente, además, en estas circunstancias, las tensiones deflacionistas -tal como ocurrió durante la década perdida de los años 90 en Japón- suelen ser bastante evidentes, por lo que se hace necesario recurrir a alternativas distintas a las habituales, una vez que con tipos de interés a cero el margen de la política monetaria convencional ha desaparecido.

La Reserva Federal ha anunciado que va a adquirir bonos del Tesoro americano hasta un máximo de 300.000 millones de dólares y bonos privados con garantía real hasta 700.000 millones de dólares.La reacción de los mercados fue muy rápida. Las Bolsas subieron, especialmente las cotizaciones de los bancos, mientras que los tipos de interés de la deuda pública se redujeron notablemente en cerca de medio punto porcentual.

Simultáneamente, el dólar se depreció de forma clara, frente al euro, especialmente, y las expectativas de inflación se deterioraron notablemente, impulsando el precio de las materias primas al alza. Otros bancos centrales con programas de expansión cuantitativa del crédito son el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra, y se espera que Suecia y Canadá sigan la senda.

De alguna forma, la EC es la última herramienta disponible de política monetaria frente a la recesión y cierra el círculo de la estrategia de política económica en marcha. Esta estrategia, parte de los planes de rescate de los bancos, continúa con una política monetaria extremadamente expansiva y acaba con los programas de estímulo presupuestario que elevarán los déficit públicos a cifras de dos dígitos en términos de Producto Interior Bruto.

Uno de los riesgos fundamentales de este conjunto de acciones es la necesidad de financiarlas en los mercados de capitales mediante emisiones masivas de bonos públicos o con garantía del sector público, lo que puede impulsar los tipos de interés a largo al alza, riesgo que podría ser letal en un entorno deflacionista.Por ello, la adquisición de bonos por el banco central impide en el corto plazo dicho impacto sobre los tipos de la deuda y, además, consigue un efecto expansivo adicional vía la depreciación del tipo de cambio.

Estamos ante una decisión extraordinaria frente a la crisis, que en última instancia supone la monetización de los programas de rescate de los bancos y de estímulo fiscal y, por tanto, su financiación mediante la creación de dinero. Dicho de otra forma, de lo que se trata es de financiar estos impulsos mediante la generación de inflación, que es un impuesto encubierto.

No obstante, en el corto plazo, su coste puede que sea reducido, ya que las inyecciones que se hacen de liquidez no circulan una vez que el mecanismo de transmisión monetaria está roto y, por tanto, la velocidad de circulación del dinero se contrae compensando la expansión que hay de la oferta monetaria. De este modo, se intenta reconstituir el flujo de crédito a prácticamente cualquier precio.

En el periodo comprendido entre las últimas semanas, hemos visto cómo una serie de indicadores adelantados, especialmente en Estados Unidos, apuntaban hacia una cierta estabilización de los mercados financieros, inmobiliarios y de la propia actividad económica.Todo parece apuntar a que se está logrando parar el deterioro brutal que habíamos visto en la segunda parte del año pasado, lo cual no sería extraño dado el tamaño del impuso fiscal y monetario que se le está metiendo a la economía mundial.

El momento delicado vendrá cuando los síntomas de recuperación se hagan más evidentes y necesariamente debamos ir retirando estos estímulos extraordinarios para evitar un incremento rápido de la inflación que eche al traste el repunte de actividad en su fase inicial. Y es que no podemos ignorar que, al igual que ocurre en alquimia, tampoco en política económica existe la fórmula de la piedra filosofal, por mucho que algunos se empeñen en buscarla.

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Empleos de muerte para una China en paro

SHANGHAI.- En apenas tres meses, 6,1 millones de nuevos titulados se sumarán al mercado laboral chino, aunque éste no haya sido capaz de absorber a casi millón y medio del año pasado. Oficialmente, el paro urbano en China se acerca por primera vez en dos décadas a la barrera del 5%, aunque otros cálculos sitúan ya el desempleo nacional por encima del 10% (un 12% cuando se habla de la élite universitaria).

Cuando se resalta la fortaleza de China frente a la recesión mundial, se tiende a olvidar que cerca de la mitad de los damnificados por la crisis están en este país. Al gobierno le preocupan tanto los 20 millones de peones de fábrica que se han quedado en la calle por el desplome de la demanda en el mundo, como los titulados universitarios, revela hoy 'El Mundo'.

Los últimos constituyen la primera hornada de hijos de las reformas para quienes el título no será garantía de éxito. Pekín les pide ahora que no esperen salarios tan altos y que marchen al interior del país, donde todavía hay mucho margen de desarrollo. Como hace 40 años, cuando la Revolución Cultural mandó a los estudiantes al exilio rural. Aquello se llamaba «reeducación».Hoy, algunos también se irán de las aulas al campo, pero por necesidad.

¿El nuevo Londres de los españoles?

La crisis también ha incrementado el trasiego de los españoles en China. Están los que se marchan, porque las empresas que los emplean han tenido que cerrar operaciones en el país asiático o reducir su plantilla de expatriados. Pero también una nueva generación aventurera -no todos tan jóvenes, también los hay con una década de experiencia laboral-, que ante la imposibilidad de encontrar trabajo en casa, marchan al Lejano Oriente en busca de oportunidades. ¿Será el milagro económico chino el imán que fue el alemán para la mano de obra española en los años 60?

