El trabajo, editado por 'The Heritage Foundation', 'The Wall Street Journal' y la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), mide el grado de libertad de las economías mundiales como factor necesario para la prosperidad económica, a partir de un decálogo de índices económicos como la libertad arancelaria, fiscalidad, derechos de los inversores, etc.
España obtuvo 69,6 puntos en una escala de 100 puntos, y se vio superada por primera vez por países europeos como Eslovaquia, la República Checa y Lituania. Por detrás, en el puesto 28, se situó Noruega (69,4 puntos) y ya, en los puestos 62 y 64 destacaron las clasificaciones de Portugal (64,4 puntos) y Francia (64,2 puntos).
De este modo, queda así lejos Hong Kong (89,7 puntos), Singapur (86,1 puntos) y Australia (82,6 puntos), los tres países que encabezan el ránking. El cuarto puesto lo ocupa Nueva Zelanda (82,1 puntos), y el quinto puesto, Irlanda (81,3 puntos), que encabeza por primera vez a los países de la Unión Europea (UE) que aparecen en la lista. Los siguientes son Suiza (81,1 puntos), en sexta posición, y Dinamarca (77,9 puntos) en el puesto noveno.
El embajador en el consejo económico y social de Nacional Unidas, director del Centro de Comercio Internacional y Economía de la Fundación Heritage y co-autor del índice junto a Kim R Holmes, Tery Miller, explicó que España "está estancada desde los primeros años del siglo XXI", tras las buenas clasificaciones conseguidas a partir del año 1998 que la llegaron a situar en el puesto 19 del índice.
España empeoró en 6 de los 10 indicadores de medición de la libertad económica y consiguió su peor puntuación en la regulación del mercado laboral al sufrir una caída de 13 puntos respecto al índice anterior, y situarse en los 47,3 puntos, frente a la media de 60 puntos de los países de la UE.
Al respecto, el catedrático de Economía Aplicada Francisco Cabrillo afirmó que "no existe ninguna indicación de reforma laboral" y abogó por "un cambio en el sistema de contratación" que acabe con las actuales "normas obsoletas".
Además de este indicador, los otros dos puntos flacos de la economía española fueron la falta de control del gasto público y la alta presión fiscal, ya que ambos indicadores se situaron por debajo de las medias mundiales de 65 y 75,4, respectivamente.
"La carga impositiva de España es superior a la de los países europeos", afirmó Miller, quien explicó que los resultados reflejaron que "los países que han intentado hacer paquetes de estímulos no han logrado crecer económicamente", lo que demuestra que estos planes "no funcionan".
Por su parte, Cabrillo destacó que los principales problemas de España son "un mercado de trabajo excesivamente rígido y un sector público intervencionista, poco eficiente y muy caro".
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