jueves, 7 de enero de 2010

Los "sin techo" chinos, pobreza bajo cero

PEKÍN.- Las peores heladas en cuatro décadas en el norte de China afectan sobre todo al creciente número de indigentes que malviven al raso o entre las ruinas de un Pekín a 12 grados bajo cero de media este invierno, no lejos de los rascacielos de la tercera potencia económica.

Hua Dexiao es una de estas indigentes. Tiene 86 años y desde hace diez es una peticionaria, una demandante que se desplazó desde su provincia natal de Henan, en el centro del país, hasta Pekín, en el noreste, para reclamar justicia por un delito del que fue víctima.

La anciana Hua intenta enfundarse con dificultad en uno de los abrigos que le ha traído a ella y a otra decena de indigentes Liu Dejun, responsable de una web de caridad que se ocupa de estos olvidados por un milagro económico con calefacción central.

El heterogéneo grupo de indigentes parece salido de la imaginación del escritor francés Víctor Hugo: ancianos, enfermos, incapacitados, contrahechos. A la pregunta de si mendigan, la mayoría dice que no, que recogen basuras o reciclan botellas.

El grupo se altera cuando llega el auto de otro voluntario que les entrega una decena de mantas y abrigos en plena calle.

Uno de ellos, que actúa como líder, comenta con Liu cómo recaudar fondos para que los hijos de unos conocidos puedan estudiar; Liu los escucha a todos y les ofrece su tarjeta de visita, en la que reza en chino: "Ayuda dentro y fuera de Internet", y en inglés: "Por los derechos humanos".

"A través de nuestros esfuerzos esperamos llamar la atención dentro y fuera de China", explica Liu, de 33 años, a Efe. Dice que el objetivo su grupo de caridad es "despertar la conciencia de los ciudadanos chinos sobre sus derechos", con el fin de limitar "las violaciones de los derechos humanos" por parte del poder.

En las últimas semanas, el ex policía y otros cinco voluntarios ha repartido más de 120 mantas a los mendigos de Yongdingmen y Qianmen, en el sur de la plaza Tiananmen.

El frío ha provocado una campaña espontánea en Pekín que incluye a grupos de católicos, musulmanes, budistas y "gente con corazón", como dice Liu; días después, cuando el Gobierno despliega su plan de ayuda ante las nevadas, los efectivos no encuentran ya a mendigos por la calle, según explica el diario "China Daily".

Liu desconfía de las autoridades ya que, asegura, "no respetan a los indigentes, más bien los tratan como a prisioneros".

Los sin techo se hacinan en las ruinas de los antiguos callejones imperiales, los "hutong", a punto de ser derrumbados, entre basuras, plásticos y ropa; otros, los que pueden pagar algo, se alojan en casuchas baratas compartidas por uno o dos dólares diarios; los más desprotegidos, entre cartones y plásticos.

Entre ellos hay desempleados, campesinos emigrados a la ciudad, religiosos, acróbatas y muchos peticionarios como la anciana Hua.

"Ahora hay muchos peticionarios pobres", explica Li Jincheng, él mismo peticionario protestante de 46 años. "A menudo no puedo comer, paso hambre. Ojalá más cristianos participen en la ayuda a los peticionarios para mostrar la caridad de Dios y extender su fe".

En China no existen cifras oficiales de mendigos e indigentes, pero las autoridades aseguran que entre 1978 y 1995 el régimen sacó a más de 200 millones de la pobreza, según el baremo chino que otorga un poder adquisitivo superior al del resto del mundo al dólar diario que la ONU toma como umbral de la pobreza.

En 2001, la pobreza afectaba a 30 millones de chinos, según el criterio chino de hasta 400 yuanes al año, unos 56 dólares hoy.

Los organismos de la ONU destacan la rapidez con la que China ha reducido su pobreza, sin precedentes en la historia.

Sin embargo, el Banco Mundial (BM) estimó en el último año que, debido a la apreciación del coste de vida en China, tomando como referencia el dólar diario y según la paridad de poder adquisitivo (PPP) del yuan, la cuantía actual de pobres en el país asiático ascendería a 300 millones.

El profesor Yao Shujie, economista chino de la universidad británica de Nottingham, sugiere que la pobreza está creciendo debido a los comportamientos corruptos de los cuadros comunistas, entre otros motivos, por lo que no es de extrañar que muchos de estos pobres sean también peticionarios.

Cifras fragmentarias indican que en 2005 había 150.000 niños viviendo en la calle, según el Ministerio de Asuntos Civiles chino; mientras que en 1999, con motivo del 50 aniversario de la fundación de la República Popular, Pekín expulsó a 100.000 mendigos de la capital, la mayoría inmigrantes rurales.

Las cifras de mendicidad, considerada una "profesión" ("zhiye") supuestamente digna en China y a menudo organizada en mafias, no se recogen en los cómputos oficiales, ya que quienes la practican están considerados "población flotante" por Pekín.

Así lo aseguran la economista española Leila Fernández-Stembridge y el sociólogo americano Richard P. Madsen, que añaden que estos mendigos ("qigai") fueron considerados "chusma" tanto en el maoísmo como durante la reforma económica, detenidos y deportados entre provincias, incluso hoy en día, aunque algunos de ellos ganen más que un campesino.

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