«No tanto», según Pawel S. Kuszelewski, director de operaciones en China de Human, la primera firma española de recursos humanos con presencia en este país. «Los que vienen son la gente que hace cinco o seis años se hubiera ido a Inglaterra», indica el experto. «La diferencia es que un ingeniero puede sobrevivir en Londres trabajando de camarero, pero no en China».

A finales de 2008, según cifras oficiales, había alrededor de 600 empresas españolas en China y cerca de 2.500 españoles como residentes -con permiso de trabajo en el país, se entiende-. «Tras la crisis, no sabemos cuántas se han podido ir», señalan desde la Oficina Económica Comercial de España en Pekín, «pero se ha notado una caída en el número de empresas que intentan acceder al mercado chino».

Esto se traduce en menos oportunidades laborales, y que, cada vez más, las vacantes de «ingeniero comercial con inglés y conocimiento de la cultura empresarial china», el perfil más demandado hasta ahora, se cubre con gente local, y no tanto con españoles.

«Quienes vengan -prosigue Kuszelewski- se lo deben tomar como un periodo de formación personal: adquirir experiencia con una beca, matricularse en un máster de negocios en China o venir a estudiar el idioma».«Pero que no se piensen que en seis meses van a salir hablando mandarín», advierte.

«Ahora mismo están los que se quieren venir más los que no se quieren ir». Empresas que antes tenían varios expatriados, optan por dejar a uno sólo a cargo de las operaciones en China. «Es natural que las empreas vayan sustituyendo a los altos cargos con chinos», dice Kuszelewski, «pero la crisis ha acelerado este proceso, ya que la mitad de los costes de una empresa española en China son los expatriados».

Lei Ren, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio en Shanghai, apunta que las empresas «se están marchando no tanto porque la situación económica en China esté mal, sino por los problemas que pueda estar experimentando la matriz».

La bolsa de trabajo que comparten las Cámaras españolas en los tres polos económicos del país -Pekín, Shanghai y Cantón-, acumulan más currículos que nunca durante los últimos meses. Entre ellos, gente de 30 y 40 años, ex gerentes de empresas que buscan huír lejos de la recesión.

«Ahora mismo, sólo se buscan perfiles muy específicos, como ingenieros industriales o expertos en contabilidad china», avisa Lei. «Pero que hablen chino».

Alemania planta cara a Suiza por el secreto bancario

BERLÍN.- Durante semanas, azuzados por la prensa y las inusuales declaraciones patrióticas de los políticos, dos países del centro de Europa, la pequeña e independiente Suiza de 7,7 millones de habitantes y la gigante Alemania, de 80 millones y motor de la Unión Europea, han reproducido un ambiente prebélico donde no han faltado las acusaciones de colonialismo, las comparaciones con la era nazi, los viejos chistes vecinales, ministros suizos que anunciaban que cambiaban su coche alemán por uno francés, y la amenaza de cortar las fluidas relaciones comerciales, según recuerda hoy 'El Mundo'.

El miércoles, finalmente, en Berlín, los ministros de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, y suizo, Micheline Calmy Rey, firmaban la tregua con un apretón de manos y promesas de cooperación.Aunque la raíz del problema, los paraísos fiscales y el secreto bancario helvético, una vieja cruzada de Alemania y Francia, iba a convertirse 24 horas más tarde en uno de los grandes asuntos a tratar en la cumbre del G-20 en Londres.

La primera andanada llegaba a principios de mes del ministro de Finanzas germano, el socialdemócrata Peer Steinbrück, un hombre del norte (Hamburgo) con una forma de hablar «directa e imaginativa», según justificaba su colega Steinmeier.


Pocos días después de que Suiza, tras anuncios similares de Andorra y Liechtenstein, se mostrara dispuesta a flexibilizar sólo en casos concretos su secreto bancario, pero manteniendo esa figura, el alemán arremetía contra los confederados, exigía la creación de «listas negras» de paraísos fiscales y se mostraba escéptico con las promesas suizas «que en el pasado no tuvieron ningún efecto».

Claramente, Steinbrück respondía a la oferta de Berna recordando que «el estándar de la OCDE exige que se proporcione la información en casos simples de tributación». «El acceso a la información bancaria debe concederse independientemente de si existe o no sospecha de evasión fiscal», añadía.

Lo que encendió los ánimos confederados fue una frase de Steinbrück y el hecho de que el borrador de una lista negra impulsado por Berlín y París ya circulaba por la OCDE. Y en ella estaba Suiza.El germano amenazaba con «sacar el látigo» contra esos países.

La lista «es como la caballería ante los indios, a la que se le puede dar la orden de cargar, pero no tiene por qué ser así.Los indios simplemente tienen que saber que está ahí», apuntó.

El Gobierno suizo llamó a consultas al embajador alemán, Alex Berg, y el popular diario Blick hallaba un filón y convertía a Steinbrück en «el alemán más odiado de Suiza».

Desde la Confederación Helvética, su presidente y ministro de Finanzas, Hans-Rudolf Merz, advertía de que Suiza «no se dejará intimidar por ningún país». La ministra de Exteriores Calmy Rey señalaba que «no se puede tratar así a un Estado miembro de la OCDE», y el Parlamento no dudaba en votar a favor de defender a la nación de cualquier «agresión exterior».

