domingo, 21 de febrero de 2010

El futuro de los supervisores financieros británicos pende de un hilo

LONDRES.- La decisión del director de la Autoridad de Servicios Financieros (FSA), Hector Sants, de abandonar su cargo este verano ha desatado todo tipo de especulaciones sobre el futuro del sistema tripartito creado por Gordon Brown y la eficacia de los supervisores en Reino Unido. A pesar de que su mandato terminaba en el mes de julio y siempre dejó claro que nunca estaría más de tres años, la lectura de su partida no puede obviar el panorama político.

Los tories están decididos a desmantelar la FSA si ganan las próximas elecciones previstas para mayo con el fin de devolver las competencias al Banco de Inglaterra. Por lo tanto no es desaventurado pensar que Sants llevaba tiempo buscando un nuevo trabajo. Las malas lenguas dicen que podría incluso unirse a las filas del organismo del Banco que gobierna Mervyn King, pero la información jamás ha sido confirmada, a juicio de www.elconfidencial.com

A los conservadores nunca les gustó el modelo de tres patas ideado por el premier en sus tiempos al frente del Tesoro. Con la crisis y las encuestas a su favor han visto el momento perfecto para certificar su defunción, pero el problema es que aún no han definido su propuesta.

A pesar de que la City acogió muy bien la savia nueva que trajeron los laboristas de Tony Blair hace doce años, no se fía ahora de George Osborne. Si la próxima primavera se muda al número 11, el tory se convertirá en el ministro de Economía más joven de los últimos 125 años, y en Liverpool Street el dato, más que a proyectos innovadores, se liga al término “inexperiencia”.

Hasta ahora lo único que ha dicho Osborne es que dadas las condiciones actuales, sería “escandaloso” dejar un sistema de regulación que ha fallado de “manera tan espectacular”. Pero tampoco ha especificado cuáles son los poderes que va a otorgar al Banco de Inglaterra para cambiar la situación.
Los analistas han recalcado que la cuestión no radica en quién va a gozar de las competencias, sino en cuáles van a ser. Si los tories traspasan los mismos poderes con los que cuenta la FSA al banco central, Mervyn King tendrá las mismas manos atadas que en su día denunció Sants.

El regulador ha reiterado en varias ocasiones que el campo de acción con el que cuenta es limitado. Es más, cansado de tanta crítica con respecto a su actuación ante la crisis, el presidente de la autoridad, Adair Turner, llegó a calificar de “analfabetismo financiero” sugerir que el regulador debería ser quien pusiera coto a las bonificaciones.

Turner dijo literalmente que estaría “feliz” de imponer cargas fiscales a los bancos para reducir sus beneficios, pero matizó que esto no estaba en sus manos sino en las del Gobierno.

Quizá previendo los problemas que se le vienen encima, el máximo responsable de política monetaria ha sugerido que no ve práctico la propuesta de Osborne. A King le gustaría contar con las herramientas necesarias en caso de detectar comportamientos arriesgados o una tendencia a los bancos “demasiado grandes para caer”, pero no se ve llevando la supervisión del día a día.

Durante los últimos meses, el gobernador del Banco Central se ha convertido en un asiduo analista de áreas que, según sus críticos, sobrepasan sus competencias. Fue King el que, en vísperas del G-20 de Londres en abril, declaró que no era posible aumentar los planes de estímulo.

Y también fue él quien se encargó de transmitir públicamente al Tesoro la necesidad de comenzar a recortar la deuda, justo antes de la presentación del ajuste presupuestario de otoño. King confesó luego que todo se debía a la frustración de un rol que compara al de un sacerdote: puede advertir con sus sermones, pero carece de margen de actuación.

Su comportamiento se interpretó como un acercamiento a la postura conservadora, pero ahora se ha demostrado que sólo era un agente más que se queja ante la falta de recursos.

Consciente del panorama el Ejecutivo se ha propuesto mejorar el sistema tripartito y ha creado un nuevo organismo para prevenir la repetición de las quiebras bancarias que han costado al contribuyente mil millones de libras. El llamado Consejo de Estabilidad Financiera, presidido por el propio Alistair Darling, celebró en enero su primera reunión.

Están previstos cuatro encuentros a lo largo del año con la puerta abierta a citas extraordinarias en tiempos de crisis. Su objetivo es analizar, junto a la FSA y al Banco de Inglaterra, cualquier riesgo emergente y decidir sobre las respuestas adecuadas.

La medida no hace otra cosa que seguir la línea que lleva a cabo a ambos lados del Atlántico. La Unión Europea cuenta con su propio Consejo de Estabilidad Financiera (sustituye al Foro), y Estados Unidos tiene un Panel para examinar los peligros en potencia. Está por ver si estos supervisores funcionan. En Reino Unido, de momento, su futuro es incierto y depende de unos comicios.

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