viernes, 12 de febrero de 2010

El sistema de divisa única se resquebraja en Europa

FRANCFORT.- Grecia está endeudada hasta la cabeza y nadie quiere ayudarla a salir del pozo. La crisis derivada del endeudamiento saca a la luz una debilidad fundamental entre lo 16 países que usan el euro: enfoques distintos _a veces diametralmente opuestos_ no garantizan una unión feliz.

Los dos pesos pesados de la unión, Alemania y Francia, le han dicho a Grecia que se solidarizan con ella y con sus esfuerzos por tomar medidas de austeridad y contener al déficit, pero su apoyo es más bien del orden moral y no incluye ayuda concreta.

Algunos analistas, políticos y observadores dicen que la crisis actual podría frustrar la incorporación de Letonia y forzar a Europa a reconsiderar hasta qué punto quiere estar unida.

Las normas que rigen el gasto público _según las cuales el déficit no puede ser superior al 3% de la producción económica_ no se cumplen a cabalidad. ¿Será posible hacerlas más severas para garantizar que no se producen excesos como los de Grecia, que adulteró las cifras de su presupuesto por años?

¿Quién paga si alguien se declara en mora? Si los países que respetan las reglas rescatan a los que no lo hacen, ¿no se generan incentivos para no cumplir con las normas, pues se sabe que alguien va a rescatarlos?

El columnista griego Stavros Lygeros, del diario Kathimerini, escribió el viernes que la crisis financiera "no solo representó el derrumbe del modelo de cleptocracia (basado en el robo y la corrupción), sino que también refleja las debilidades congénitas de la Unión Europea".

Lygeros sostuvo que, si bien la unión supone solidaridad, "una unión monetaria sin una unión fiscal, o sea, sin unión política, es una contradicción".

Cinco años atrás, en referendos en Holanda y Francia, la ciudadanía rechazó en forma abrumadora una constitución para la UE que ampliaba su jurisdicción sobre los asuntos locales. La reticencia a sacrificar parte de su soberanía es una de las razones por las que Gran Bretaña se resiste a abandonar la libra y adoptar el euro.

"Grecia es un gran ejemplo de que uno no debe ceder el control de su divisa", afirmó Matthew Elliott, director de la British Taxpayers' Alliance (Alianza de Contribuyentes Británica). "La economía británica y las finanzas públicas ya están lo suficientemente mal, sin aportar dinero para resolver los problemas que se crean otros en la UE".

Rolf England, economista sueco que se opuso a la adopción del euro, sostiene que la actual crisis demuestra que Suecia hizo bien en conservar la corona como divisa.

"Se va a fracturar tarde o temprano, porque es imposible tener una moneda común en una zona tan grande y diversa", manifestó. "No hay una solución real para Grecia en la UE. Están desvalidos y no tienen las herramientas para salir adelante".

¿Qué pasaría si los problemas de Grecia se expanden a otras economías frágiles como las de Italia, España, Portugal e Irlanda?

"Grecia no es un problema tan grande", dijo Sveder van Wijnbergen, de la Universidad Libre de Amsterdam. "Lo que me preocupa es el mensaje que le estamos dando a los otros gobiernos".

El no protegerse los unos a los otros sería un gran fracaso para la UE.

El Financial Times dijo el viernes en un editorial que eso no se puede permitir.

"Los países del euro tienen que empezar a construir un marco de trabajo explícito que regule su interdependencia fiscal", señaló el diario.

Una cumbre europea convocada a los apurones sólo produjo una declaración ambigua en apoyo a Grecia, sin compromisos concretos.

El analista italiano Sergio Romano considera que Grecia representa una prueba que la UE debía sobrellevar.

"Esta crisis es una ocasión para fortalecer la unión monetaria europea, de cerrar las brechas que hubo desde el primer momento. Tenía que suceder, y sucedió", declaró Romano a la AP. "Si tomamos las medidas indicadas, podemos reforzar la unión monetaria".

En una época de penurias económicas, sin embargo, la mayoría de los europeos se preocupan de sus propios problemas y la idea de que se usen sus impuestos para ayudar a Grecia no les cae muy bien.

"Estoy yendo a la quiebra por esta recesión y lo que pase con Grecia no me interesa demasiado", expresó Michele Fenizia, de 55 años, dueño de una pizzería casher en Roma. "No creo que tengamos que ayudar a Grecia. Resolvamos primero nuestros propios problemas".

"Si sacan dinero de las arcas de Francia, a la gente no le va a gustar y se va a rebelar", pronosticó la agente de viajes parisina Brigitte Briard.

Lo que tal vez irrite más a la gente no es el tamaño del déficit griego, sino el hecho de los gobiernos griegos adulteraron los libros para esconder sus pérdidas.

"Grecia hizo trampas varias veces", dijo Vladimir Gligorov, investigador del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena. "Los griegos no son muy bien vistos en estos momentos".

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