Más efectista reaccionaba el ministro de Defensa, el ultraderechista Ueli Maurer, quien anunciaba públicamente que cambiaba su Mercedes Clase C oficial por un Peugeot francés. Más aún, Maurer apuntaba que la tensión «generada por los alemanes» ponía en peligro el acuerdo para comprar 33 cazas de combate a Berlín por valor de 2,2 millones de francos suizos (1,4 millones de euros).

Desde las páginas de los diarios suizos, amén de denunciar las «actitudes colonialistas» y de «recuerdo nazi», se apuntaba que los alemanes tienen más que perder que los suizos en caso de una hipotética ruptura. Berlín compra a Berna productos por valor de 66 millones de euros y vende por 43. Unos 260.000 alemanes viven en el país vecino.


Cada día, 44.000 germanos cruzan la frontera para trabajar. La Confederación tiene 50.000 millones de francos invertidos en Alemania, y además, 105.000 alemanes reciben pensión de Suiza.

Mientras la canciller Angela Merkel y Steinmeier salían en defensa de Steinbrück y la prensa alemana recordaba con sorna los productos suizos de los que el país podría prescindir, el ministro redundaba unos días más tarde y advertía que su país investiga qué bancos alemanes han promovido la evasión fiscal. Steinbrück recordó que en abril entra en vigor en Alemania la llamada Ley Pfandbrief, destinada inicialmente a salvar bancos en crisis.

Las acusaciones


Peer Steinbrück: El ministro de Finanzas alemán amenazó a principios de marzo con «sacar el látigo» contra los países sospechosos de evasión fiscal, entre los que se encontraba Suiza.

Hans-Rudolf Merz: El ministro de Finanzas suizo contestó al alemán advirtiendo de que Suiza «no se dejará intimidar por ningún país».

Frank-Walter Steinmeier: El ministro de Exteriores alemán justificó el pasado miércoles a Steinbrück argumentando que la manera de hablar de su colega es «directa e imaginativa».

Calmy Rey: La ministra de Exteriores suiza reaccionó ante las palabras de Steinbrück y advirtió de que «no se puede tratar así a un Estado de la OCDE».

Ueli Maurer: El ministro de Defensa suizo anunció que cambiaría su Mercedes alemán oficial por un Peugeot francés.

La trastienda del G-20 destapa una cumbre vacía

LONDRES.- A juzgar por las sonrisas de los líderes, la cumbre de Londres fue un éxito formidable. Un análisis más reposado de lo acordado dibuja un paisaje mucho menos optimista y habla más bien de progresos limitados. Tanto en el ámbito de los estímulos como en el de la regulación.

Gordon Brown sacó adelante el encuentro y los periódicos saludan su saber económico, su gusto por el detalle y su mano firme al timón de lo sucedido. Y, sin embargo, las últimas horas de la negociación fueron una sucesión de zancadillas, faroles y puñaladas por la espalda en la que el premier británico desempeñó un papel secundario, según revela 'El Mundo'.

En los últimos compases de la negociación, quienes jugaron fueron Nicolas Sarkozy, Angela Merkel, Hu Jintao y Barack Obama. Los dos primeros, arrancando compromisos para terminar con lo que consideran los vicios del capitalismo anglosajón. El presidente chino, dando sus primeros pasos como superpotencia en la escena mundial. Obama, aprendiendo a marchas forzadas los sinsabores y los secretos de la diplomacia.


Según fuentes cercanas a Brown, el espectáculo de Sarkozy en las horas previas a la cumbre no fue más que una provocación de cara a la galería. Lo refleja el comunicado final, que apenas aporta detalles nuevos sobre la regulación de los mercados financieros. Se sanciona la recapitalización de los bancos y se repite la supervisión de los estándares de contabilidad y de los hedge funds y las agencias de calificación, pero nada se dice del asunto más importante para el presente: qué hacer con los activos tóxicos de los bancos.

El G-20 no revalida el plan de Obama ni el sistema de reaseguro de Brown, y tampoco propone una tercera vía alternativa. Como subrayaba el viernes en su editorial Financial Times, «establecer compromisos vagos sólo sirve para crear miedo de que haya poca sustancia detrás de las palabras».

Así pues, no se crean las sonrisas de Nicolas Sarkozy. De la cumbre no arrancó demasiado. Es cierto que logró adelantar la publicación de la lista de paraísos fiscales, pero a costa de negociar con China la exclusión de Hong Kong y Macao de su capítulo más ominoso. Según se supo después, el asunto de los paraísos fue el último en dirimirse.

Básicamente, por el choque de trenes entre Sarkozy y el presidente chino, Hu Jintao, que mantuvieron una conversación gélida durante la cena de Downing Street. Hu terminó aceptando la invitación de Sarko para seguir negociando. Esta vez en sus aposentos del hotel Mandarín. Allí se fraguaron algunos avances, pero el acuerdo sólo llegó al día siguiente, tras la mediación de Barack Obama.

De todos modos, es exagerado proclamar que la nueva lista de paraísos fiscales de la OCDE suponga «el final de la era del secreto bancario», como dijo Brown. Es cierto que señala un cambio en la buena dirección, pero queda mucho camino por recorrer.

