El Papa afirmó que la Humanidad pretende "conocer perfectamente la realidad" con "la presunción de haber ya formulado un juicio definitivo sobre las cosas" y ha cerrado el corazón "a la novedad de Dios".
Benedicto XVI relató la adoración al Niño Jesús en Belén de los Reyes Magos de Oriente, "personajes desconocidos e incluso vistos como sospechosos", que cambiaron el rumbo de la Historia e hizo una metáfora.
"Muchos han visto la estrella, pero sólo pocos han comprendido el mensaje" y "aunque los pocos de Belén se han convertido en muchos, los creyentes en Jesucristo parecen siempre pocos".
Los regalos portados por los Magos a la mísera gruta de Belén representan "un acto de justicia", de sumisión a Dios, y significan el reconocimiento de una persona como Dios y Rey.
Los Reyes Magos siguieron el camino del Niño, "el camino del amor que sólo puede transformar el mundo", guiados por una estrella, "una luz que no se ha apagado" e ilumina a la Humanidad.
"Esa luz no puede ser ignorada en el mundo: los hombres se moverán hacia aquel Niño y serán iluminados por la alegría que sólo Él puede dar", añadió el Papa.
Y citó a San Agustín al señalar que muchas veces somos como los mojones que indican el camino, "pero no lo seguimos".
Para Benedicto XVI, muchos han visto la estrella que vieron los Magos pero sólo pocos han comprendido su mensaje y para escuchar bien el mensaje es necesaria la humildad auténtica y el valor, que es más grande "aunque se manifieste en un Niño indefenso".
Hay que hacerse niños en el corazón, no estar encerrados en sí mismos, refirió.
Herodes "parece ser siempre más fuerte" y "el Niño Jesús parece ser rechazado entre los que no tienen importancia, o incluso pisoteado", pero la verdad de la fe continúa irradiando en todo el mundo, "en el gran contexto de toda la Historia".
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