viernes, 19 de febrero de 2010

Guerra verbal entre Argentina y Gran Bretaña por el oro negro de las Malvinas

LONDRES.- Un fuego cruzado de comunicados enfrenta a Londres y Buenos Aires 28 años después de la guerra de las Malvinas y esta vez a la histórica rivalidad por la soberanía del archipiélago se suma una cuestión económica clave, el petróleo del Atlántico Sur.

Paradójicamente, a pesar de esta nueva dimensión económica, no habrá una segunda guerra de las Malvinas/Falklands, aseguran diplomáticos y analistas. "No veo que la retórica pueda degenerar en otro conflicto", aseguró Michael Codner, director de ciencias militares en el instituto Rusi de Londres. ¿La razón?

"Londres, que tenía en 1982 un puñado de Marines en las Falklands (nombre británico de las Malvinas) dispone hoy de una presencia mucho más importante con una guarnición y una fuerza disuasiva en tierra, mar y aire", agregó.

Además, "cuando el dinero empiece a afluir, Gran Bretaña, las Falklands, Argentina, todo el mundo se beneficiará", predijo el Daily Telegraph.

"Orgullo imperial" (The Guardian), "Aguas turbulentas" (The Times), "Diplomacia a la moda de las Falklands" (Daily Telegraph), escriben los editorialistas británicos cuando la plataforma 'off-shore' 'Ocean Guardian' llega a la zona, situada a 160 km al norte del archipiélago de 3.000 habitantes, 1.000 soldados británicos, 500.000 corderos e impresionantes colonias de focas y leones marinos.

"Las perforaciones empezarán según lo previsto, si la meteorología lo permite", afirmó este viernes la asamblea legislativa de las Malvinas, en un comunicado publicado en portada del Penguin News, el semanario local.

"Similitudes en el contexto de un lado y otro, a 28 años de intervalo, incitan al nacionalismos, pero aquí termina la analogía", señala un diplomático europeo en Londres.

En 1982, las tropas argentinas invadieron las Malvinas para tratar de resolver los problemas de un régimen agonizante. La aventura fue fatal para la dictadura militar (1976-1983). En cuanto a la 'dama de hierro', Margaret Thatcher, hundida en los sondeos, reconquistó el archipiélago y logró un tercer mandato, al final de una guerra de 74 días que dejó 649 argentinos y 255 británicos muertos.

En este comienzo de 2010, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tiene problemas económicos y políticos al acercarse el 200º aniversario del primer paso hacia la independencia de su país, mientras que el primer ministro británico, Gordon Brown, debería, según todas las encuestas, ser desalojado de Downing Street en las próximas elecciones.

Sin embargo, cuando el viceministro de Relaciones Exteriores argentino Victorio Taccetti denuncia la decisión "unilateral e ilegítima" británica de explotar recursos naturales argentinos, precisa que defenderá su causa "por medios pacíficos" ante la ONU. "Lo bélico está excluido de nuestro horizonte", insistió Taccetti este viernes.

Y cuando el Foreign Office británico afirma el carácter inalienable de la soberanía británica sobre las islas desde 1833 y reivindica la legitimidad de las perforaciones, lo hace elogiando la excelente cooperación anglo-argentina en numerosos ámbitos.

Una primera campaña de perforación, en 1998, en seis pozos diseminados por una zona del tamaño de la mitad del estado de Texas, confirmó la presencia de petróleo, pero su explotación no parecía rentable. Doce años más tarde, la multiplicación por siete del precio del barril y los progresos técnicos cambian totalmente la situación.

Según la Sociedad Geológica Británica, las reservas en torno a las Malvinas podrían alcanzar los 60.000 millones de barriles, o el equivalente del yacimiento del mar del Norte que contribuyó a 25 años de prosperidad en el Reino Unido.

El archipiélago obtiene hoy un 60% de sus ingresos de la pesca, pero para quienes lo ven ya transformado en un mini Dubái, Juanita Brock, de la agencia de noticias Falklands Island News Network (FINN) escribe: "Pretender que cada habitante de las Malvinas será un millonario es totalmente utópico".

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