En realidad, la de la OCDE no es una lista, sino tres que agrupan a las jurisdicciones según su grado de cooperación. La mayoría de los paraísos fiscales están en la lista del medio: aquélla que recoge a los países que se han comprometido a cooperar, pero aún no lo han hecho satisfactoriamente. Un limbo donde están Andorra, Gibraltar, Liechtenstein o San Marino, pero de donde han salido dependencias de la Corona británica como Jersey, Guernsey o la isla de Man.

Lo más polémico, sin embargo, es la composición de la lista negra, aquella que recoge a las jurisdicciones que aún no han cooperado.Tiene sólo cuatro miembros: Costa Rica, la isla malaya de Labuan, Uruguay y Filipinas. Un experto declaró el viernes a la prensa que el listado era «un ejercicio para salvar la cara, que sólo incluía cuatro países irrelevantes». Territorios sobre los que no existía presión y que nunca antes habían aparecido en una lista de paraísos fiscales.

Si limitados fueron los avances en los asuntos de la regulación financiera, lo fueron aún menos en el asunto estrella de la cumbre: el dirigido a sacar al mundo de la crisis.

Obama y Brown perdieron la batalla de los estímulos fiscales, incapaces de convencer a franceses y alemanes de la necesidad de elevar su gasto público. Esa fue la razón por la que la cumbre derivó hacia otro tipo de estímulos. No fiscales, sino monetarios, y en su mayoría gestionados por el Fondo Monetario Internacional.

Es, precisamente, el organismo de Washington quien más reforzado sale de la cumbre. No sólo por la inyección de casi 400.000 millones de euros en sus recursos, sino sobre todo porque los líderes del G-20 refuerzan su posición como gestor indiscutible de la economía mundial. El comunicado final le faculta para emitir hasta 185.000 millones de euros de sus reservas monetarias, para que los países menos pudientes puedan inyectar dinero en sus economías sin sufrir el estigma ni los intereses que acompañaban a la ayuda del FMI.

Lo más nebuloso de la cumbre fueron quizá sus compromisos de renuncia al proteccionismo. El comunicado no recoge promesas concretas y ni siquiera pone fecha a la conclusión de la Ronda de Doha para abaratar el comercio mundial. «No mencionar a Doha», decía el viernes un director de un think tank sobre comercio, «hubiera sido admitir que estaba muerta».

Los paraísos, en pie de guerra

«Incomprensible». Así calificó el viernes el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker la decisión de la OCDE de incluir a su país en la lista de paraísos fiscales que el G-20 se comprometió a perseguir (se amenazó con sanciones a los que no cooperaran) a partir de ahora. No fue el único, la decisión tomada en la Cumbre de Londres de acabar con la que se denominó como «era del secreto bancario» tendrá que luchar con la oposición de algunos de los países que están en el punto de mira.

La OCDE dividió a los territorios en tres bloques: los que cumplen; los que lo hacen pero no del todo; y la 'lista negra', en la que incluyó a los que no han colaborado en absoluto. En este último grupo, incluyó a Uruguay, Costa Rica, Filipinas y Malasia, países que hasta ahora no estaban asociados a este tipo de prácticas.

Pero las mayores quejas vinieron de los que se vieron en la zona gris, entre los que destacaban tres socios de la UE (Austria, Luxemburgo y Bélgica) junto a Suiza o Chile, entre otros. Juncker fue el más combativo, y apenas unas horas después de cerrada la cumbre tildó a la OCDE de «máquina del pensamiento único».

Además, lamentó, con un poco de ironía, que no se hubiese incluido, «por precipitación», algunos estados de EEUU y otros territorios como Hong Kong y Macao. Desde Suiza, su ministro de Finanzas afirmó que la parecía «extraño» que se incluyese a su país, que siempre «cumple sus obligaciones», en la lista.

Las remesas cambian de tendencia / Rafael Pampillón *

Después de bastantes años de crecimiento, las remesas de emigrantes que se envían desde España disminuyeron el año pasado un 7% con respecto a 2007. En esos doce meses se enviaron desde España remesas por valor de 8.445 millones de euros (máximo histórico), en 2008 sólo 7.840. La tendencia es claramente a la baja, ya que en el cuarto trimestre, último dato publicado, solo se remesaron 1.839 millones, una caída del 21% con respecto al mismo trimestre de 2007. Es además es el envío más bajo de los últimos 9 trimestres.Hay que remontarse al tercer trimestre de 2006 (con 1.808 millones) para encontrar una cifra menor. Con este ya son tres trimestres consecutivos en los que las remesas descienden.

¿Cuál es la causa de la disminución de las remesas? La fuerte recesión que atraviesa la economía española que está afectando seriamente al desempleo de la población inmigrante. En el cuarto trimestre de 2008 el paro en este colectivo estaba situado en el 21,3% (780.000 personas) de la población activa, mientras que en la población total española (incluida la inmigrante) el paro era del 12,5% (2.428.400). Para el primer trimestre de este año se estima un paro del 24% entre los inmigrante, muy superior al promedio nacional (15,5% también para este primer trimestre de 2009).

En el cuarto trimestre de 2008, coincidiendo con la brusca caída de las remesas, se produjo, por primera vez en nuestra historia económica reciente, una destrucción de empleo de la población inmigrante (61.400 ocupados menos). Es decir, no sólo aumenta el paro sino que se está reduciendo también el número de ocupados entre los extranjeros, sobre todo en los menos cualificados.Esto se debe a que las oportunidades de empleo de la mayor parte de los inmigrantes están bastante concentradas en el sector de los servicios de baja productividad y en la construcción de viviendas, y esos dos sectores están reduciendo su actividad. La rápida reducción de afiliados extranjeros a la Seguridad Social confirma esta tendencia de destrucción de empleo y/o de aumento de la economía sumergida.

Además del aumento del paro y de la destrucción de empleo hay otros dos factores que generan caídas en las remesas que envían los inmigrantes a sus países de origen: 1) Los salarios que cobran los inmigrantes, con permiso de trabajo y baja cualificación, están disminuyendo. Es una población más flexible y más necesitada de recursos económicos que los nativos por lo que están dispuestos a cobrar menos salario que los españoles; si cobran menos pueden enviar menos remesas. 2) También los «sin papeles» que trabajan en la economía sumergida están perdiendo ingresos. Por ejemplo, los empleados del hogar en esta situación ganan menos dinero ahora que hace un año.

En el futuro se puede esperar un mayor descenso en las remesas como consecuencia de la crisis económica española. ¿Es de esperar una mayor salida de emigrantes y, por tanto una caída de remesas por este concepto? Probablemente no. Hasta ahora, el plan del Gobierno para que los extranjeros cobren el desempleo de forma anticipada y no regresen a España en tres años no ha dado resultado.Se les pide que renuncien a su permiso de residencia que con tanto esfuerzo han conseguido. ¿Qué están haciendo? Adaptarse bastante bien a la crisis: cambian de ciudad y de empleo; trabajan más horas y reducen sus gastos para seguir enviando dinero, aunque sea menos, a sus familiares. El regreso a casa es su última opción.De ahí que se deba frenar la entrada; en este sentido, antes o después el Gobierno deberá adoptar un plan de mayores controles migratorios.

En resumen, el desempleo inmigrante en España seguirá aumentando y, como consecuencia, el valor de los envíos de remesas seguirá disminuyendo. Mientras tanto, no se debe olvidar que las remesas enviadas por los emigrantes desde España han contribuido a mejorar el bienestar de los familiares que se han quedado en el país de origen, lo que quiere decir que el descenso de las remesas está teniendo, y va a tener todavía más, efectos negativos en los países de origen de la inmigración. Una mala noticia para millones de personas que dependen de estos flujos para cubrir sus necesidades básicas. Pero este no es solamente un problema español, la pérdida de empleos entre la población inmigrante en el mundo rico hace prever una reducción de las remesas globales en 2009 por primera vez en la historia reciente. La crisis diferencial española ha hecho que nos hayamos adelantado un año.

(*) Rafael Pampillón es profesor del Instituto de Empresa.

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Según Geithner, el plan de rescate de la banca incluiría en EE UU echar a ejecutivos

WASHINGTON.- El gobierno de Estados Unidos podría exigir que pongan nuevos ejecutivos en bancos que necesitan "una ayuda excepcional" en el futuro, dijo el domingo el secretario del Tesoro, Timothy Geithner.

Críticos del gobierno de Barack Obama dicen que parece existir un doble criterio. Por un lado, se ha presionado para echar a Rick Wagoner, director general de la General Motors Corporation, a cambio de ofrecer préstamos federales adicionales. Pero eso contrasta con las medidas adoptadas en la industria financiera, donde no se ha estipulado exigencia alguna a cambio de la entrega de miles de millones de dólares en inyecciones de capital.

Geithner negó que exista un doble criterio. Y advirtió a los bancos que podrían verse obligados a echar a sus ejecutivos y poner a otros en su lugar, si desean recibir más dinero en el futuro.

"Si en el futuro los bancos necesitan una ayuda excepcional a fin de atravesar esta situación, entonces nos aseguraremos que la ayuda tendrá condiciones. No sólo para proteger al contribuyente sino para asegurarnos que es el tipo de reestructuración necesario para que emerjan más fuertes", dijo Geithner en un programa periodístico de la emisora CBS.

"Y cuando eso requiera un cambio de la junta directiva, lo haremos".

El secretario del Tesoro dijo que eso es lo que está ocurriendo en algunas grandes instituciones que han recibido ayuda del gobierno, como las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, y la aseguradora AIG (American International Grupo Inc.), que recibió más de 170.000 millones de dólares en ayuda.

En las últimas semanas, AIG se ha convertido en blanco de la ira de muchos contribuyentes, al difundirse la noticia de que la empresa otorgó bonificaciones por 165 millones de dólares a varios de sus ejecutivos, especialmente de la división que estuvo a punto de llevarla a la bancarrota.

Bolivia puso limite a la compra y venta de dólares en la banca

LA PAZ.- El Banco Central de Bolivia (BCB), anunció el domingo que estableció limites en la compra y venta del dólar estadounidense en entidades financieras a un centavo de boliviano por encima y otro por debajo, del precio oficial de esa moneda.

"Las entidades financieras deberán vender dólares a sus clientes y usuarios a un tipo de cambio no mayor de un centavo de boliviano", señala el comunicado del BCB.

"Se deberá comprar dólares de clientes y usuarios a un tipo de cambio no menor a un centavo de boliviano, respecto al tipo de cambio de venta oficial del BCB vigente en la fecha de cada operación", añadió.

Bolivia mantiene invariable por seis meses el cambio de 7,07 bolivianos por dólar en el marco de una política de apreciación de su moneda para hacer frente a la crisis financiera internacional.

El BCB señala también que el propósito de la norma es evitar "distorsiones en el mercado de cambios por parte de alguna entidad financiera".

"Algunos bancos han estado vendiendo y comprando dólares con diferencias muy amplias, es decir, precios de venta muy superiores y precios de compra más bajos que los prevalecientes en promedio en el sistema financiero", agregó según el comunicado.

Esta normativa excluye a las personas que realizan el cambio de moneda en el mercado informal.

Pero si una entidad bancaria incumple con la disposición se advirtió que se los podría sancionar con "suspensiones temporales al acceso a las operaciones de mercado abierto"

El supervisor europeo establecerá reglas comunes para la vigilancia bancaria en todos los países

MADRID.- España no quiere perder el control de la inspección sobre los bancos. En el debate sobre la reforma de la supervisión financiera, que ayer se abordó en el Consejo de ministros de la Unión Europea, el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes abogó por el mantenimiento de la llamada supervisión microprudencial, que comprende bancos, compañías de seguros y sociedades de inversión, en manos de las autoridades nacionales.

“Creo que el corazón de la inspección”, dijo el vicepresidente, “debe mantenerse a nivel nacional”, y destacó que las autoridades más próximas a las entidades son las que tienen un mejor conocimiento de las empresas, según 'El País'.

Los ministros de Economía de los Veintisiete debatieron ayer la reforma de la supervisión financiera en la Unión Europa. Los análisis afectaron tanto a la vertiente microprudencial, que se refiere a la inspección directa de las entidades, como la macroprudencial, que tiene como objetivo detectar los riesgos sistémicos, para evitar crisis financieras como la presente.

Las discusiones se realizaron sobre la base del documento elaborado por el Grupo de Alto Nivel para la supervisión financiera de la UE, presidido por Jacques de la Larosière y la comunicación de la Comisión de principios de marzo.

En la supervisión microprudencial referida a las entidades, Solbes se mostró contrario a considerar la etapa actual como una fase intermedia que debería conducir a un supervisor europeo de las entidades. En lo que sí estuvo de acuerdo es que un supervisor europeo establezca reglas comunes para todos los países, vigile la aplicación de las mismas y examine a algunos actores transnacionales como las agencias de calificación.

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, señaló que los debates proseguirán en el próximo consejo y que la Comisión Europea presentará un paquete sobre supervisión financiera a finales de mayo que será analizado por los jefes de Estado y de Gobierno en el Consejo Europeo de junio.

En su opinión la reforma de la supervisión financiera debería entrar en vigor antes de que finalice 2010.

En la vertiente macroprudencial, el informe Larosière propugna la creación de un Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, de carácter independiente, que respondería ante el Consejo Europeo que contaría con la presencia de representantes de los Veintisiete Estados Miembros, la Comisión Europea, y estaría presidido por el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet. Sus decisiones en forma de advertencias tempranas e informes periódicos no serían vinculantes “pero deberían ser creíbles para que fueran eficaces”, señaló Almunia.

Trichet señaló que “el BCE estaba plenamente disponible” para asumir las nuevas competencias. El protagonismo del BCE en este Consejo ha despertado ciertos recelos en las autoridades del Reino Unido, partidaria de organismos de vigilancia los más autónomos posibles.

El Consejo de Estabilidad será el eje del nuevo orden

MADRID.- Una recesión global tiene un enorme poder de destrucción, como atestiguan las crecientes listas de paro y el aumento de la pobreza. Y también tiene la facultad de desatascar decisiones largamente aplazadas por el persuasivo método de colocar la economía al borde del precipicio. En la segunda cumbre mundial contra la crisis, celebrada esta semana en Londres, ha forzado la revalida de los países emergentes en el poder multilateral, la resurrección del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el diseño de un nuevo orden financiero.

La propuesta de cambiar las normas internacionales que rigen las finanzas, nacida del particular protagonismo del descalabro de la banca en esta crisis, es la más ambiciosa y también la que genera más escepticismo, según 'El País'.

En el corazón de este nuevo sistema, donde la autorregulación imperante en los últimos años cedería terreno al control público, el G-20 ha colocado al Consejo de Estabilidad Financiera, aprovechando la estructura y el nombre del foro nacido hace diez años para reunir de forma ocasional a ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de varios países avanzados.

"Los líderes quieren dejar claro que habrá diferencia entre el pasado y el futuro", explicó el presidente del Consejo de Estabilidad, Mario Draghi, unas horas después de que se desvelara el comunicado final de la cumbre.

"Vigilaremos los mercados, haremos recomendaciones sobre su funcionamiento y comprobaremos cómo se aplican las nuevas medidas", añadió Draghi, que también es gobernador del banco central italiano. Pero aclaró que el Consejo de Estabilidad no funcionará como "nuevo regulador mundial", cometido que se empeñó en darle el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Las funciones encomendadas al Consejo de Estabilidad están a medio camino entre la regulación y la supervisión, una fórmula heredada de su naturaleza original, una mesa que reunía a ambos lados de la actuación pública sobre el sector financiero.

Para reforzar esta misión, el Consejo, además de abrir la puerta a los países emergentes -rendija que España aprovechó para meter la cabeza en la institución hace apenas un mes-, ha incorporado a otras instituciones de supervisión, más allá de los bancos centrales: estarán las agencias internacionales de mercados de valores, contabilidad y seguros.

El antiguo Foro de Estabilidad Financiera ganó protagonismo en esta crisis por los informes en los que alertaba del enorme riesgo concentrado en mercados sin regular, como el de las pólizas que garantizan el valor de los títulos de deuda en caso de impago, o de los peligros del crecimiento explosivo de los derivados financieros. Su transformación ha sido meteórica. Y la lista de encargos del G-20, apabullante.

El nuevo Consejo ha publicado ya una guía de cómo transformar el sistema de retribuciones de los ejecutivos, en el que aboga por reforzar la independencia de los Consejos de Administración para negociar estos contratos, se plantea alargar el plazo de los objetivos para fijar las compensaciones y se exige transparencia total sobre las remuneraciones.

Ahora, los supervisores (en este caso los bancos centrales) tendrán que tomar en cuenta si se cumplen estas recomendaciones al vigilar la gestión de riesgos de las entidades financieras. Y, en caso contrario, tendrán la potestad de plantear a la entidad que eleve las reservas de capital para hacer frente a las consecuencias de decisiones arriesgadas. El Consejo comprobará si los supervisores aplican este nuevo esquema a partir de 2010.

El Consejo también evaluará como funcionan las propuestas que ultima el Banco Internacional de Pagos, a través del comité de Basilea II, para evitar que un colapso en los mercados de crédito y títulos de deuda, como el que ha ocurrido ahora, deje secos de capital a los bancos y de liquidez al sistema financiero.

El comité publicará, a principios de 2010, normas para elevar los requerimientos legales de capital mínimo (ahora el 4% de los activos), establecer qué títulos (básicamente acciones ordinarias) pueden considerarse capital de máxima calidad y extender las provisiones anticíclicas para crear colchones de liquidez cuando el crédito crece. Y revisará el efecto del actual sistema de calificaciones, monopolizado por tres agencias privadas de EE UU, en la multiplicación del riesgo excesivo.

La creación de colegios que reúnan a los supervisores de los países en los que operan las principales entidades financieras internacionales (ya se han constituido 28) también entre en ámbito del Consejo de Estabilidad. Y, junto al FMI, determinará los criterios para discriminar las entidades con un peso determinante en los sistemas financieros de cada país. Esa definición es la que permitirá a reguladores y supervisores nacionales incluir en su radio de acción a todo tipo de entidades, incluidos los fondos especulativos.

Draghi indicó que se ampliará el equipo técnico del organismo, que por ahora comparte sede con el Banco Internacional de Pagos en Basilea (Suiza) y se duplicará su presupuesto. Si los reguladores y supervisores nacionales aplican con prontitud sus recomendaciones, algo a lo que los países ricos y emergentes se comprometieron el pasado jueves, el Consejo de Estabilidad quedará como el símbolo del orden financiero alumbrado en Londres.

Pero no hay que esperar que las nuevas reglas entren en juego antes de finales de 2010. Si para entonces la presión de la crisis afloja y no se mantienen los compromisos, se recordaría como un brillante ejemplo de la máxima de El Gatopardo, la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: "Algo tiene que cambiar para que todo siga igual".

"Por la magnitud del reto que afrontamos y de las medidas que hemos adoptado, Londres será parte de la Historia", proclamó el presidente de EE UU, Barack Obama, al cierre de la cumbre, recibiendo una insólita salva de aplausos de los periodistas al final del acto, otra demostración más del poder de seducción del lider estadounidense.

Unas horas antes, mientras los líderes negociaban algún párrafo del comunicado final, el cantante y activista Bob Geldof se sinceraba a la BBC: "Llevo veinte años viniendo a cumbres como ésta, mendigando que me entrevisten para hablar de la mitad de la población mundial, que viven en la pobreza y no están representados aquí", dijo en tono monocorde.

Cuando la presentadora le preguntó si había percibido avances, saltó el histrión que Geldof lleva dentro: "Es de una lentitud desesperante... ¡Y muy aburrido!", exclamó mientras estrujaba un vaso de plástico.

Los paraísos fiscales maniobraron para escapar a la lista negra

MADRID.- Los países tachados de paraísos fiscales maniobraron y decidieron hacer concesiones, presionados por la inminente reunión del G-20, para dejar de serlo o, al menos, dejar de ser considerados como tales antes de que esa cumbre se produjera. Ángel Gurría, el presidente de la OCDE, la organización que ha elaborado y publicado (por deseo precisamente del G-20), la lista de los paraísos fiscales del mundo, aseguró que, a este respecto, las últimas semanas fueron definitivas.

"Ha sido una auténtica avalancha", aseguró en una conversación con "El País".

"Antes, en los últimos años, había movimientos de paraísos fiscales" que prometían enmendarse, "pero ahora ha habido una auténtica transformación. Son centros financieros importantes, como Suiza, Singapur o Luxemburgo, los que se han comprometido en las últimas semanas a cambiar", manifiesta el presidente de la organización.

De ahí que el listado de la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE) contenga dos colores clave: negro para los países que no han hecho intención de modificar su comportamiento (Costa Rica, Malaisia, Filipinas y Uruguay) y gris para los 38 restantes, que ya se han comprometido y que han anunciado concesiones, entre los que se cuentan los citados Suiza, Luxemburgo y Singapur, y además Bélgica o Andorra. La anterior lista de paraísos fiscales, elaborada en 2000, contenía a casi los mismos países que la actual pero sólo tenía un color: el negro.

El caso de Bélgica es paradigmático y es utilizado como ejemplo por Gurría: "Hasta hace poco, tenía sólo un acuerdo de intercambio de información financiera con EE UU; ahora, se ha comprometido a firmar acuerdos con otros 48 países".

Para el presidente de la OCDE, este movimiento de los denominados paraísos fiscales "es el primer éxito de la cumbre del G-20 y de los 10 años que lleva trabajando en esto la OCDE". Y añade: "El mundo ha cambiado. Ya no hay el nivel de tolerancia de antes. Ya se habla de sanciones".

Ahora bien. Para dejar de figurar en la lista gris y pasar a la blanca, donde figuran los Estados considerados transparentes, los países implicados deberán cumplir los acuerdos anunciados. Gurría, que es mexicano, lo dice con un refrán conocido: "Del dicho al hecho hay mucho trecho".

Y agrega: "Pero son países serios que asumen compromisos serios". La OCDE lo comprobará: "Monitoreamos continuamente más de 84 jurisdicciones y lo seguiremos haciendo". Habrá que verificar también los distintos acuerdos bilaterales. "El diablo está en los detalles", agrega.

Con todo, la publicación del listado ha levantado una agria polémica en algunos de los países implicados. Uno de los más molestos por la lista fue Uruguay. Su presidente, Tabaré Vázquez, fue explícito: "Uruguay ni es ni quiere ser un paraíso fiscal. No somos un monasterio, pero tampoco un casino", dijo.

El despacho del presidente de la OCDE recibió ciertos compromisos de Uruguay. "Con lo que podemos decir que Uruguay también se ha movido como los demás", aseguró Gurría. Es decir, el país latinoamericano pasará pronto de la lista negra de los que no han prometido nada a la gris de los que han prometido cambiar.

En Luxemburgo o Suiza, la noticia de su inclusión en la lista gris sentó muy mal. El primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Junckers, manifestó en Praga que "el tratamiento

a algunos países es incomprensible". Después recordó que hay naciones o centros financieros que no aparecen en la lista y citó, concretamente, a los Estados de Delaware, Wyoming y Nevada, de EE UU, que, a su juicio, permiten un sistema financiero opaco. Suiza desaprobó el proceso llevado a cabo por la OCDE.

Por su parte, las autoridades de Liechtenstein aseguraron que desde ahora su objetivo es "no figurar en la lista gris", según indicó un portavoz del Gobierno. "Nosotros hemos entablado ya acuerdos bilaterales con Alemania y con Reino Unido. Y pensamos llegar a acuerdos con otros países, especialmente con Francia", añadió.

El Principado de Mónaco se limitó a felicitarse por haber dejado de figurar "en la lista negra". "Estamos muy satisfechos de haber salido de ella. Encontramos mucho más justo que nos incluyan en la lista gris", aseguró el jefe del Gobierno de Mónaco Jean-Paul Proust.

El BID sugiere a Bolivia diseñar un plan anticrisis

SANTIAGO DE CHILE.- El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señaló que si la crisis mundial tiene una larga duración las reservas de Bolivia no subirán por lo que sugirió al gobierno del presidente Evo Morales buscar una protección social como medida de prevención, se informó el domingo.

Kei Kawabata, gerente para el sector social del BID, en su visita a Bolivia señaló que a pesar que el país tiene una proyección de 3 ó 4% de crecimiento económico para este año, no va a estar completamente "inmunizado" a la crisis, en declaraciones al diario La Prensa publicadas el domingo.

"Si la crisis dura mucho tiempo en los países que importan materias bases de Bolivia es difícil que sus reservas aumenten, el gobierno tendrá que usar sus reservas para pagar deudas", explicó.

Pero "si es corta entonces es posible que Bolivia no caiga en crisis pero sino va a llegar un tiempo que no va a poder depender de las reservas", acotó.

Kawabata recomendó que el gobierno debe diseñar una "protección social, asegurar que en tiempo de crisis los pobres no se vuelvan más pobres. Segundo, el empleo porque en crisis hay mucho desempleo y con gente que no tiene nada que hacer, se ha visto en otros países el aumento de criminalidad".

"Se debe incentivar la producción y asegurar el valor agregado en el país, inversión en obras públicas. Debe haber combinación de las áreas productivas con educación y salud", añadió.

La pasada semana el ministro de Hacienda Alberto Arce informó que Bolivia se verá afectada por la crisis mundial financiera a mediados de año y ello podría desencadenar en desempleo.

Explicó que la crisis golpeará a Bolivia debido a la baja en los precios de los minerales, textiles e hidrocarburos.